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Un arco, unas flechas, puntería y a relajarse

El Club de Tiro con Arco de Rivas cumple nueve años: ya alberga a 150 arqueros, la mayoría de la ciudad y el 20% mujeres. Un deporte para relajarse.

Un arco, unas flechas, puntería y a relajarse

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Texto: Ignacio Abad Andújar / Fotografías: Luis García Craus

«Me relaja mucho. Aunque es un deporte individual, lo disfrutas en compañía. Le regalé un curso de iniciación a mi marido el año pasado. Lo hicimos los dos y aquí nos hemos quedado». Pilar García, librera de 56 años vecina del barrio de Santa Eugenia, es una de las arqueras más recientes del Club Tiro con Arco de Rivas, una entidad que en 2015 cumple nueve años, reúne a cerca de 150 socias y socios activos (el 20%, mujeres), la mayoría ripenses (aunque hay quienes vienen de Velilla, Mejorada o Vallecas) con edades comprendidas entre los 15 y 60 años, y 12 monitores, dos entrenadores y un juez.

«Es un deporte de superación. No se trata tanto de competir contra los demás como contra uno mismo», resume el socio fundador y actual tesorero, Alfredo Arias, sicólogo que trabaja como orientador en los colegios del municipio.

«Te relaja. La gente viene del trabajo con sus problemas que aparca en la puerta y se concentra para lanzar bien. Es una modalidad muy sana para la mente. Un deporte para no romperse las rodillas. Una actividad de interiorización entretenida. Cuando empiezas a tirar, te olvidas de todo lo demás», prosigue Arias, titulado entrenador, que acude tres o cuatro veces por semana al campo de tiro, situado junto al estadio de atletismo del polideportivo municipal Cerro del Telégrafo.

«Te relaja. La gente viene del trabajo con sus problemas que aparca en la puerta y se concentra para lanzar bien.

Se trata de unas instalaciones de titularidad pública. «En Rivas ha habido interés por contar con los deportes minoritarios, cosa poco habitual. El tiro con arco requiere mucho espacio, muchos metros de superficie. Y los campos requieren una orientación determinada. Somos casi una excepción en la región. Es posiblemente uno de los mejores de Madrid. Tenemos distancia olímpica (70 metros), campo de hierba y lo cuida el Ayuntamiento. Estamos encantados de la vida. Faltan los 90 metros, pero habría que levantar muros y es una distancia en desuso oficialmente», resume Arias.

El club dispone, además, de una pista indoor en el colegio Las Cigüeñas para la temporada de invierno, cuando aprieta el frío, arrecia el viento y cae lluvia o nieve. «Es un deporte muy cómodo de practicar. No necesitas venir a una hora concreta. El campo está abierto muchas horas a la semana. No hay limitación para entrenar. La gente acude cuando quiere. Y no precisas quedar con nadie. Si te apetece, vienes y tiras unas flechas», explica Mercedes Romero, de 57 años, campeona autonómica por equipos y dos veces medalla de plata individual en liga regional.

«Es de los pocos deportes, además», matiza Mercedes, «que en competición amateur los contrincantes nos ayudamos. Si ves que al de al lado le va mal, se pone nervioso y te das cuenta de por qué, se lo dices: ’Oye, que estás subiendo el hombro o estás girando la cabeza y por eso se te van todas las flechas a la derecha. Y a lo mejor luego esa persona es la que te gana».

ABIERTO TODOS LOS DÍAS

El campo del Cerro abre sábados y domingos, de 10.00 a 14.00; de lunes a viernes, de 16.00 a 18.00, en invierno. Según se estiran las horas de luz, los arcos se tensan hasta las 22.00 en el mes de julio. En la pista cubierta de Las Cigüeñas se puede apuntar a las dianas las tardes de lunes y viernes.

«Es de los pocos deportes, además», matiza Mercedes, «que en competición amateur los contrincantes nos ayudamos.

El tiro con arco no requiere de grandes aptitudes físicas. Eso sí, exige realizar un curso de iniciación, que en el caso ripense dura cuatro fines de semana o cuatro semanas de tres días de aprendizaje. Las distancias varían. En hombres: 90, 70, 50 y 30 metros. Para mujeres: 70, 60, 50 y 30 metros.

También abundan la tipología de arcos: desde el sencillo tradicional de madera a lo Robin Hood, el recurvado (la pala dibuja una ‘S’ invertida) con materiales modernos (palas de fibra o foam y aleaciones de aluminios o carbono en los cuerpos) o el de poleas, más complejo tecnológicamente: emplea visores de aumento con lente, estabilizadores y desmultiplicador de fuerza para que el arquero sólo soporte un 15% de la fuerza real que se produce al tensar la cuerda.

En este último caso, las flechas pueden superar los 220 kilómetros por hora. Con los de madera, la velocidad es menor y la distancia de alcance más corta. «Lo normal es que una flecha vuele entre 150 y 180 km por hora», apunta Álvaro Hernández, de 40 años, ingeniero cuya modalidad preferida es la olímpica: se tira con arco recurvado y con ayudas al tiro, como visores sencillos y estabilizadores.

DESCONECTAR

Como el resto de compañeros, Álvaro resalta el valor antiestrés de la actividad: «Es un deporte de concentración que te permite interiorizar, evadirte, desconectar y superarte a ti mismo. A nada que te lo tomes un poco en serio vas a empezar a disfrutarlo. Tiene una parte muy atractiva de interrelación con otras personas».

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50 arqueros se forman cada temporada en Rivas:

Según datos de la Federación Madrileña de Tiro con Arco, en la región hay una treintena de clubes. En el de Rivas, los socios menores de 14 años deben acudir acompañados de un adulto. Y es a partir de los 16, cuando uno puede convertirse en socio. Para ser arquero hay que pasar un curso de iniciación. El club suele impartir ocho por temporada: con un promedio de seis personas por cada uno, con lo que cada campaña se forman en Rivas unas 50 personas.

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