Cuando el pasado 9 de marzo vino a Rivas a ver sobre el escenario a su mujer, Ana Belén, numerosos ripenses se le acercaron a expresarle que ya tenían sus entradas. Víctor Manuel (Mieres,1947) vuelve a la ciudad el próximo sábado 18 de mayo, en una cita “muy especial”, señala, pues sobre el escenario le acompaña la orquesta sinfónica de Rivas Alma Mahler y el Coro de Rivas. Ya le han avanzado que entre estas formaciones musicales hay vecinos que le vieron en su primer concierto en el municipio, tras la inauguración de Covibar, en 1984, una cita que recuerda muy bien. “Actuamos en una zona aún de mucho descampado. Había muchísima gente y se notaba la ilusión de quienes empiezan una vida nueva”, comenta con ‘Rivas al Día’ al otro lado del teléfono, desde su casa en Madrid, donde los últimos días del pasado mes se afanaba en seguir creando canciones. “Y van saliendo”, avanza.
Al concierto del sábado 18 de mayo, en el auditorio Miguel Ríos, presenta su repertorio histórico dentro de un marco sinfónico que otorga a clásicos como ‘El abuelo Víctor’ o ‘Solo pienso en ti‘ una potencia musical que renueva su cancionero.
¿Cómo surgió la idea de actualizar su recital sinfónico?
Hicimos el recital sinfónico en Gijón en 1999, el primer ‘Vivir para cantarlo’. Fue muy bonito pero en esa época aún se grababa con medios precarios. Y en 2021, volviendo de una actuación en el coche lo puso mi ingeniero de sonido. La gente que iba con él preguntó que cuándo se había hecho eso y que había que repetirlo. Cuando les vi me dijeron que había que hacer de nuevo otro sinfónico, y pusimos en marcha la maquinaria, con el mismo director, renovando algunas canciones. Actuamos tres días en Gijón, uno en Madrid, lo grabamos con arreglos nuevos y sacamos el disco. Ahora estamos dando unos 20 conciertos por España y acabamos en noviembre en el Teatro Real. Es otra manera de mirar las canciones. Me apetece mucho, y es muy diferente a cualquier otro concierto que yo haya podido hacer en Rivas en los últimos años.
Actúa con el coro y con la orquesta sinfónica de Rivas ¿Cambia mucho la preparación?
Los ensayos son muy parecidos: tres días con orquesta y coro antes del concierto. En este caso se da la coincidencia maravillosa de que Rivas, que se lleva dando lujos muchos años, y este es un lujo más, tiene una orquesta propia, y eso son palabras mayores. Sé que está recién echada a andar y que suena muy bien.
La sinfónica Alma Mahler cumple, además, su 1º aniversario con este concierto. Será un día de muchas emociones. En Rivas parece que estoy condenado a inaugurar cosas. Cuando no había casi nada ya estuvimos cantando Ana y yo, tras comenzar la primera cooperativa de Covibar, de la mano de Armando [Rodríguez, urbanista ideólogo del oeste ripense] y tanta gente sólida detrás. También cantamos para la otra cooperativa, la de Pablo Iglesias, unos años después.
¿Qué recuerda de esos momentos emergentes?
Recuerdo que aún era todo muy precario. Pero ya se veía la ilusión de la gente que empezaba una vida nueva, y esa potencia y euforia estaba ahí detrás de quienes vinieron, que fueron muchos.
Algunos de aquellos vecinos y vecinas de 1984 siguen aquí e irán al recital del 18 de mayo.
Eso me dijeron. Incluso que hay gente del Coro de Rivas que nos vio en aquellos conciertos, de niños o de muy jóvenes. Tanto Ana como yo nos sentimos muy cercanos a Rivas.
“Muchas de las cosas a las que se asoma la democracia años después, solo pasaban en Rivas”
Otro momento histórico fue el concierto homenaje a los republicanos y represaliados del franquismo, hito del que se cumplen 20 años el próximo junio. ¿Cómo lo recuerda?
Fue muy emotivo, y es que muchas de las cosas a las que se asoma la democracia años después solo pasaban en Rivas. Hay un núcleo de gente extraordinaria, siempre la ha habido y es una alegría regresar allí.
Más de 600 canciones y 55 años sobre los escenarios. ¿Qué es la música para Víctor Manuel?
