- Texto: Nacho Abad Andújar / Foto: Jesús Pérez (reportaje publicado en ‘Rivas al Día’ de marzo de 2012).
El club de fútbol más bisoño y pequeño de Rivas viste de azul celeste, apenas tiene dos años de vida y baña su nombre en referencias marinas: Rivamar. Lo crearon en 2010 un grupo de padres y madres con la intención de federar al primer equipo benjamín ripense en fútbol 7 (8-9 años). Hasta entonces, los chavales de esas edades sólo podían competir con las escuelas municipales en la liga local, pero no en la regional oficial.
Al calor de esa novedad, otros dos clubes locales de los seis existentes se han animado esta campaña a federar también a sus benjamines: La Meca y la Agrupación Deportiva Pablo Iglesias (ADPI).
Rivamar es club pequeño, integrado por solo tres equipos (34 jugadores y cuatro entrenadores). Los dos benjamines cuentan con diez peloteros por plantilla. El alevín (10-11 años), ya en fútbol 11, con 14. Los benjamines disputan sus encuentros en la sede de Arganda del Rey (en esa categoría la federación madrileña divide la liga en sedes donde se disputan todos los choques, y a Rivas le corresponde la de la localidad vecina). El benjamín A se integra en el grupo 32 (hay 63), y va tercero tras nueve jornadas (cuarto La Meca y quinto el ADPI A); el benjamín B, en el 33, ocupa la segunda plaza, seguido del ADPI B.
Los alevines ocupan la segunda posición del grupo 3 de Segunda Alevín (la cuarta división regional). En este caso, cada partido se disputa en cancha del anfitrión: el Rivamar, en el polideportivo Cerro del Telégrafo (en su grupo, el Escuela de Fútbol Rivas D es octavo y La Meca B, noveno).
Se trata de la entidad futbolera más joven de la ciudad: ésta es su segunda temporada. Tiene 35 jugadores y cuatro entrenadores
La reducida escala del club tiene una justificación: «En principio sólo quisimos poder federar al equipo benjamín. Y preferimos, además, tener pocos jugadores para repartir bien los minutos», confiesa el presidente y entrenador, Antonio Mañas, un taxista de 46 años, en los minutos previos al entrenamiento de una tarde ventosa de febrero, mientras los chavales salen de los vestuarios.
La oferta futbolera ripense infantil está más que cubierta. Hay seis clubes: al trío citado se le suma el Covibar, la Agrupación Deportiva Parque del Sureste y la Escuela de Fútbol. Todos entrenan en los siete campos municipales de fútbol 11 [Rivas fue de las primeras localidades de España en colocar hierba artificial en todas sus instalaciones]. Mañas sabe que la cuota está colmada: «No tenemos sitio para crecer. Surgimos porque creíamos que existía una carencia en la parcela federativa de equipos benjamines. Y queremos mantenernos en estas edades. Pero la demanda para el resto de edades está más que cubierta».
EL FUTURO
¿Y qué pasará con los chavales según vayan creciendo y ascendiendo de categoría? »Los alevines de esta temporada son de primer año, por lo que seguiremos con ellos la próxima». Pero la incertidumbre sobrevuela cuando toque mudarse a infantil (12-13 años).
Una de las señas de identidad del club es su vestimenta: azul claro. Mañas lo describe como «un color ideal para un equipo de niños. Es una equipación bonita y reconocible. Cuando la ves, sabes que está jugando el Rivamar».
POR LAS MADRES
¿Y esa brisa playera en la denominación? «Creamos el club en 2010, antes de partir a la playa, a Benidorm, a disputar un torneo. Y jugamos con las palabras: de Rivas al mar». También supone un pequeño homenaje a las «madres». «Son las grandes sufridoras. Muchas de nuestras mujeres se llaman Marta, Mar, Mari Carmen o Marisa».
El resto del cuadro técnico lo componen Pedro Fernández, de 47 años; Francisco Ramos, de 38, y Andrés García, de 44. Éste último, un supervisor de ascensores, alecciona a los porteros. La tarde que se realiza el reportaje, instruye a cuatro guardametas bajo el larguero: »En el área manda el portero. Nos tiene que hacer caso todo el equipo. El resto de compañeros deben escucharnos. Tenemos que hablar mucho. Se nos tiene que oír. Mandamos a la defensa que suba, que baje. No podemos hablar bajito».
JUGADORES SIN COMPLEJOS
Conscientes de la edad de los pupilos, la formación prima sobre las victorias. «A pesar de la buena trayectoria de resultados, no nos importan las clasificaciones. Somos un club donde primamos el juego, la formación y el compañerismo», explica el preparador Pedro Fernández, empleado de artes gráficas, mientras ordena una coreografía de pases, amagos y fintas.
Lo ratifica su colega, Francisco Ramos, ingeniero de Telecomunicaciones: «Queremos que los niños se formen en un ambiente agradable y divertido, que favorezca su aprendizaje. Formamos a jugadores sin complejos. Les enseñamos los fundamentos básicos: aprender a pasar el balón, tirar a portería, trazar una pared o defender». Que se abaniquen con la pelota, que diría el jefe de Deportes de ‘El País’, José Sámano
«Es un objetivo de tareas», insiste el presidente. «Cuando jugamos partidos no los encaramos en función del resultado, sino con la intención de hacer bien las cosas. Si en uno hemos dado bien cinco pases de diez, en el siguiente hay que mejorar esa cifra. Si practicamos el regate, que cada vez salga mejor y sea más creativo. Pensar solo en ganar perjudica a los niños». Pupilos que nombran a Mesut Özil, Cristiano Ronaldo, Sergio Ramos [la mayoría de los consultados se declara madridista] o Lionel Messi cuando se les pregunta por sus estrellas favoritas.
Son las promesas del Rivamar, el primer club de la ciudad que federó a un equipo benjamín. Una entidad de nombre playero que busca el gol como la ola la orilla.
