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Jiu jitsu: la madre de las artes marciales

Una cuarentena de aficionados practican en Rivas el arte marcial que dio origen al judo y kárate. Su responsable, Juan Guervós, es el primer español en alcanzar el 6º DAN por examen en judo y jiu jitsu.

Jiu jitsu: la madre de las artes marciales
Sesión de entrenamiento de jiu jitsu, en Rivas. JESÚS PÉREZ

Texto: Nacho Abad Andújar / Fotos: Jesús Pérez (publicado en ‘Rivas al Día’ de febrero de 2013).

El primer español que ha conseguido ceñirse un cinturón de 6º DAN de judo y jiu jitsu por examen (hay quienes tienen el 7º pero por méritos) enseña en Rivas. Se llama Juan Guervós, tiene 50 años, lleva 37 pisando tatamis y dirige desde su creación en 1998 la sección de jiu jitsu del Judo Club Rivas (fundado a su vez en 1987). Bajo su dirección se forman actualmente 40 personas mayores de 16 años, divididas en tres grupos: iniciación, intermedio y avanzado.

Aunque su popularidad en España diste mucho de otras modalidades como el judo, kárate o taekwondo, el jiu jitsu, que significa «el arte de la suavidad» o «de la flexibilidad», es la madre de las artes marciales. Sus orígenes se remontan 2.000 años atrás en la zona que hoy ocupa la India, aunque fue en el Japón medieval de los samuráis cuando se consagra como disciplina de combate que enseña técnicas de lucha para el guerrero desarmado (a partir del siglo VIII).

A España llegó antes que el judo. Y por Barcelona, donde se fundó el Club Español de Jiu Jitsu en 1906, una entidad que se fusionaría tres años después con el X Sporting Club para dar lugar al actual Club Deportivo Español, cuyo equipo de fútbol es el sexto más antiguo del país.

«A finales del siglo XIX, el maestro japonés Jigoro Kano quita las técnicas mas peligrosas del jiu jitsu y lo convierte en judo», explica Fernando Ortega, segundo responsable de la sección ripense, entrenador y árbitro nacional y 4º DAN.

Tanto él como Guervós destacan que se trata del arte marcial más completo: sus ejercicios incluyen patadas, puñetazos, control de suelo, proyecciones y defensa contra armas. «Es un abanico tan grande de técnicas que no terminas de desarrollarlo en la vida. Supone un estudio continuo», explica Guervós, que ahora debe esperar siete años para que su cinturón suba otro grado. «Pelearemos por ello. No entra en mi cabeza jubilarme al respecto», se reta a sí mismo [el 6º DAN es el segundo máximo alcanzado hasta ahora en España, y el primero por examen, como ya se ha dicho; en judo el nivel es superior: por ejemplo, Paco Lorenzo, maestro nacional y fundador del club ripense, se ata un 8º DAN].

Frente a la percepción de agresividad que pueda suscitar en el profano, el jiu jitsu deportivo apenas representa peligro para sus practicantes, según el segundo de abordo de la sección, Fernando Ortega. «Llevo cinco años como árbitro nacional y solo he presenciado una lesión grave. Y fue al escurrirse un competidor en el momento de entrar a atacar al contrincante», recuerda. «Es un arte marcial muy variado, donde todo lo que se hace está reglado. Y, evidentemente, se establecen una serie de limitaciones en el combate para preservar la integridad de los competidores».

Elvira Pérez es de las pocas mujeres que pisan el tatami de Rivas: representan el 10%. Practicó jiu jitsu hace 20 años. Y la temporada pasada se reencontró con él. «Me encanta. Es muy divertido. Me mantiene en forma, es una técnica de defensa personal, potencia la coordinación y me espabila mentalmente», resume un miércoles a las nueve de la noche, antes de empezar su entrenamiento.

Las clases se imparten en el pabellón del colegio público La Escuela. Antes de ingresar al tatami con el pertinente saludo de respeto, Elvira -que se niega a revelar su edad- expresa sus ganas de progresar. Se señala el cinturón blanco y dice: »Quiero que coja otros colores».

«ME LO PIDIÓ MI HIJO»

El caso de Alfonso Rodríguez, un comercial de 51 años y cinturón amarillo, resulta muy familiar: «Me apunté hace año y medio porque me lo pidió mi hijo. Me dijo: ’Ven conmigo para que no vaya solo’. Él aguantó dos meses. Y yo me he quedado». Entre otras cosas, por el ambiente de «camaradería».

Practicó kárate en la universidad hace 30 años. Pero desde entonces no había lanzado una patada. Ahora se descalza dos veces por semana para recibir sus clases. Y cuando él empieza su jornada de entrenamiento, Juan Carlos Gómez, en nivel avanzado, lo termina. Vive en la ciudad desde 1992, tiene 45 años y practica desde hace siete: se amarra un cinturón azul (aunque en judo es primer DAN). Antes de quitarse el quimono en el vestuario y regresar a casa, resume los beneficios que le aporta este arte marcial: »Cojo fondo y agilidad. Y hay mucho compañerismo».

Camarada de escuela es Edgar Talavera, de 25 años, graduado en Informática y actualmente becario investigador en la Universidad Politécnica de Madrid. Cinturón marrón, su antepasado marcial es el kárate. Pero se queda con la actual: «Donde otras disciplinas se quedan cortas, el jiu jitsu se revela como una modalidad más completa», advierte Edgar.

Aunque las referencias deportivas madrileñas se sitúan en el barrio de Vallecas y los municipios metropolitanos sureños (Móstoles, Leganés o Parla), la sección ripense se consolida: ha alcanzado un número estable de participantes, después de vivir temporadas con problemas de inscripción. Ahora cuatro miembros se ajustan un primer DAN y otro el segundo (además del 4º de Ortega y el 6º de Guervós).

SUBCAMPEONES DE ESPAÑA

El mayor éxito deportivo se ha alcanzado en campeonatos de España júnior, con los bronces de Alejandro Torres en 2008 y 2009 (-85 kg) y de Adrián Mozas en 2008 (-77 kg). Como hito en la gestión, destaca la organización en Rivas del Open Internacional de Jiu Jitsu en 2009 y 2010, la primera vez que contendientes foráneos de prestigio internacional volvían a competir en España tras el Campeonato del Mundo de Móstoles (2004), donde Guervós se colgó la medalla de plata en el concurso de exhibiciones de espada [las modalidades deportivas incluyen los combates y las exhibiciones sin lucha].

A diferencia del judo o taekwondo, no es modalidad olímpica, aunque sí se practica en The World Games, los juegos mundiales de los deportes no olímpicos, que en 2013 viajan a Cali (Colombia). La escena internacional, cuenta Ortega, la dominan rusos, alemanes y franceses. En España: Madrid, Cataluña, Valencia y Galicia.

ANTE TODO, RESPETO

Como sucede en otras artes marciales, sus practicantes destacan los valores que transmite: »Se basa en el respeto al maestro, el compañero, el contrincante y el árbitro. Lo primero que se hace al entrar al tatami es el saludo que simboliza ese respeto», comenta Ortega. Y Juan Guervós añade: »Enseña a valorar el esfuerzo para conseguir un grado más, no solo en el cinturón, sino en la vida: el esfuerzo por mejorar en los estudios, el trabajo o las relaciones personales».

Y todo bajo la disciplina de un arte marcial que, a pesar de las apariencias, se denomina de la «suavidad» o la «flexibilidad». Suave es el jiu jitsu; suave, el tatami.

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