Entrevista: Irene Chaparro
Charlamos con la actriz María Botto (Buenos Aires 1974), miembro de una de las sagas interpretativas más importante de nuestro país, a la que también pertenecen su hermanos Juan Diego Botto y Nur Levi. Nominada dos veces a los Goya por sus representaciones en ‘Celos’ y ‘Soldados de Salamina’, forma parte del jurado del concurso nacional de cortos del Festival de Cine de Rivas, que se celebra del 17 al 27 de marzo.
¿En qué puede ayudar al futuro talento del cine la celebración de certámenes como este?
Los festivales de cortos son una plataforma maravillosa para quienes quieren dirigir cine y para mucha gente que considera que los cortos en sí mismos son una vía de transmisión de historias y viven de los festivales. En estos tiempos más que nunca, tenemos que arropar a los creadores de historias.
Dedicarse a la actuación, ¿es ahora más fácil o más difícil que antes?
Los actores somos un instrumento para contar historias, las nuestras o las de otros. Ahora mismo, con tanta red social, hay mucha confusión sobre qué es un actor. Se confunde influencer con cómico, o youtuber con artista. Parece que ahora la productoras deben capitalizar y rentabilizar lo máximo posible, y aunque el arte debería de ser rentable, no debería tomarse desde un punto de vista capitalista.
Usted y su familia, aunque de origen argentino, forman parte de una de las sagas de interpretación más importantes de nuestro país.
A mí me sigue sorprendiendo que haya gente que me reconozca, porque yo me olvido, hago mi trabajo y llevo mi vida normal, como todo el mundo. Cuando estás dentro de una familia como la nuestra, te das cuenta de que hay gente que se pregunta cómo debe ser. Somos una familia igual que cualquier otra. Una lo vive normalmente, hasta que alguien de fuera te pregunta si hay algo especial.
Es bastante activa en Twitter: el año pasado fue usted viral por decir que no todos los políticos son iguales.
La cuestión no es que todos los políticos son iguales, sino que hay gente que nos repite constantemente que todos los políticos son iguales porque hay que crear caos. La información que recibimos no es objetiva porque está subjetivizada por los poderes económicos. Quieren que del agotamiento y de la rabia claudiquemos y pensemos que todos son iguales.
¿En esta época se confunde libertad de expresión con el todo vale o nos estamos autocensurando más que nunca?
No hay ningún problema con la libertad de expresión, sino con la lectura que hace la justicia de la libertad de expresión. Solo hay que mirar la historia, después del crack del 29. En esa gran crisis económica la ultraderecha creó caos, y es lo que está sucediendo ahora con las noticias falsas, porque es muy fácil desinformar y pervertir el lenguaje. Por eso hay que ver a quién favorece esto, y es a los poderes económicos.
Su padre fue uno de los desaparecidos de la dictadura argentina. El caso sigue abierto. ¿Por qué es tan difícil hacer justicia en causas como la suya o los represaliados del franquismo?
Mi padre no ha sido encontrado, pero nosotros sí hemos podido testificar en los juicios y se han juzgado a los torturadores y se siguen juzgando, aunque algunos siguen en la calle y vaya para largo. En Argentina se está haciendo un gran esfuerzo por encontrar a los desaparecidos, sin embargo aquí, con la Transición, se pasó página silenciado a una España muy dolida. Llega un momento que la necesidad de enterrar a los muertos es más grande que el miedo, y supongo que en la Transición no se contó con eso. El afecto es más grande que el miedo a las represalias, y ahora la siguiente generación, que no ha vivido con tanto miedo, quiere recuperar a sus muertos.
En su carrera abundan los personajes con carácter y sin mordazas, ¿cuánto hay de usted en ellas?
Algo de mí seguramente hay, aunque siempre me he sentido pequeñita e indefensa, pero debo dar una imagen de alguien muy fuerte. Hay algo muy independiente en mí, que hace 20 años no era tan normal, porque entonces existía una visión muy masculina de qué era una mujer fuerte y qué una mujer débil. En la última década esto está cambiando gracias a los papeles que empiezan a escribir las propias mujeres. Aún nos queda mucho trabajo, porque todavía a partir de los 40 años nos siguen escribiendo papeles de amargada o borde. Cuanta más presencia femenina con un punto de vista feminista haya, más cambiarán los papeles y las historias de las mujeres.
