Entrevista: Álvaro Mogollo
El coreógrafo madrileño Alejandro Molinero pone en relieve la riqueza de las distintas formas de danza que alberga la geografía ibérica con el espectáculo ‘Tela, catola… Danza española’, un relato que tiene a los juegos populares como hilo conductor. Tras unos meses de máxima dificultad por la pandemia, por fin pueden ensayar con cierta normalidad y subirse a los escenarios. El viernes 23 de octubre llega al auditorio Pilar Bardem (20.00; compra de entradas: 11 euros, ver descuentos).
¿Qué se encontrará el público que acuda a ‘Tela, catola… Danza española’?
Se va a encontrar un espectáculo de una compañía de ocho bailarinas de danza y flamenco que versa sobre los juegos populares de ayer y hoy. Y mediante el lenguaje de la danza española hemos transformado la historia de Carmela Castañuela, una niña a la que al principio no dejan jugar.
¿En qué categoría se podría encuadrar el espectáculo?
Dentro de la danza española hay cuatro categorías, que son la escuela bolera, el folclore, la danza estilizada y el flamenco. Y en este espectáculo hay fragmentos de todas ellas.
¿Qué importancia tiene divulgar y conservar los estilos tradicionales de danza?
Es importantísimo porque ahí están representadas las raíces de los pueblos. Las danzas se utilizaban además para muchas cosas: bodas, rituales, carnavales y otras formas de expresión. En cada pueblo o comunidad de España, existe al menos un estilo diferente, y hay que cuidarlos porque es el legado que nos dejan las generaciones anteriores.
¿Está reñido con la fusión?
No tiene por qué. Podemos traer los estilos del pasado a la actualidad y hacer revisiones de distintos aspectos, como la escenografía o investigar para incorporar otros elementos que puedan enriquecerlos y hacer que evolucionen, adaptados a los tiempos actuales, pero con el lenguaje de la danza de toda la vida. Sin olvidarnos de cómo se hacían antes.
¿Cuáles han sido sus referentes?
Antonio el Bailarín, que me parece un genio no solo del baile sino de la escena en general, y la maestra Pilar López. Y luego, dos personas que me han dado clases a mí: los maestros Javier Latorre y Paco Pozo.
¿El flamenco ha llegado a estar denostado en determinados momentos?
Sí, cuando se ha asociado con temas políticos u otras cuestiones que nada tienen que ver con la cultura, con intención de minusvalorarlo. Pero el flamenco es un arte propio, es patrimonio de la humanidad y lo disfrutan en todos los continentes.
¿Cuál es la salud del baile flamenco actual? ¿Ha experimentado un mayor interés por aprenderlo?
La cultura en general en España no tiene buena salud, pero el flamenco, en concreto, sí. La danza española, no, porque cuesta más venderla y es menos conocida, sobre todo en España; fuera se conoce bastante. Hay que tratarla con mimo y cuidarla bien. Tenemos una generación de personas dedicadas al baile y la coreografía que hacen cosas muy interesantes en el flamenco, pero no debemos descuidar la danza.
¿Cuál son las claves para ser un buen bailaor o una buena bailaora?
No olvidar de dónde venimos. Ha habido gente que lo ha hecho muy bien en el pasado y hay que aprender de esas personas. Y mucho interés por seguir aprendiendo y no considerar que ya lo sabes todo. Hay que estar dispuestos a darse alguna leche para seguir mejorando, porque, al final, lo que pesa es el aplauso del público, y eso no se logra fácilmente. Así que tesón y ganas, que creo que es algo innato en el baile.
¿El sentimiento flamenco se adquiere o viene innato?
Pueden ocurrir ambas cosas. Porque la gente extranjera que no lo ha vivido desde la infancia lo acaban adoptando como un modo de vida y ya no puede vivir sin él. Entonces es un sentimiento adquirido también. En España es innato por la cultura que tenemos, y si te rodea un ambiente flamenco, entiendes de forma más sencilla los ritmos y las dinámicas propias.
¿Cómo han vivido la situación derivada de la pandemia?
Fatal. La danza es la hermana fea de las artes, y para bailar y ensayar hay que estar muy cerca de otra persona. Además, los primeros espectáculos que se han suspendido son los de danza. Y no los posponen para otra fecha, sino que los cancelan de forma definitiva. Además, no podemos ensayar en cualquier sitio y nos faltan espacios y visibilidad, porque hacerlo en casa, sin compañía, y teniendo que zapatear o tocar las castañuelas, se hace muy difícil, lógicamente. Ahora estamos trabajando como si fuera la primera vez que nos vamos a subir a un escenario y valoramos todo mucho más después de tanto tiempo de parón.
¿Cómo han ensayado?
Siguiendo las medidas de seguridad y llevando mascarillas, aunque en las funciones no las llevemos.
¿Es el arte y la cultura un sector en riesgo?
Todo el mundo ha consumido espectáculos desde casa durante el confinamiento, pero parece que las estructuras se desvanecen ahora por la histórica falta de medios. Sí. En España no valoramos que tener cultura es tener sabiduría. Y si van a recortar en algún ámbito, será de la cultura, sin considerar que es eso lo que nos hace libres. Y la cultura española se valora mucho más en el extranjero que aquí. Las personas que nos dedicamos a esto también deberíamos plantearnos llevar a cabo más trabajo de oficina, porque nos gusta estar ocho horas ensayando, pero también deberíamos sentarnos en una mesa a pelear por nuestros derechos y organizarnos de manera inteligente.
