GEORGINA CISQUELLA: DOCUMENTAL ‘¿DÓNDE VAMOS A VIVIR?’
Viernes 28 junio / 20.00.
Centro cultural Federico García Lorca: sala Marcos Ana. Entrada libre.
La periodista Georgina Cisquella (Barcelona, 1954) ha desarrollado buena parte de su carrera en TVE y siempre se ha introducido en el mundo del cine a través del documental y con una mirada social. Su trabajo como guionista en ‘El efecto Iguazú’ (Goya al mejor documental en 2003), sobre el campamento en la Castellana de los trabajadores de Sintel, le abrió camino en el cine social, colocando el foco en problemas que parecen invisibles y que, casi siempre, tienen a las mujeres como víctimas.
Es el caso del documental sobre las camareras de hotel (‘Hotel explotación: las kellys’, 2018) o ‘¿Dónde vamos a vivir?’, que acaba de estrenar y que aborda el problema de los desahucios desde la óptica femenina.
Durante la charla, Cisquella insiste en denunciar que “en España hay un problema con la vivienda pública, porque estamos a la cola de Europa”. De este nuevo trabajo y también de su amplia trayectoria se podrá debatir durante la sesión del viernes 28 de junio (20.00, sala Marcos Ana) de las jornadas de cierre de curso de CineLab.
Llega a CineLab con ‘¿Dónde vamos a vivir?’. ¿Dónde tiene el origen este trabajo?
Surgió hace unos cuatro años. Ya había hecho una película sobre las kellys, porque me interesaba el tema del activismo de las mujeres. Fui a una asamblea sobre activismo y vivienda en Carabanchel. Allí escuché muchos testimonios de mujeres que, de alguna manera, demostraban que el problema de la vivienda es un problema para miles de familias en general en España y mucho más grave para las mujeres en particular.
¿Ser mujer es un problema añadido al enfrentarse a un desahucio?
Hay muchas mujeres con trabajos precarios, familias monomarentales en las que las mujeres se tienen que hacer cargo de los hijos mientras trabajan por muy poco sueldo y no pueden asumir pagar una vivienda. Luego me di cuenta de que el 80% o 90% de las personas que asistían al movimiento por la vivienda eran mujeres. También hice un repaso de todos los desahucios que había habido durante diez años: siempre, en las puertas de las casas intentando pararlos, había mujeres. De ahí que ponga el foco en el tema de la vivienda en general, pero de las mujeres en particular.
En ‘En los márgenes’, Juan Diego Botto ya dejaba entrever la importancia de las redes de apoyo que casi siempre ponen en marcha las mujeres.
Cuando empecé a preparar el documental, en la pandemia, fui un día a una asamblea en Carabanchel. Vi al lado a Juan Diego Botto, nos saludamos y resulta que él estaba preparando una película y yo un documental. De hecho, las mujeres que salen de extra en una asamblea de su película son las protagonistas de mi documental, pero en mi caso cuentan sus historias reales. Es más, en mi documental sale el rodaje de la película de Juan Diego Botto. Ha habido una especie de trasvase muy curioso.
¿Cuesta mucho levantar un trabajo como este?
No he tenido ni un duro de subvención ni de presupuesto. Cuesta mucho esfuerzo personal porque prácticamente he sido yo la que ha estado grabando durante tres años. Me he recorrido cantidad de desahucios y manifestaciones del movimiento por la vivienda, a base de mucho esfuerzo. También he contado con el esfuerzo personal de compañeros y con la aportación en una especie de crowfunding de amigos. Cuesta levantarlo y, sobre todo, cuesta moverlo. Estos documentales, que a veces son un poco incómodos, no te los compra una televisión.
Pero el de los desahucios no es un tema marginal en la realidad. Sigue estando ahí.
Mucha gente cree que los desahucios ya han desaparecido, y no es verdad. Sigue habiendo muchos, afectan a miles de familias. El tema de los desahucios fue tan grave en torno a 2012 que tuvieron una repercusión mediática. Incluso a la PAH le dieron un premio. Ahora hemos entrado en el olvido y en la cultura del miedo, de que si te vas a comprar el pan te ocupan el piso. En los discursos de que hay que sacar a palos a los okupas. Hay que vender alarmas de seguridad para que no te echen de tu casa y hay empresas antiokupas. Se ha generado toda una ofensiva donde el miedo ocupa el centro y, en cambio, de los desahucios se habla poco.
Por eso, entre tanto ruido, es importante poner el foco en una realidad que parece invisible.
Claro. Mucha gente podría decirme por qué hago esto, que los desahucios están ya muy vistos. Pero mucha gente no sabe lo que está pasando ahora. Creo que hay que insistir. El problema de la vivienda en este país no está resuelto, se arrastra desde hace décadas. Nunca se ha hecho frente con una política efectiva. Y no valen parchecitos. Se necesita un plan de choque en el que intervengan muchísimos factores. El problema de la vivienda se ha agravado por muchas razones, como la entrada en tromba de los fondos buitre y por la entrada del turismo masivo, con pisos que solo están destinados a especular con el alquiler. Se han disparado los alquileres de una manera brutal. Y ahora la mayoría de los desahucios, hasta el 80%, son por alquiler.
¿Qué le pasa al periodismo de hoy, por qué no aborda estos temas como debiera?
Hay algunos medios, muy particulares, que hacen algún seguimiento. Pero hay muchos intereses en juego. El mundo inmobiliario es un lobby que ejerce mucha presión, igual que los fondos buitre. Todo eso repercute, todo es un círculo de presión que afecta también a los medios.
¿Qué importancia tiene la mirada de una periodista a la hora de hacer cine social?
Hay que salir de la zona de confort que tenemos todos, porque a veces no vemos más allá del mundo en que vivimos. Los temas sociales me han interesado desde siempre. Ya hice ‘Las kellys’, ‘Coca Cola en lucha’, ‘El efecto Iguazú’… Si queremos cambiar un poco la sociedad o las cosas que nos parecen injustas, tenemos que actuar desde nuestro ámbito.
¿Cómo valora la existencia de espacios de encuentro como el programa cultural CineLab de Rivas?
Rivas es una referencia como ciudad. Siempre es una mirada de progreso, un espacio amable, implicado, comprometido. Es un placer estar en CineLab. Podremos debatir tras la presentación del documental. El valor mayor que puede tener la película es generar conversación y debate, poner sobre la mesa un problema que afecta a todo el mundo.