ARDE BOGOTÁ + GINEBRAS + CARMESÍ
MIÉRCOLES 15 MAYO / 19.30.
Auditorio Miguel Ríos. 20 euros en grada (agotadas) y 25 euros en pista (agotadas).
La conversación con Antonio García (Cartagena, Murcia, 1995), vocalista de Arde Bogotá, empieza y termina en la misma carretera: la A3. No cabe otra opción cuando ha sido ‘Cowboys de la A3’ el disco que les ha subido hasta la cima del rock patrio y cuando la A3 es la mejor vía de comunicación entre su Cartagena natal y Rivas, donde desplegarán su repertorio en el marco de las fiestas de mayo. Será el miércoles 15, “una fecha muy bonita”, acompañados de Ginebras y Carmesí. Antonio García cuenta cómo se gestó su última colaboración con uno de sus ídolos, Enrique Bunbury, con el que han versionado ‘La salvación’. De la salvación del rock, de festivales y del vértigo que produce el éxito hablamos en esta entrevista.
Los Cowboys de la A3 tenían que hacer parada en Rivas.
Sí, sí, bien tirado (risas). Era obligatoria por cercanía, por familiaridad. Además, es una fecha bonita y compartimos el escenario con amigas, con las Ginebras y con Carmesí. Fenomenal. Y luego, por hache o por b, a la Comunidad de Madrid tampoco hemos venido tanto. Hemos hecho unas Rivieras, haremos el Wizink, pero no es tanto comparado con lo que hemos ido a Galicia, por ejemplo, bastante más lejos de la A3.
Más allá de bromas, lo cierto es que el disco ha sido una revolución en el panorama musical. ¿Se lo esperaban?
No. Para nosotros, más que una revolución ha sido un regalo. Un regalo de vida, de vivencias, de oportunidades, de crecimiento, de profesionalización. El regalo es que la gente haya hecho esa música importante.
¿Les ha cambiado mucho la vida en lo personal?
Sí, claro. Cuando hicimos el disco ya no estábamos trabajando en ninguna otra cosa, pero ha cambia todo. Ha cambiado la forma en la que entendemos nuestro trabajo, nuestro futuro, la repercusión que tiene lo que hacemos. Han cambiado muchas cosas, la mayoría de ellas para bien.
Fue en Bogotá donde el grupo entró en combustión.
Cuando acabamos de montar la banda, no teníamos nombre. Me fui de viaje a Colombia a visitar a unos amigos y me llevé las canciones que estábamos haciendo y fue allí el primer sitio donde sonaron. Al volver les conté la historia a los chicos. Y ahora Jota, el batería, dice que fue él quien propuso que se llamara Arde Bogotá. Y le hicieron caso a Jota, según parece (risas).
En todo caso, sus orígenes están en Cartagena. ¿Cómo fueron esos inicios?
Cuando nosotros empezamos, en Cartagena no había demasiados sitios para tocar, pero sí un pub en el que estuvimos varias veces. Éramos solo una banda de amigos tratando de hacer canciones. Lo bueno es que allí estaba la gente de Son Buenos, que son nuestra oficina, Tony y Claudia, y por vecindad se generó la sinergia. A día de hoy seguimos trabajando mucho. Nos ayudaron a visibilizarnos, crecer y hacernos oír. La combinación de cosas es lo que ha conseguido que estemos aquí.
¿Qué papel han jugado los festivales en el rotundo éxito de su banda?
Supongo que uno muy importante. Al final la gran mayoría del público que nos conoce lo hace porque nos vio en algún sitio antes, y ese sitio suele ser un festival. Es importante reconocer a los festivales la labor cultural que tienen de difusión musical y de generar cultura, escena musical, más artistas y más aficionados a la música.
Llenar el Wizink Center en un par de horas dice mucho del momento que están viviendo. ¿Han sentido vértigo?
Continuamente. Esa mañana [la mañana en que salieron a la venta las entradas del Wizink Center], por ejemplo. Al final son cosas desorbitadas que te ocurren y flipas. Hay que tratar de relativizar las cosas, ponerlas en su contexto y darles la importancia que tienen que tener. Y, sobre todo, convertirlas en ganas de hacer algo memorable que esté a la altura del esfuerzo que hace la gente.
Han llegado a versionar a Manolo Escobar. ¿Es irreverencia, cosa de rockeros: qué vieron en ‘Mi carro’ para subirse en él?
Bueno, fue un juego en realidad. Ni irreverencia ni cosa de rockeros. Era cosa de chavales, supongo. Jugamos a hacer una versión, buscamos partir del tema que considerábamos más alejado posible de nosotros y encontramos uno que luego no estaba tan lejos. Así que lo pasamos muy bien.
¿Cómo ha sido la colaboración con Bunbury?
Otro regalo. No es secreto para nadie la admiración que tenemos por él. Por su trabajo, su trayectoria y por los discos que ha hecho y en los que ha participado. Que de repente él se sume a una canción nuestra, confíe en nuestro criterio para armarla y versionarla es espectacular.
En este mundo de autotunes y ruido, han demostrado que el rock tiene ‘salvación’.
No lo ha demostrado Arde Bogotá, es algo que demuestran la gente y el público. Nosotros éramos cuatro más de esos. Somos fans, seguidores de las bandas que nos gustan, locos del rock and roll. Simplemente tuvimos la osadía de tratar de hacer canciones y la suerte de que le interesaran a alguien. No creo que seamos responsables de nada, es más mérito de la gente y del público y de una cultura de conciertos que está creciendo y se está desarrollando en España. Ojalá dure muchísimo tiempo.