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Dos décadas ‘Recuperando Memoria’: el homenaje más debido

Se han cumplido 20 años de aquel 25 de junio de 2004, cuando la ciudad celebró el primer gran acto de reconocimiento a la resistencia republicana ante el franquismo.

Dos décadas 'Recuperando Memoria': el homenaje más debido
Sobre estas líneas, a la izquierda, la cantante Bebe, que encaró la primera actuación. ESTÁ POR VER

Un solo de trompeta interpreta el himno de Riego. La bandera tricolor en distintos formatos, como banderas, flores o abanicos. Miradas crepusculares, de esas que cuentan tantas historias como arrugas abrazan ya al globo ocular. Y sobre el escenario, una jovencísima cantautora que actúa desarmada de instrumentos, Bebe, con su tema ‘Razones’, justo antes de la lectura del manifiesto por el periodista Carlos Elordi, al filo del atardecer.

Es viernes. 25 de junio de 2004, y estamos en el estadio de atletismo del Cerro del Telégrafo. Acaba de comenzar en Rivas Vaciamadrid el primer gran homenaje colectivo a la resistencia republicana frente al franquismo. Un hito en el camino de la recuperación de la memoria histórica de este país. Tras décadas de olvido, se comenzaba a devolver a tantos hombres y mujeres su lugar en la historia. Emergían de la tierra los relatos tantas veces susurrados en voz baja y a puerta cerrada. Y aquel acontecimiento que adoptó el título de ‘Recuperando Memoria’ quebró el silencio para expresar bien alto reconocimiento y gratitud a los verdaderos padres y madres “de la democracia española”. Y como “20 años no es nada”, esta cifra redonda sirve a ‘Rivas al Día’ para echar la vista atrás y recordar aquella noche junto a sus protagonistas.

Todo comenzó a gestarse doce meses antes, en el verano de 2003. Hacía tres años que la sociedad civil organizada buscaba, desenterraba e identificaba a los desaparecidos de la dictadura con técnicas científicas y sin apoyo institucional. Durante uno de estos trabajos, en Asturias, el precursor del movimiento memorialista del país, Emilio Silva, alumbró la idea en una conversación con su amigo el fotoperiodista Eloy Alonso. “Una noche me cuenta cómo su tío, que había sido preso durante la dictadura, escuchó al presidente de Asturias Álvarez Areces, durante muchos años, decir que iba a hacer un homenaje a los presos políticos asturianos. Y el tío de Eloy se murió años después preguntando, casi hasta el final, por ese homenaje que nunca ocurrió”.

A sus 88 años, Antonia guarda un gran recuerdo de aquel 25 de junio. “Se lo merecían”, concluye.

Aquel episodio dejó a Silva pensando que ese reconocimiento tenía que darse. Y así fue. Dejó su trabajo un tiempo y se empleó a fondo en la organización del macro acto junto a Belén Guerra, de la Fundación Contamíname, al Ayuntamiento ripense y a Evohé Producciones.

En la época anterior a la explosión de las redes sociales, la confección del macro homenaje afrontó diversos desafíos. Por un lado, el concierto, pues sobre el escenario desfiló una treintena de artistas de la música como Pedro Guerra, Javier Álvarez, Ismael Serrano, Lluís Llach, Ana Belén, Miguel Ríos, Víctor Manuel, Aute, Labordeta, Paco Ibáñez o Bebe. Y de la palabra, como Luis García Montero, Pilar Bardem, Almudena Grandes, Ángel González, José Sacristán, Juan Diego Botto, Benjamín Prado, Manuel Rivas o Juan Diego. Fue el propio Pedro Guerra, vecino de Rivas, quien se encargó de contactar con el mundo de la cultura. Él mismo también actuó, con una canción que le brotó casi de forma automática y estrenó en Recuperando Memoria: ‘Huesos’, una letra sobre las exhumaciones de víctimas del franquismo que eriza la piel.

