La pamplonesa Natalia Lacunza regresa a las fiestas de Rivas y su auditorio Miguel Ríos. Si en 2023 compartió noche con Leiva y Travis Bird, ahora coincide con Ladilla Rusa y el grupo Cariño, el miércoles 14 de mayo (19.30; 15 euros anticipada, 20 euros día del concierto), en el recital que abre el torrente sonoro de conciertos que se suceden hasta el sábado 17. La cantante y compositora navarra (1999), que con 19 años quedó tercera en la edición de 2018 del programa televisivo ‘Operación Triunfo’, ultima su segundo disco de estudio, que publicará después del verano. El primero, ‘Tiene que ser para mí’ (2022), sucedió a un par de trabajos de menor duración: ‘Otras alas’ (2019) y ‘EP2’ (2020).
Con un discurso artístico cincelado de juventud y madurez, atiende la llamada por teléfono mientras disfruta de unos días de asueto con su familia en Budapest. “Ahora estoy paseando por la parte de Pest, en un parque”, relata desde la hermosa ciudad del Danubio antes de responder a las preguntas.
Dijo que este 2025 no la veríamos mucho en conciertos porque el disco saldrá después del verano. ¿Qué le ha hecho aceptar la propuesta de Rivas?
El auditorio Miguel Ríos es un sitio increíble. Ya toqué allí en las fiestas de 2023 con Leiva y Travis Bird. Fue un concierto precioso. Y le tengo mucho cariño. Me apetece volver. Decidimos no hacer muchos conciertos porque llevábamos dos años a tope de giras y este último me he dedicado a preparar álbum nuevo. Y estoy en la recta final. Hay que saber dar su tiempo a las cosas. Y está bien hacer barbecho para volver con todo. Ha habido cinco o seis plazas elegidas para esta temporada, y las fiestas de Rivas es una de ellas. Voy con mucha ilusión. Estoy nerviosita.
«El auditorio Miguel Ríos es un sitio increíble. Ya toqué allí en las fiestas de 2023 con Leiva y Travis Bird. Fue un concierto precioso. Y le tengo mucho cariño. Me apetece volver. Estoy nerviosita»
Del disco nuevo ha dicho que tiene “todo lo mejor de Natalia Lacunza históricamente y algunas Natalias nuevas”. ¿Cómo son esas Natalias?
Hoy en día, los artistas somos bastante eclécticos, bebemos de tantas inspiraciones que estamos constantemente recreándonos y renaciendo creativamente. Y eso es lo que ha pasado con este disco. Y lo que seguirá pasando. He vuelto al pop de una forma muy genuina. Había estado un tiempo experimentando con otros géneros. No me he coartado de nada. Y he hecho lo que me ha apetecido y salido del corazón. Es la única forma de enfrentar un proceso creativo, a través de la libertad y la experimentación. Y han surgido temas con el germen de la Natalia de hace unos años, más pop. La gente va a reconectar con esos temas más parecidos a los singles de ‘Tiene que ser para mí’ [2022], con un carácter más global e intergeneracional. Temas que podrían haber salido hace 20 años. En este disco me he inspirado mucho en música que escuchaba cuando era pequeña, pop de diferentes procedencias de la década del 2000. Ha salido un mix que me encanta. Tengo muchas ganas de compartirlo y ver qué opinan.
¿Esa línea creativa popera puede permanecer o el barco irá recalando en otros puertos de mares muy diferentes?
Nunca se sabe. El pop es lo que básicamente hila todos los palos que toco, tengan más o menos referencias de otros géneros. Es un germen muy concreto en toda la música que hago, aunque me mueva de un lado para otro. El pop vive en mí. Soy una artista pop.
¿Se escribe música también para entenderse a una misma?
Sin duda. La música, como la escritura, la danza o cualquier disciplina artística, es una forma de expresión y entendimiento. Muchas veces escribo canciones desde el subconsciente, vomitándolas. Te sale escribir toda una parrafada de palabras que luego, al tiempo, cobran mucho sentido y entiendes qué te pasaba en ese momento. La música es una forma de sanar, de comprenderme a mí misma. Y creo que para la gente significa lo mismo. Siempre he escuchado música porque me ha hecho entender y conectar con algo que me estaba pasando o para lo que no tenía palabras. Y, de repente, las ves escritas en una canción y se cierra un pequeño círculo dentro de ti. Y es algo que pasa por los dos lados: por el del artista y el del público. Y es lo más bonito que existe.
«Este momento [político mundial] asusta. Debemos estar más atentos que nunca. Y enterarnos de lo que pasa. Pido que se frene esta escalada. Hay un horizonte bastante turbio para muchísima gente»
Otra frase suya: “Tiendo al autosabotaje que flipas”. ¿Ha aprendido a cuidarse mejor?
Sigo en ello. Es una batalla que nunca se termina de librar. Pasa el tiempo, te vuelves más exigente, te aparecen más miedos y dudas, eres más crítica contigo misma. Cada semana tengo terapia y cada semana intento trabajar para quererme más y saber aceptarme. Intentar crear sin juzgarme, que es lo peor que puedes hacer, porque te bloquea muchísimo. Las mujeres tenemos muy metido dentro ese sentido autocrítico. Creo que lo seguiré trabajando siempre.
¿El escenario es un buen lugar para hacer terapia?
Totalmente. Cantar siempre ha sido muy desahogante. Cuando estaba mal en casa, con un día de estrés, me encerraba en el baño y me ponía a cantar con los karaokes de YouTube. Era mi forma de sacar fuera y expresarme. Y sigue siendo de esa forma. Cuando subes a un escenario y cantas tus canciones, si ese día estás pletórica y conectas con el momento y lo que está pasando, literalmente le da sentido a todo.
Han pasado tres años desde su anterior disco. ¿Es de las que sigue creyendo artísticamente en el formato disco?
Estoy muy a favor del disco. Lo es todo. Un single te puede hacer llegar a una audiencia muy concreta durante un período corto de tiempo. Pero un álbum puede hacer que, como artista, cales en el imaginario de las personas. Yo escucho álbumes. Me encantan. Ese ejercicio de voy a contar una historia en 12 o 15 canciones poniendo todo mi corazón en ello. Le tengo mucho cariño al formato álbum. Y la gente de la que me rodeo tiene la misma opinión. La tendencia de la industria es otra ahora mismo. Y es algo que nos ahoga bastante a los artistas. La música, la expresión propia, no puede ir soltando cosas de una en una para ver cuál llega más a la gente. No se puede enfocar de esa manera. Tiene que ser una cosa más cuidada, cariñosa y respetuosa con el proceso creativo, con cómo se aposenta eso en el imaginario de la gente.
«Cada semana tengo terapia y cada semana intento trabajar para quererme más y saber aceptarme. Intentar crear sin juzgarme, que es lo peor que puedes hacer. Las mujeres tenemos muy metido dentro ese sentido autocrítico»
Le dicen Pamplona, ¿y qué le viene a la cabeza?
Pamplona es mi infancia. La tranquilidad absoluta. Y también algo de aburrimiento. A Pamplona voy a desconectar de la efervescencia madrileña. Madrid es una ciudad que no para. Con una energía que puede ser divertida, pero también agobiante. Pamplona es el oasis al que volver cuando necesito separarme de este frenesí.
¿Qué le parece este rebrote de gobiernos vigorosos y machotes?
Tengo miedo. Este momento asusta. Debemos estar más atentos que nunca. Y enterarnos de lo que pasa. Pido que esto no vaya más lejos. Y se frene esta escalada. Hay un horizonte bastante turbio para muchísima gente.
