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Texto: Ignacio Abad Andújar / Fotografía: Luis García Craus
Lo que más me gusta es meter goles y regatear». Izan Maya tiene ocho años, juega de cierre (defensa) en el equipo benjamín B del club Rivas 95 y se apuntó al fútbol sala siguiendo los pasos de su hermano mayor. Lo mismo que Jaime Torralbo, de 14 años, estudiante del centro educativo Hipatia y ripense «desde nacimiento» cuya afición despertó al ver a su hermano sobre la pista. «Juego desde los nueve años», explica segundos antes de iniciar un partido amistoso con el equipo juvenil del club. ¿El lugar? El pabellón cubierto del colegio público Dulce Chacón, equipamiento que el Ayuntamiento cede para disputar partidos y entrenamientos.
Torralbo entrenó la pasada temporada con la selección madrileña: «No me esperaba esa convocatoria. Figurar entre los 15 mejores de Madrid es lo mejor, aunque finalmente no fui al Campeonato de España». ¿Por qué fútbol sala? «Porque es muy movido, se corre mucho, tiene tensión y tocas más balón que en fútbol 11. Me encanta este deporte». Izan y Jaime son dos de los más de 100 jugadores federados que conforman los nueve equipos del Rivas 95, uno de los dos clubes de la localidad. Otro es Rivas Atlantis, y también funciona desde 2011 la S.A.D Fundar, un equipo encuadrado en las prácticas deportivas para personas con discapacidad.
Rivas 95 existe desde 2008, aunque sus equipos no empezaron a competir hasta la temporada 2009-2010. Una decena de familias ripenses, cuyos hijos jugaban en Boadilla del Monte desde 2005 tras abandonar el Rivas Atlantis, decidieron crear la entidad. «Los padres hacíamos turnos para llevar a nuestros hijos a Boadilla. Pasados unos años, optamos por fundar nuestro propio club», recuerda la presidenta, Carmen Calleja, de 47 años y con dos hijos en el club. «Como todos aquellos chavales nacieron en 1995, decidimos bautizar así al club».
Rivas 95 ha crecido desde entonces. Actualmente coordina las escuelas deportivas municipales de los tres colegios públicos de la zona este: dos grupos de alevín, uno de benjamín y otro de prebenjamín en el Hans C. Andersen; dos de benjamín en el José Hierro y un prebenjamín en Las Cigüeñas. «Son unos cien chavales de entre 6 y 11 años», comenta Alberto López, de 59 años, coordinador de las escuelas desde hace tres campañas y miembro fundador del club. Rivas Atlantis se responsabiliza de los espacios formativos de la zona oeste.
Los aprendices de las escuelas, sin ficha federativa al no disputar competiciones oficiales de la Federación de Fútbol de Madrid, participan en los Juegos Escolares promovidos por la Concejalía de Deportes de noviembre a mayo en formato liga y que engloban a cuantos equipos colegiales lo deseean.
La entidad echó a andar en la temporada 2009, cuenta con nueve equipos federados y coordina escuelas deportivas en tres colegios
En las escuelas aprenden las nociones básicas. «Es un trabajo similar al que se realiza con los equipos federados. La diferencia reside en las exigencias de competición. En las escuelas se está para divertirse y aprender, no para competir. Cuando los chavales empiezan, les enseñas los aspectos elementales: la parada de balón de planta, una de las diferencias con el fútbol 11, o el tiro de puntera. Aprender a parar la pelota y pasarla es suficiente para nosotros», describe Alberto López, conocedor de la materia.
MUCHA TÉCNICA
«Es uno de los deportes donde más importa la técnica. Por eso muchos creen que los chavales deberían empezar jugando al fútbol sala, como hacen los brasileños. Todos hemos visto vídeos de Neymar o Ronaldinho jugando a fútbol sala de pequeños. Es ahí donde cogen la técnica, aunque luego den el salto al fútbol 11», prosigue el coordinador de las escuelas.
Los aficionados al balón pequeño tienen claro que las diferencias con el fútbol 11 resultan obvias: «La mayoría de los elementos son distintos: la superficie, las porterías, el calzado o las reglas. ¿Qué coincide? Que hay que meter un balón en una portería», dice Alberto López.
Entre fichas federadas y escolares, Rivas 95 alcanza ya los 200 participantes: tiene equipos en todas las categorías
Si algo define a este deporte de sala es la movilidad. «Todos atacan y defienden. Cuando un componente se te para, se acabó el equipo [juegan cuatro y el portero]. Se trata de movimientos muy rápidos y con poco descanso. Es más anaeróbico que aeróbico, lo contrario que el fútbol, donde un jugador puede permanecer cinco minutos sin apenas correr. Esa quietud es impensable aquí, como en el baloncesto», explica el coordinador de las escuelas.
FUTURO PROMETEDOR
«Tenemos un proyecto prometedor», aventura el director deportivo, Alberto Gallo, de 33 años y en el cargo desde 2013. «Comenzamos siendo un club de amigos y ahora disponemos de nueve equipos, cuyas plantillas», estima, «se componen en un 50% de jugadores de Rivas. El ascenso del sénior a la categoría nacional 2º B [la tercera del país] nos ha dado un empujón», comenta.
«La entidad tiene ya 14 entrenadores. Y su equipo sénior, que juega en la tercera categoría nacional, pelea por el ascenso»
Al cierre de esta edición, el equipo colideraba el grupo 4, donde se mide a rivales de Valencia, Extremadura, Castilla-La Mancha y Madrid. «Tenemos equipo para luchar por el ascenso. Estamos a dos partidos de finalizar la primera vuelta y sólo hemos cedido un empate», describe Alberto Gallo.
ACUERDO CON EL BARCELONA
Al ser un club reciente con apenas cinco años en competición, el palmarés escasea. Lo más destacado: el subcampeonato de liga y la copa ganados por un equipo cadete hace tres campañas. Otro dato que motiva a la cantera: el acuerdo alcanzado con el FC Barcelona. «No recibimos contraprestación económica alguna», precisa Alberto Gallo.
Pero los entrenadores del Rivas 95 [ahora 14, todos federados y tres con la máxima titulación] reciben sesiones formativas en la capital catalana. Y los chavales que despuntan viajan hasta La Masía, la escuela de las categorías inferiores de los blaugrana. «Si les valen, se los quedan. El año pasado llevamos a cinco jugadores nuestros», se enorgullece el director deportivo.