“A las nueve de la mañana había ya una mujer sentada en la grada. Fuimos a hablar con ella y nos dijo que venía al homenaje”

Por otro lado, había que llegar al público más interesado: a las personas mayores que debían recibir el tributo. “Con las octavillas del concierto me fui una mañana a la sede de Comisiones Obreras, en la calle de Lope de Vega, cuando entraba la gente a trabajar. Otra mañana, a la sede de UGT. También repartíamos en algún acto o manifestación. Y teníamos gente en Catalunya, como Ventureta Ballús; en Andalucía, como Ángel del Río o Paqui Maqueda; en Asturias, Ponferrada… que organizaban desde esos lugares y vinieron en autobuses”, explica Silva en conversación telefónica con ‘Rivas al Día’.

Así, aquel viernes por la tarde, Rivas Vaciamadrid comenzó a desbordarse. Según las estimaciones, acudieron al concierto unas 20.000 personas. En una ciudad de, por entonces, 45.000 habitantes. “A las nueve de la mañana había ya una mujer sentada en la grada. Fuimos a hablar con ella y nos dijo que venía al homenaje”, rescata Silva del anecdotario. Había ganas de recuperar la memoria.

Entre esa cifra de asistentes figuraban las 741 personas mayores que nutrían el grupo destinatario del reconocimiento. Para ellos y ellas, con una media de edad de unos 75 – 80 años, se prepararon sillas justo delante del escenario. También, un gran dispositivo médico para atenderles, algo que no hizo falta. “No era el día para flaquear. Fueron algo más de tres horas y no necesitaron asistencia”, recuerda Silva, hoy presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH).

Un ejército voluntario de 250 jóvenes, organizados por la Concejalía de Juventud del Ayuntamiento, se encargó de ayudar a las abuelas y abuelos a sentarse, ofrecerles agua, abanicos y lo que pudieran precisar. Una de las chicas que brindó este apoyo fue la actual alcaldesa de Rivas, Aída Castillejo, que por entonces tenía 18 años.

De esta joven ayuda se acuerda bien Antonia Parra, de 68 años en aquel momento. Natural de Marchena (Sevilla), es hija de un jornalero fusilado. “Fue muy emocionante. Yo llegué en autobús. Había muchísima gente, mayores pero también jóvenes”. Antonia no conoció a su padre. Lo fusilaron un 5 de septiembre. Justo dos meses después, el 5 de noviembre, nació ella. “No sé ni cómo estoy yo aquí”, suspira al otro lado del teléfono, desde su casa de la que ya no puede salir, asegura, por problemas de movilidad. Ella que siempre supo lo que había pasado en su hogar, pues escuchaba cuando hablaban sus mayores, se fue un día a hablar con el alcalde de su pueblo para que le dijera dónde estaban los fusilados de la guerra. “Me dijo que él no sabía nada. Con la asociación de familiares colocamos tres lápidas grandes en el cementerio”, explica sobre el homenaje que rindieron en Marchena a los casi 300 desaparecidos, entre ellos, Antonio Parra Ortega, del que aún hoy nada se sabe.

“Fue todo muy emocionante. Cuando Labordeta cantó el himno, al final, fue algo grandioso, muy emotivo», recuerda Lucio de la Nava

A sus 88 años, Antonia guarda un gran recuerdo de aquel 25 de junio. “Se lo merecían”, concluye.

Recuperando Memoria fue un encuentro de historias. Como las de Carmen Arrojo y su hermano Antonio, quienes escribieron una carta a la organización preguntando si “dos antifascistas momificados” podían acudir al homenaje. Antonio falleció justo un mes después del tributo.

O la de Lucio de la Nava, vecino de Rivas y ex preso político del franquismo de 84 años que asistió con su mujer. “Fue todo muy emocionante. Cuando Labordeta cantó el himno, al final, fue algo grandioso, muy emotivo. También las palabras de José Sacristán, Pilar Bardem o Manuel Rivas, con poesías de Blas de Otero o de Federico García Lorca”, recuerda. Él, que había padecido palizas en la Dirección General de Seguridad [hoy, sede de la Comunidad de Madrid] por parte de la policía política de Franco, se sentó en segunda fila, desde donde disfrutó de “una fiesta maravillosa”. Había quienes temían que aquello “fuera una encerrona” y se sentaron en la grada, más lejos. No fue el caso de Lucio, que entiende bien esos temores. “No hacía tanto que habíamos estado a las puertas de un golpe de estado, en 1981. Todavía se acordaban de lo que habían pasado”, razona.

