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Mar Gómez: “La danza vive un momento de supervivencia”

La coreógrafa y bailarina valenciana representa su espectáculo de danza teatro ‘Siempreviva’, un alegato plástico contra el sexismo actual (sábado 12 febrero, 20.00).

Mar Gómez: “La danza vive un momento de supervivencia”
Mar Gómez, autora y bailarina en 'Siempreviva'. FERNANDO PRATS

SÁBADO 12 FEBRERO / 20.00.
Auditorio Pilar Bardem. 11 euros (ver descuentos).
Venta: web entradas.rivasciudad.es y taquilla auditorio (jueves y viernes, de 18.00 a 20.00, y días con función desde una hora antes).

Con el espectáculo de danza teatro ‘Siempreviva’, la bailarina y coreógrafa Mar Gómez (Valencia, 1971) trae a Rivas el montaje que estrenó en agosto de 2021 en el Festival Sismògraf de Cataluña. El título apela a esa planta perenne y resistente que sobrevive a las situaciones más difíciles, como la protagonista de la obra: “Una mujer atrapada en los valores machistas de la sociedad actual. Una realidad en la que conviven, por un lado, el ascendente impulso feminista, y por el otro, un sustrato cultural de un sexismo recalcitrante”, dice su creadora, que hoy reside en Barcelona. Se trata del primer proyecto donde Mar Gómez, que fundó su propia compañía hace 30 años (1992), baila sola. Todo un reto para ella.

¿Quién es Mar Gómez?

Una luchadora. Una mujer muy optimista que siempre tira para adelante. Y eso se nota en los espectáculos. Aunque tratemos temas duros sobre la mujer, el hombre y la tradición como en ‘Siempreviva’, siempre tienen un punto de optimismo, a pesar de los tiempos actuales y los que vendrán. Con 30 años de carrera a mis espaldas, he vivido mucho. Y en este momento me gustaría invitar a la gente a que se acerque a la danza contemporánea y compruebe que puede reírse. A través de la danza se puede transmitir mucho. Y es lo que estamos intentando.

En ‘Siempreviva’ denuncian el sexismo imperante en la sociedad actual.

De manera humorística, el montaje es una denuncia a todo eso que las mujeres aún tenemos que nos viene de la tradición. Ahora somos muy modernas, pero de repente encuentras cosas que te planteas de dónde vienen. Hay generaciones que aún guardamos mucho del pasado. En un primer momento, me documenté sobre aquellas mujeres de la época de nuestras madres que escuchaban en la radio a Elena Francis como si fuera lo más. Esa radio que les instruía sobre cómo vestirse, arreglarse, educarse y ser. Todavía conservamos restos de aquella tradición, aunque seamos muy modernas y estemos muy liberadas.

¿Por ejemplo?

Hay gente que te dice que un moño es elegante. En el espectáculo una voz narra consejos que hemos encontrado en tutoriales de hoy en día, instrucciones sobre cómo ser una mujer encantadora. Aún existen ese tipo de guías formativas.

Esa radio es un elemento importante del montaje, una vía de escape para la protagonista.

Es un tercer personaje que va adiestrando y ofreciendo guías a la protagonista.

¿Cuánto de siempreviva tiene Mar Gómez?

Todo. Soy una luchadora nata. Número uno: soy valenciana. Y ser una mujer en el mundo del espectáculo es ser una siempreviva: apáñate con poca agua.

En un tuit de febrero de 2020 su compañía dijo antes del estreno: “Esta vez Mar la va a liar”.

Es la primera vez que bailo sola. Me daba pánico bailar sola. Así como a muchas bailarinas les gusta esa soledad, a mí me aterraba. No lo había hecho nunca. Y llegó el momento de decir, a mi edad: ahora o nunca. Ha supuesto un gran reto en cuanto a interpretación e historia, una mujer que va sobreviviendo. Además, las cosas que se dicen son fuertes, aunque el humor les quite hierro.

