VIERNES 11 OCTUBRE / 20.00.
Auditorio Pilar Bardem.
Entre 5,50 y 11 euros (ver descuentos).
Compra: web entradas.rivasciudad.es y taquilla (jueves y viernes, de 19.00 a 21.00, y días con función desde una hora antes).
Se puede pagar con el Bono Cultural Joven.
Carlos Hipólito (Madrid, 1956) es uno de los rostros más reconocidos en la escena actual, aunque tampoco ha dejado de trabajar en cine y televisión. Más de cuatro décadas de carrera le avalan y, sin embargo, nunca ha perdido la ilusión ni las ganas de mejorar sobre las tablas. “Sigo preparando todo incluso con más rigor que cuando era más joven”, comenta en esta entrevista, a cuenta de la función con que llega a Rivas el viernes 11 de octubre: ‘Burro’, con texto de Álvaro Tato y dirección de Yayo Cáceres. El suyo es un burro muy particular, porque “su historia es la de la raza humana vista a través de los ojos del burro”. Hipólito celebra la “inmensa suerte” durante su dilatada carrera, con papeles que han sido “un regalo de dioses”.
¿Tiene ganas de venir a Rivas y subir a las tablas del Pilar Bardem?
Sí, he estado alguna vez. Llevo 45 años haciendo giras, así que hay pocos sitios donde no haya estado, pero tampoco está de más volver a algunos lugares. Estoy muy contento de ir.
Su ‘Burro’, en este caso, son muchos burros. Muchos personajes unidos en uno solo. ¿Cómo se hace?
Siguiendo el texto maravilloso que ha escrito Álvaro Tato. Es un texto enormemente poético, muy bonito, con una prosa preciosa y una descripción de personajes absolutamente clara y diáfana. He ido siguiendo el texto con las indicaciones de mi querido director, Yayo Cáceres, y así hemos podido armar este ‘Burro’ narrador que se va transformando en algunos de los personajes de las historias que va contando.
El texto de la obra es actual, pero reivindica la vigencia de los clásicos.
Claro, porque Álvaro Tato ha creado una dramaturgia muy sencilla en la que cuenta la historia de un burro atado a una estaca en una finca abandonada, con un incendio forestal que se acerca. El burro, asustado, se pone a hablar con su sombra y ahí descubrimos que es un burro que tiene 6.000 años, que lleva en el planeta desde siempre y que ha acompañado a los seres humanos desde el principio de los tiempos. Inevitablemente, su historia es la de la raza humana vista a través de los ojos del burro. Y como es un burro muy listo, conoce toda la literatura que se ha escrito sobre ellos, que es muchísima, y va haciendo referencias a fragmentos de algunas de las obras clásicas de la literatura universal y que han tenido al asno como protagonista. Son muchas: las fábulas de Esopo o Samaniego, cuentos, historias o el Rucio de Sancho Panza, hasta llegar al siglo XX con ‘Platero y yo’.
Quién nos iba a decir que un burro iba a ser algo así como una máquina del tiempo.
Es una máquina del tiempo extraordinaria, porque hacemos un recorrido desde el Imperio Romano, pasando por la Edad Media, el Siglo de Oro, el Siglo de las Luces y la revolución industrial, hasta llegar al siglo XX y aterrizar en el siglo XXI gracias a este burro que, moviendo un poco las orejas, mueve esa máquina del tiempo.
Comentaba antes lo del incendio forestal que acecha al burro, que está atado a su estaca. ¿Tan cerca está de arder el mundo tal y como lo conocemos?
Podría ser una buena alegoría, porque estamos en una situación muy complicada desde el punto de vista ecológico, porque nos estamos cargando este planeta. Es más que evidente el cambio que se está produciendo. No sé si será en forma de incendio, pero el planeta está dando señales del daño que está recibiendo. Y por otro lado, en lo social, dentro del ámbito de la raza humana, estamos en un momento muy triste, lleno de guerras, de odio, de polarización.
Ya ha mencionado a Álvaro Tato y Yayo Cáceres. De alguna manera, han remozado la forma de hacer y de ver teatro. ¿Cómo ha sido trabajar con ellos?
Ha sido estupendo. Tenía ganas de trabajar con ellos, porque me gustaba mucho su trabajo. Tuvimos la oportunidad de conocernos y, finalmente, surgió este proyecto. Siempre me encantó, tanto en Ron Lalá como en Ay Teatro, cómo unían unos montajes enormemente dinámicos, con un gran sentido del humor, con mucha diversión y con una calidad literaria en los textos extraordinaria. Supongo que repetiremos.
¿Sigue trabajando los papeles como en sus inicios o los afronta más relajado?
En esta profesión no hay que relajarse nunca, porque este es un oficio en el que vas aprendiendo mucho con el tiempo y vas dándote cuenta de la cantidad de cosas que no sabes hacer. Hay que estar muy alerta siempre. Yo sigo preparando todo incluso con más rigor que cuando era más joven.
Tras una carrera tan larga y solvente, ¿espera recibir regalos como este texto y esta función?
A mí, cada vez que me llega un texto que emociona y me gusta, me parece un regalo de los dioses. He tenido la inmensa suerte, durante estos 45 años, de haber recibido muchísimos regalos de este tipo, hacer personajes magníficos, en proyectos con gente buenísima, y con la oportunidad de aprender mucho. Nunca soñé con que este oficio me fuera a regalar una vida tan hermosa como la que me ha regalado.
Ha hecho de todo en el teatro: desde vender las entradas a encargarse de la iluminación de un montaje.
Sí, claro. Cuando empecé, con un grupo de teatro, en una sala. Y para mí, ser taquillero en aquella sala, era el trabajo más importante de mi vida. Después he montado decorados, he cargadoy descargado, he puesto luces y sonido. Quienes hemos empezado en el teatro estamos curtidos en muchísimas faenas.
Además, es usted espectador de teatro desde niño.
Sí, mucho. Mis padres eran muy aficionados al teatro, aunque no tenían nada que ver con este oficio. Me llevaron mucho al teatro de pequeño y supongo que eso sembró un poco la semilla de mi amor por el escenario.
Iban al María Guerrero, que son palabras mayores.
Ahí me llevaban a ver obras infantiles. Y luego he tenido la inmensa suerte de poder trabajar en ese teatro un montón de veces, como me ha pasado con el Teatro Español, donde también fui de jovencito a ver cosas y después he hecho más de ocho producciones allí. La vida me ha regalado muchas cosas.
En el cine ha trabajado con los mejores: Garci, Saura, Camus, Pilar Miró… ¿Le da vértigo volver la vista atrás?
Da mucha pena, porque algunos de estos nombres que me citas ya no están. Eso es lo que más pena me da. Llega un momento en el que, cuando se cumplen demasiados años y empiezas a mirar al pasado, lo que más ves es la gente que te falta.
