* AVISO: el Festival de Cine de Rivas se pospone ante las medidas extraordinarias que ha habido que adoptar por el COVID-19. Cuando se concrete una nueva fecha, se informará de la misma.
Entrevista: Álvaro Mogollo
El cómico albaceteño Raúl Cimas presentará la gala de clausura del Festival de Cine de Rivas, que se celebra el sábado 21 de marzo. A sus 43 años, este licenciado en Bellas Artes, vive un momento dulce como uno de los estandartes del humor surrealista en España. En las dos últimas décadas ha formado parte de programas de culto del género como ‘La hora chanante’, ‘Muchachada Nui’ o ‘Museo Coconut’. Entre sus múltiples proyectos, es habitual verlo en exitosos espacios televisivos del momento. En su apretada agenda, consigue hacer un hueco para responder las preguntas de esta entrevista.
Este año presenta la gala de clausura del Festival de Cine de Rivas. ¿Qué importancia tiene el cine para Raúl Cimas?
Mucha, claro. Cuando era niño iba con mi madre a las carteleras a ver las que eran toleradas para público infantil y elegíamos qué películas íbamos a ver esa semana. Y la primera vez que entré en un videoclub, me pareció lo mejor que se había inventado. Luego, poder vivirlo desde dentro, aunque fuese un poco, fue como ver las pirámides en persona.
¿Qué películas rememora habitualmente?
Hay películas que, si me las encuentro zapeando o mirando en la guía, las veo aunque ya las haya visto cien veces. Me pasa con ‘Uno de los nuestros’, ‘Atrapado en el tiempo’, ‘El resplandor’ o alguna de Hitchcock. Hay muchas más. En casa hacemos ciclos y nos vemos en un fin de semana unas cuantas de Billy Wilder o de terror. De lo que sea.
¿Prefiere el humor en formato televisivo, en cine o sin red delante del público?
Todo. Y también en cómic. Las risas que me echaba con ‘Mortadelo y Filemón’ o ‘Astérix y Obélix’. O después con ‘El Jueves’ o Forges. Ahora, el formato ideal para el humor es unas cañas con tus amistades.
Es albaceteño, fuente emergente de cómicos. ¿Casualidad o tiene explicación?
Bueno, en nuestro caso (Joaquín Reyes, Ernesto Sevilla, Pablo Chiapella, etc) es que llegamos juntos, como un pack de yogures de oferta.
Además, todos comparten en su estilo la afición por lo surrealista. ¿Beben de la escuela de José Luis Cuerda?
Claro. Era un genio. Joaquín Reyes y yo pudimos participar en su película [‘Tiempo después’, secuela de ‘Amanece que no es poco’] y lo decíamos todo el rato: “Joer, aquí estamos… Qué fuerte”. Además fue siempre muy cariñoso con nosotros.
¿Existen límites en el humor?
Eso es un nombre que se da a la libertad de expresión para poder debatir sobre ella sin asustarte de lo que estás haciendo. A mí, y la persona que me haya visto un poco lo sabe, no es lo que me va, pero entiendo que hay gente que disfruta con un humor más agresivo o más negro, o como quieran llamarle. Que cada persona consuma lo que quiera y que se salvaguarde a los niños y niñas de ese material. Pero es insultante para la inteligencia decirle a una persona adulta qué no debe ver.
¿Hace diez años era más sencillo hacer humor sin filtro?
No lo creo, lo sé. Y hace 20, más. Vamos, ese debate no existía. Y, sin embargo, el humor era menos agresivo, creo. Es como intentar tapar un agujero por donde cae agua mansamente: por las aberturas que quedan sale el agua a presión. A mí, que empecé hace mucho y también he dicho disparates, me hace más feliz cuando hago un gag inofensivo que funciona.
Antes de dedicarse al humor, estudió Bellas Artes. ¿Hay similitudes entre ambas disciplinas?
Sí, claro. En el arte hay mucho humor. Y el cine es uno de los sitios en los que acaban trabajando estudiantes de Bellas Artes. Además, ahora hay gente haciendo un trabajo especialmente bueno en este sector. Tanto en el cine como en la tele.
¿Se toma la vida muy en serio?
Hay días para todo. Tampoco soy fan de la vida loca, porque la he vivido y no es para tanto.
¿Hay humor bueno y malo, o simplemente todo es humor?
Yo creo que hay humor bueno y humor malo. Pero el humor malo, si lo haces bien, puede ser más gracioso que el bueno.