¿Cómo se representan artísticamente los valores sexistas de la sociedad y el impulso de liberación?

En un espectáculo de danza teatro como este utilizo el gesto, objetos, música en directo o los textos de la radio que van guiando. No es un espectáculo solo bailado, es una historia donde recurro a muchos elementos.

Danza, teatro, humor. Es el trío conceptual que se repite en la carta de presentación de la compañía.

Es el sello de la compañía. Nuestra danza no es simplemente movimientos bonitos, vienen muy determinados por el personaje, la historia, la música y el momento dramático del espectáculo. Intentamos utilizar todos esos elementos para crear una cohesión dramática.

Y el humor es un recurso muy potente para deslizar crítica y reflexión.

Ahora mismo precisamos del humor. En el momento que creamos el espectáculo necesitaba reírme de todo esto. Aunque intento abordar temas serios, siempre me sale ese lado valenciano de expresarlos con mucho humor. Ironizar es más educativo, y nos viene mejor ahora mismo.

¿Cómo afecta la pandemia a las compañías de danza?

Yo, en concreto, no me puedo quejar. A pesar de todo lo que estamos viviendo, este espectáculo, por ejemplo, ha ido girando y funcionando. Pero para cualquier compañía de danza o de teatro [crear y representar] ahora mismo es un acto de valentía, remar a contracorriente. Aunque creo que es igual para todos los sectores, también para el panadero.

La compañía trabaja tanto espectáculos de sala como de calle: ¿qué tiene para una intérprete una sala que no tiene la calle y viceversa?

Son dos mundos absolutamente diferentes. A la gente que entra en un teatro la mantienes ahí, centras la atención en esa caja negra y la transportas a un sitio. En calle, la dispersión es mucho más grande, necesitas enganchar al público con otro ritmo, vitalidad y escenografía para que no se vaya. Me parece más fácil un espectáculo de sala que uno de calle. La calle es sálvese quien pueda.

La compañía se creó en 1992. ¿Ha evolucionado mucho la danza contemporánea en estos 30 años?

Muchísimo, no se puede enumerar. Ya tengo un máster en evoluciones y crisis. Te viene una pandemia con 30 años de experiencia y dices: como la crisis de 2007. Relativizas mucho. En estas tres décadas ha ido cambiado todo. La transformación es algo inherente al arte. Sería malo que no sucediera así.

¿Qué momento vive la danza en este país?

Ahora mismo no vive ningún momento. Es un aguanta como puedas. No se trata de crisis o no crisis: es supervivencia. Esta pandemia va a acabar con muchas compañías y mucho mercado. Es muy difícil mantenerse. Aunque la danza también tiene un rastro de superviviente: ha sobrevivido a muchos retos.

Creó la compañía con 21 años, mucha precocidad artística.

Empecé muy pronto en la danza, con seis añitos: esa época en que las niñas hacían ballet y los nenes kárate. Yo era de esas niñas que iban a ballet, para que se les pusiera un tipito bien. Con 15 ya había hecho la carrera de ballet y estaba viviendo en Madrid. Luego descubrí la danza contemporánea y me fui a Barcelona. Hoy no es habitual crear una compañía con 21 años, todo está más organizado. En aquella época era todo más espontáneo. Cuando aprendías y creabas coreografías, ya te convertías en coreógrafa. Ahora, para tener compañía, te tienes que organizar de otra manera. La gente de mi edad lo tenía tan difícil que daba todo un poco más igual: si lo haces lo haces, y si te mueres de hambre sigues trabajando. Hoy la gente joven es diferente: si no hay dinero, igual se trabaja menos. Antes, si yo me tenía que ir de mi Valencia para aprender contemporáneo y comer espaguetis, lo hacía. ¿Cuánta gente joven ahora mismo hace eso? Ha cambiado. No sé si para bien o para mal. Pero es diferente.

Foto: Fernando Prats.

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