12 ABRIL-3 MAYO. Centro cultural García Lorca (sala de exposiciones). Lunes a viernes: 11.00-13.00 y 18.30-20.30. Visitas guiadas: por la asociación Ripa Carpetana (presente en la sala).
La obra sobre papel de Benjamín Palencia (Barrax, Albacete 1894¿ Madrid, 1980), menos conocida que su obra sobre lienzo, tiene un recorrido propio, independiente y de gran interés que se va a poder disfrutar ahora en Rivas.
El centro cultural García Lorca acoge del 12 de abril al 3 de mayo una selección de obras sobre papel de este pintor, fundador de la Escuela de Vallecas junto al escultor Alberto Sánchez. Se trata de una exposición que pertenece al catálogo de la Red Itiner de la Comunidad de Madrid.
La larga vida productiva de Palencia y un espíritu artístico inquieto hacen que su recorrido, además de extenso, sea rico en diversidad de estilos, temas y técnicas, como se puede apreciar en las obras que forman la exposición. Artista autodidacta, tras su llegada a Madrid en torno a 1909-1910, inició su formación como copista en El Prado siguiendo el rastro de los pintores españoles más destacados de comienzos del siglo XX.
Las primeras copias de los grandes maestros de la pintura española, sus paisajes urbanos de Madrid, la influencia poética de Juan Ramón Jiménez, algún ejercicio cubista y su primera incursión levantina desembocan a finales de la década de 1920 en su etapa más vanguardista, con influencias picassianas y surrealistas en dibujos y collages.
Es la época en la que, junto con Alberto Sánchez y otros artistas jóvenes que dieron la espalda a París, forma parte de lo que, mucho tiempo después se conocería como la Escuela de Vallecas. Es también la época de colaboración en La Barraca de Lorca, de la que nos han quedado los figurines para su versión de ‘La vida es sueño’, de Calderón, además del emblema del grupo.
En la década de 1940, Palencia se centra en el campo, y de manera especial en el paisaje árido de Vallecas y en su infancia y juventud. 1948 es un año de experimentación sobre papel, con dos series numerosas de cabezas -una a tinta y otra con gouache, de gran colorido-, algunas obras de un carácter más lúdico, y el uso de técnicas como dripping y rasgados, utilizadas anteriormente en sus óleos.
Manteniéndose fiel a sus plumillas hasta el final, a partir de los años 60 nuevos materiales -arcillas y rotuladores, de los que logra extraer un color vibrante- ponen punto final a casi 65 años de creación continua.