Entrevista: Álvaro Mogollo
El cantautor Luis Pastor (Berzocana, Cáceres, 1952) lanza su nuevo trabajo ‘La paloma de Picasso’, un álbum en el que homenajea a figuras como Lorca o Miguel Hernández y en el que reivindica el poder de la comunicación. La presentación de su disco estaba prevista para el 12 de mayo en el auditorio Pilar Bardem de Rivas, localidad de la que es vecino desde hace mucho tiempo. A sus 68 años se siente joven pero no esquiva las certezas de una vida que considera que habría que replantearse en momentos duros como los que depara la crisis sanitaria.
¿Cómo ha pasado los meses de confinamiento?
Como todo el mundo, con resignación y sin miedo. Vivir con miedo es malo y, a veces, es utilizado para otras cosas. Pero también con responsabilidad. Para la gente que se dedica al arte, la reclusión muchas veces no significa un sacrificio porque estamos acostumbrados a estar en soledad en casa. Hacemos un trabajo sin tiempo, sin prisa, con espacio para reflexionar, para replantearse la vida. Y eso ahora lo está experimentando mucha gente, aunque no esté acostumbrada. Mi manera de vivir tiene esa necesidad de estar encerrado sin que nadie me lo ordene. La vida nos ha golpeado, pero sale reforzada la parte más humana de alguna gente. De otras no, como hemos visto en la calle de Núñez de Balboa de Madrid, que no han aprendido nada de este encierro.
¿Qué le suscita ver esas imágenes?
Rabia y pena. Y, al mismo tiempo, un sentimiento de indignidad. En otros barrios como Vallecas y Aluche la gente está haciendo cola para obtener comida soportando una situación muy difícil. Esas protestas sacan la España más rancia. Vi a una señora mayor diciendo que con Franco nunca le habían retenido en casa ni le habían recortado sus libertades. Y me pregunto en qué planeta vivió. A miles de seres humanos la dictadura les partió la vida.
¿Qué le parece intentar sacar rédito político en lo más crudo de la pandemia?
Me parece que desprestigian la clase política. Era el momento de ‘todos a una’, de olvidar ideologías y barreras y arrimar el hombro para salir adelante en una situación inaudita en la que no sabemos a qué vamos a estar abocados económicamente. Todo el mundo tiene gente cercana involucrada; en mi caso, mi padre, que falleció en marzo. Pero más allá de las pérdidas personales, era el momento de mostrar la valía. Creo que la oposición no está a la altura de la realidad que estamos viviendo, siguen jugando desde la descalificación. La derecha nunca admite que puedan ser otros partidos los que gobiernen porque creen que les pertenece el poder de este país.
¿Si las ayudas comunitarias son en forma de préstamo, pagará el pueblo doblemente las consecuencias de algo imprevisible?
La crisis la vamos a pagar, ponga el dinero quien lo ponga. Y ya lo estamos haciendo. Es una situación mundial catastrófica y quizá sería el momento ideal para que se replanteara el sistema, la forma de vida, el capitalismo. Podemos salir de esta siendo mejores personas, pero dada la vorágine y la forma de vida, eso nos durará una semana en el pensamiento. Todo va a seguir como era antes.
¿Qué se va a encontrar el público en su nuevo trabajo?
Se suele poner título a los discos a raíz de una de las canciones que conforman ese trabajo. En este caso, es ‘Paloma de Picasso’, símbolo, como todo el mundo sabe, de la paz que se consiguió después de tantos millones de muertes tras la Segunda Guerra Mundial. En este álbum hay un escrito en el que pido la paz, la palabra, el amor, la poesía y la ternura. De alguna manera, en estos tiempos más que nunca nos hace falta mirarnos desde esas cosas. Es un disco hecho de temas sueltos que conllevan una unidad. Con letras mías y de grandes poetas en cinco temas.
¿Títulos y autores?
La canción ‘Mariana Pineda’, que canto con Carmen Linares, de Lorca; ‘Por tu pie, la blancura más bailable’, de Miguel Hernández; ‘No te salves’, que está grabada con Javier Ruibal, de Mario Benedetti; ‘Si salgo un día, mi casa no tendrá llaves’, cantada con Lourdes Guerra a dos voces, es de Marcos Ana; y ‘Nube negra, de Luis García Montero y la canto con Ismael Serrano. El disco se ha grabado en Rivas, en la casa del teclista canario Luis Fernández. También en el estudio de Carlos Martos en Rivas, donde grabamos todas las bases con baterías, bajos y guitarras junto a mi hijo Pedro y su grupo Los Locos Descalzos. El resto se ha grabado en Madrid en el estudio de Mariano Díaz, teclista de Víctor Manuel y compositor de obras de teatro. Han colaborado músicos como el saxofonista Andreas Prittwitz, Diego Galaz, que ha tocado violín y mandolina, o el acordeonista Cuco Pérez. Todo desde la cercanía y el cariño. Con pocos medios, pero con mucha madurez.
¿Ser un cantautor reivindicativo alejado de los focos más comerciales es una pena o un privilegio?
Yo creo que es un privilegio. Porque soy un ser libre y he comprado mi libertad con decisiones que tienen que ver con mi forma de trabajar y de entender la canción. No dependo de nadie y nadie me dice lo que tengo que hacer. Evidentemente pagas un canon por la persona que eres y has sido a nivel político o reivindicativo. Y este disco tiene una carga social en mis textos. ‘Los hijos de España’ está dedicado a los supervivientes republicanos de los campos alemanes y la compuse para un documental de Alfonso Domingo. ‘Cambiar el mundo’ es una reflexión personal sobre la autocrítica que pienso que nunca ha hecho del todo la izquierda. ‘Náufrago de las estrellas’, que tiene música de Joao Afonso, es un tema a aquellas personas que siguen jugándose la vida para llegar a España y conseguir una vida digna, o indigna en muchos casos. Creo que desde el amor y el desamor hay canciones que nos tocan. Cantar al amor en estos tiempos también es reivindicativo.
En las últimas semanas se han marchado dos referentes de la justicia social como Luis Eduardo Aute y Julio Anguita. ¿Cómo lo ha vivido?
Creo que siempre que alguien de valía y que haya significado algo, desde el lado musical, poético y creativo en el caso de Aute, y desde el punto de vista social y político en el de Anguita, es una pérdida para nuestras vidas y para lo que ellos hubiesen seguido produciendo. Pero también siento que estoy en esa fila. Me siento joven y vital, pero la vida es así. Siempre se siente un pellizco porque, además de la pena por esas personas, hay un espejo personal que te toca.
¿Cómo valora iniciativas culturales locales como Micro Abierto?
Micro Abierto ya es un clásico. Mi hijo Pedro lo planteó con más músicos y se inició con buena aceptación. Que los chicos y chicas con ilusión por aprender canciones, y quieren hacer de ellas una herramienta de amistad, tengan un espacio y un escenario es importante. Creo además que de este encierro van a salir muchas personas que están mejorando su música aprendiendo desde casa.