A lo largo de más de 3 horas intervino una treintena de artistas. Pero también subieron al escenario luchadores antifascistas como los brigadistas internacionales Theo Francos y Bob Doyle, que recibieron aplausos atronadores.

UNA CARTA ANTES DE MORIR
Otra de estas combatientes que habló al público aquella noche fue Piedad Arribas, 16 años presa en cárceles franquistas. Había luchado en la Guerra Civil, en Madrid, con el batallón de Dolores Ibárruri. Fue detenida y condenada a muerte. Sufrió un periplo carcelario que la llevó, entre otros, al penal de Ocaña. Allí conoció a Milagros Garrido y, juntas, aguardaban cada día la voz del funcionario que pronunciaría sus nombres para conducirlas al paredón. La de Piedad nunca llegó, pues su pena fue conmutada por tiempo de presidio. Su amiga no corrió la misma suerte. Y el día que se la llevaron, su novio, Dionisio, que permanecía preso en la parte de abajo de esta cárcel de Toledo, solo pudo verla marchar. Sin un beso. Sin su poema de despedida, que acabó en manos de Piedad y memorizó cada línea.

Por eso, aquel 25 de junio de 2004 Piedad no dudó en subirse al escenario. Tenía algo que contar. Y allí, ante las 20.000 personas que llenaban el estadio de atletismo, a sus 84 años, agradeció la iniciativa, puntualizó que llegaba “un poquito tarde” y habló de la última vez que vio a su amiga: “Os puedo asegurar que cuando la sacaron estaba helada, como si fuera mármol”. A continuación, recitó el poema de Dionisio para Milagros: “(…) Muere tranquila y serena / que yo también moriré / con la sonrisa en la boca, mi pecho como una roca / así te lo demostré (…)”.

Todo esto y mucho más sucedió en Recuperando Memoria, la deuda que contrajo aquel político asturiano con el tío de Eloy Alonso y que quiso saldar Emilio Silva junto al equipo formado para ello. El tributo que adeudaba la democracia con quienes tanto hicieron por la libertad. El homenaje más debido.

Luis Pastor y Lourdes Guerra hicieron volar su mariposa

Ripenses desde hacía cuatro años, la familia Pastor Guerra se volcó en el concierto homenaje Recuperando Memoria. Aquella noche, el cantautor Luis Pastor subió en varias ocasiones al escenario. Una de ellas fue especial: junto a su compañera Lourdes Guerra entonó a capela ‘Mariposa de noviembre’. Y mientras interpretaban el último párrafo, Lourdes coloca un folio doblado delante de sus miradas. Momentos antes, en bambalinas, habían improvisado una nueva estrofa que adosaron a la canción y que ya ha quedado ligado a ella para siempre: “La voz de mi corazón / canta para que mañana / España vuelva a ondear / bandera republicana”.

Veinte años después, Luis recuerda esta anécdota con ‘Rivas al Día’, junto a otras que le atravesaron, como el anuncio de la muerte del cantautor donostiarra Imanol Larzábal. “Murió mientras nosotros hacíamos ese acto”. La noche dejó también momentos “de amistad, de cariño y de confidencias entre escritores, músicos, cantantes y todos los que estaban por allí”. Preguntado sobre cómo se veían las cosas desde el escenario, responde: “Yo creo que no había un escenario. Éramos todos el mismo sentimiento, la misma emoción que se veía aumentada cuando cantábamos”.

Residentes en Rivas Vaciamadrid desde el año 2000, la familia Pastor Guerra tuvo mucho que ver en la llegada de artistas como Miguel Ríos, Pilar Bardem y “amigos de todas las esferas culturales que de alguna manera se ofrecieron para estar allí”.

 

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