Rivas será una de las paradas de la gira española de ‘Los asquerosos’, la adaptación teatral de la novela de Santiago Lorenzo y en la que Secun de la Rosa (Barcelona, 1969) interpreta a Manuel, el protagonista de una historia muy divertida que invita a reflexionar sobre el mundo que estamos construyendo. Le acompaña en el escenario Miguel Rellán: “Un tío en la obra y que, en la vida real, se ha convertido también en un tío para mí”. El auditorio Pilar Bardem recibe a la pareja el viernes 22 de octubre (20.00; 11 euros, entradas aquí).
Llega a Rivas con ‘Los asquerosos’, uno de los mayores éxitos literarios de los últimos años. ¿Cómo ha sido el proceso de adaptación de la novela de Santiago Lorenzo al teatro?
Ha sido un proceso apasionante. El proceso en sí, desde que Santiago escribe ‘Los asquerosos’ hasta que nosotros la representamos, pasa por varias partes. Primero hay una versión de Jordi Galceran y Jaume Buixó, que hicieron la adaptación teatral. Luego llegó David Serrano para dirigir la obra y, durante el proceso de montaje, hubo una especie de segunda adaptación para hacerlo todavía más teatral. Incluso Santiago vino después a vernos y apuntó algunas cosillas, aunque estaba encantado de cómo había quedado la obra.
¿Cuánto tiene Secun de la Rosa de Manuel, el protagonista de la historia? ¿Cuántas veces hubiera querido salir huyendo del mundanal ruido?
Hay una cosa muy curiosa y es que Santiago Lorenzo escribió ‘Los asquerosos’ cuando desistió de su carrera cinematográfica. Él es un poco Manuel, se fue a vivir a un pueblecito donde viven 80 personas, entre Segovia y Soria, y desde ahí escribe. Ahí también recalaron mis padres cuando se jubilaron y reconvirtieron la casa en una cafetería pequeñita para los del pueblo. Un día, hablando con mi madre, me dice: ‘Por aquí viene un chico que se sienta y toma café con nosotros, un tal Santiago que te conoce’. ¡Y era Santiago Lorenzo! ¡Qué casualidad! A Santi le conozco cuando llego a Madrid, le pierdo la pista y me lo vuelvo a encontrar veinte años después viviendo en este pueblecito al lado de mis padres. Justo en esa época me ofrecen hacer ‘Los asquerosos’. Creo que Manuel es más Santiago que yo, pero he cogido muchas cosas de mirarle a él de refilón.
¿Y a cuántos mochufas [término acuñando en la novela] conoce o es capaz de identificar tan solo con mirarlos?
Hay una cosa bonita de la obra. Parece que estos mochufas son los domingueros, los que le joden la soledad, la masa que sigue lo que hay que hacer… Pero también, una vez haces la función un día y otro día, y ya tienes un poquito de autocrítica, te das cuenta de que todos somos un poco mochufas. A mí los mochufas de irse de vacaciones a la torre de Pisa o el gordo con camiseta de gimnasio, en el fondo, me hacen gracia. Me molesta más ser mochufa de los intolerantes, de los que no piensan.
¿Cree que vivimos ajenos a lo esencial?
Sí. Antes del covid, que me vine a vivir al centro [de Madrid], me preguntaba por lo que sucedía: estábamos cada vez más locos. No cabía un alfiler en la Gran Vía, en Callao, en Sol. La gente se pegaba para entrar en un centro comercial. Estaba viviendo una especie de apocalipsis en mi cabeza, viendo en lo que nos estábamos convirtiendo, con los patinetes, los móviles o el Instagram. Era la locura. Unos cuantos eran como buena gente y andaban por la calle evitando no chocarse con los demás, que vamos con el móvil y no miramos a ningún lado. Con la covid todos nos hemos frenado mucho. A ver qué pasa ahora con la gente volviendo a la calle y a la vida.
En ‘Los asquerosos’ se sube al escenario con un grande, Miguel Rellán. ¿Cómo es trabajar con él?
Impresionante. Los jueves hago un monólogo en la sala Mirador, que gestionan Juan Diego Botto y Nur Al Levy. Vino a verme Miguel, que representa a mi tío en la obra y que, en la vida real, se ha convertido también en un tío para mí. Es un grandísimo actor y su metodología de trabajo es muy parecida a la mía. Nos gusta tener el texto muy bien aprendido, ensayar mucho, pero luego cuando llegamos a escena, en cada función y dependiendo de la mirada del otro, hacemos la función viva, sin escaparnos del personaje. Es un señor con una trayectoria profesional y vital ya muy larga. A día de hoy, está rodando su serie, conmigo en la gira de teatro, con sus proyectos futuros… Eso es un aliento, ver a los grandes con esa ilusión, queriendo hacer la mejor función cada día. Es uno de los actores más admirables que he conocido.
Tras el éxito en el Teatro Español, se van de gira. ¿Cómo la afronta?
Hicimos una primera gira que funcionó muy bien. Tuvimos que pararla en mayo y junio por la covid y ahora la hemos retomado. Había programadas un montón de representaciones, más las que no pudimos hacer. Es una obra muy viva, que gusta mucho. Eso te da mucha garantía. Sabes que vas con una historia que al público le conmueve, divierte y hace reflexionar. Vamos contentos, la verdad, casi como si fuéramos un grupo de rock.
Secun de la Rosa es uno de los referentes del cine y de la televisión, pero si por algo destaca su carrera es por haber hecho mucho y muy buen teatro.
Sí. Te lo dirán muchos actores: el teatro es el sitio al que hay que volver. No creo que se sea mejor actor por hacer cine, televisión o teatro. Son tres medios diferentes. Es más, se puede ser un buen actor brutal sin haber hecho nunca teatro. Y se puede ser muy bueno sin haber hecho cine. Pero sí creo que el teatro es la madre. Incluso cuando he hablado con actores que no han hecho mucho teatro, su formación es de teatro. Siempre que se estudia, se tiene que hacer en vivo y en el teatro. Luego tu disciplina te la puedes llevar a lo audiovisual, pero el teatro es la base. Y yo no puedo vivir sin él. Es donde aprendo y la mejor manera de reciclarse, donde siempre estás empezando de cero.
