- VIERNES 19 ABRIL / 20.00.
Feria del Libro (junto a la biblioteca Gloria Fuertes).
Poca gente recordará cómo en 1990 un barrio de Madrid se declaró independiente de España durante 7 días, viajó a Cuba y Fidel Castro ofreció a sus habitantes ser parte del suelo cubano en la capital. Fue la respuesta de los 200 vecinos de Cerro Belmonte a los planes urbanísticos para desalojar la barriada de la zona hoy conocida como Valdezarza. La lucha vecinal llegó lejos, y ganó. Se anularon las expropiaciones y, con el tiempo, renegociaron condiciones y lograron realojos en pisos cercanos. Esta historia llegó a oídos del músico y escritor David Martínez, Rayden (Alcalá de Henares, 1985), y desde ese marco se vale para hablar de la deshumanización de las ciudades, pero también de la organización vecinal que lucha por entornos más amables.
De todo eso se habla en ‘Votos en contra’ (Suma de letras), la segunda novela de este artista conocido por el gran público en su faceta de cantante y compositor, con ocho discos en solitario, que transita el crepúsculo de su trayectoria musical. En octubre deja los escenarios para dedicarse solo a escribir y, en noviembre, reinicia su existencia con un retiro espiritual en Nepal. Antes, participa en la Feria del Libro, el viernes 19 de abril, a las 20.00, junto a la biblioteca Gloria Fuertes.
¿En qué momento profesional se encuentra?
Justo ahora estoy empezando la siguiente novela, documentándome. Aún estoy sembrando.
¿Cómo es ese proceso creativo?
Leo mucho, pero hay un momento en que siento un chispazo cuando pienso en desarrollar una historia. Me pregunto qué problemática social quiero tratar y, a partir de ahí, construyo una historia poniéndole un disfraz bonito, pero que diga algo. E investigo mucho, hago entrevistas y pregunto para obtener información fiel sobre la temática que quiero abordar. Sobre todo, si quiero desarrollar personajes que tengan una psicología muy clara. Confío mucho en los personajes, en lo que tienen que decir. A veces me dejo guiar por ellos.
Viene a Rivas a presentar ‘Votos en contra’, novela protesta en la que rescata la lucha vecinal del cerro Belmonte. ¿Cómo llega a esta historia?
En el momento en que me mudo cerca de lo que creía que era el barrio de los poetas y nadie le llama así, todo el mundo lo conoce como barrio Saconia. Pregunté y me dijeron que era por la constructora que edificó en lo que antes era una barriada. Me contaron que hasta se independizó de España. Me pusieron un caramelito, un hilo del que empecé a tirar y a descubrir una historia increíble que todo el mundo parece haber olvidado, pero ocurrió. Todo el mundo recuerda los Juegos Olímpicos y de la Expo de 1992 pero nadie se acuerda que dos años antes hubo un barrio que dejó de ser de España y al que incluso Fidel Castro ofreció ser suelo cubano.
«Las canciones, en estos tiempos, parece que cada vez son más cortas, se eliminan los puentes y no se puede ni desarrollar temáticas»
¿Habló con vecinos que vivieron aquello?
Con algunos, sí. Y busqué en la hemeroteca todo lo que me podía servir para verlo desde distintos lados, tanto de los vecinos de la barriada como del entonces alcalde de Madrid, Agustín Rodríguez Sahagún.
¿No se les tomaba en serio pese a la seriedad de la reivindicación?
Era una reivindicación hilarante pero sí es cierto que consiguieron sentar a negociar a Rodríguez Sahagún. Y él seguro que no lo tomó a broma.
Esa forma de organización vecinal, ¿hoy sería factible dada la forma distante de relacionarnos con nuestros barrios?
Creo que lo han hecho muy bien, no solo con nuestros barrios, si no con la forma distante que tenemos de relacionarnos con el que tenemos en frente. Vivimos tiempos en los que no vemos a la otra persona como el otro, sino que vemos a las personas que aparecen en nuestra vida como señales del universo para cosas que tenemos que aprender. Y eso despoja de identidad a quienes tenemos cerca y que tienen sus heridas, problemas e inquietudes.
¿Cómo de importante es conectar con el territorio que habitamos y con sus gentes?
Más que los barrios, son las personas que los habitan. Si no nos ponemos en el lugar de quienes tenemos en frente no nos vamos a sentir representados como comunidad. Y ahí entonces el barrio solo es un cascarón al que se viene alguien a vivir y que puede subir el precio del alquiler y echar a todo el mundo. Y puede hacerlo porque no va a pasar nada porque cada uno piensa en lo que le pasa a él pero no se colectiviza.
¿Cuál es el último libro que ha leído y cuál tiene ahora entre manos?
He leído ‘Mirafiori’, de Manuel Jabois, y tengo entre manos ‘La ley del espejo’, de un autor japonés [Yoshinori Noguchi].
¿Qué recomendaría leer a los políticos?
Voy a pecar de cliché, pero ‘El principito’. Sobre todo la parte del farolero, que es el único que da sin esperar recibir nada a cambio.
“Cualquier lugar donde se celebre que se lea es un motivo para presumir de músculo en las ciudades”
¿Cómo vive estos últimos meses de gira?
Disfrutando mucho y abrazando cada concierto. Y como es con mis amigos, pues es como si fuese una fiesta de cumpleaños.
¿Ya sabe qué hará el primer día tras despedirse de los escenarios?
El primer día no lo sé, pero en noviembre me voy a Nepal. De retiro espiritual un mes. Con colegas.
¿Qué le da el mundo de los libros que no halla en la música?
El desarrollar conflictos, sobre todo los míos. Las canciones, en los tiempos que corren parece que cada vez son más cortas, se eliminan los puentes y no se puede ni desarrollar temáticas. No puede haber un desarrollo y en la novela, sí. Y como cada personaje es una extensión de mí, como si fuesen puntas de estrellas de mar de las que luego crecen otras estrellas, aprendo mucho.
¿Qué le parecen las ferias del libro locales?
Cualquier lugar donde se celebre que se lea me parece que es un motivo para presumir de músculo en las ciudades.