Una forma de vida, y cuando trabajas en lo que te gusta estás siempre de vacaciones. Te puedes cansar pero no te pesa el trabajo, es un sitio al que vas con alegría. La música es un oficio maravilloso. No hay ningún otro como este donde te aplaudan cada tres minutos. ¿Imaginas un cirujano operando y que cada vez que diera una puntada bien le aplaudiese el quirófano? Pues eso nos pasa. Que después de cada canción nos aplauden mucho. Y en el caso de personas como yo, que soy tímido y me cuesta mucho trabajo estar en una reunión de cuatro personas pero si hay 10.000 no tengo problemas, te ahorras el psiquiatra. Todo lo vuelcas en el escenario. Hablo poco en la vida normal pero mucho en los conciertos, me gusta explicar las canciones, de qué tratan o cómo nacen. La música es un disfrute. Es apasionante.
¿Cómo se controla el ego ante tanto aplauso?
Cuando eres muy joven te vuelves loco, pero con el paso de los años relativizas porque sabes qué es tener éxito y también qué es fracasar. Y en esta profesión también se fracasa a menudo. A veces están brillando en algo que te pasa y otras en un valle profundo. Aprendes a administrar todo eso. Lo que mejor te da la perspectiva de esta profesión es el fracaso, pues de ahí solo se puede ir a mejor.
«Lo que mejor te da la perspectiva de esta profesión es el fracaso»
Ha comprobado cómo ha rejuvenecido su público. Después de tantos años vas teniendo capas de gente que te sigue. Hay gente de los primeros años, de ‘El abuelo Víctor’, pero también hay otros posteriores de ‘Solo pienso en ti’ o ‘La puerta de Alcalá’. Esas capas de gente hacen que el público se rejuvenezca. Tenemos hecho un estudio desde la web y hemos bajado la media de edad de quienes vienen a los conciertos en 10 años. Estamos entre 45 y 50. Eso es mucho. Yo tengo 76.
¿Qué siente al saberse banda sonora de las vidas de varias generaciones?
No tengo el ego inflado y entiendo que hay gente que me ha escuchado desde que sus padres les llevaban en coche a veranear y les machacaban con un casete de ida y vuelta. Te das cuenta de lo importante que es eso. Estás instalado en el corazón y en la memoria de muchas personas. Llevo sonando en la radio desde 1969. A veces con más intensidad otras con menos, pero son muchísimos años. Eso abarca a mucha gente de muchas edades. Y la música es lo más democrático que hay, no tienes que pagar por escucharla si no quieres, y entra sola, no tiene aduana, no es como ir al cine, que tienes que sacar una entrada. La música está ahí y quien quiere la escucha y se queda con ella.
¿Cómo vive la política hoy en día?
Como la vivimos todos, con un poco de espanto. Es deprimente la vida que le da la política a la gente, que no se merece ese maltrato. Pero yo sigo teniendo las mismas ganas de cambiar las cosas que cuando era joven.
«Sigo teniendo las mismas ganas de cambiar las cosas que cuando era joven»
¿En qué momento sintió ese despertar de la conciencia política?
Cuando empecé a tener éxito. Yo venía de una familia de izquierdas, con un abuelo en la fosa común de Oviedo, pero mi padre nunca nos contó nada a mi hermano, ni nos hablaba de política. Se metía en el comedor y con una radio de aquellas grandes escuchaba voces de fuera, Radio Pirenaica seguramente. Pero nunca pasó de ahí. Realmente me enteré de todo lo que había pasado en este país cuando empecé a viajar a América, a Argentina y a México, con unos 20 años. También, no haber pasado por la universidad me alargó mucho los tiempos del conocimiento. Hasta bien mayor veía el telediario y era palabra divina. Pero llega un momento en que empiezas a no comprar lo que te dicen porque ya sabes otras cosas. Y ya desde los 20 años empecé a escribir canciones con las que tenía problemas y no porque estuviesen politizadas sino porque contaba cosas que al régimen no le gustaban, como el derrumbamiento de una mina o de un soldado que no quería pegar tiros. No hacia política, eso vino después.
SÁBADO 18 MAYO / 21.30.
Auditorio Miguel Ríos. Desde 20 euros, en entradas.rivasciudad.es