SÁBADO 23 MAYO / 20.00. Auditorio Pilar Bardem. 12 euros. Anticipada: entradas.rivasciudad.es y taquilla (jueves y viernes, 19.00-21.00).
Texto: José Luis Corretjé
Vuelve la danza a Rivas, al auditorio municipal Pilar Bardem, el sábado 23 de mayo, de la mano de uno de los creadores más prestigiosos de la escena madrileña, Chevi Muraday. Premio Nacional de Danza en 2006, Muraday apuesta por un elenco mixto en el que pone sobre el escenario a bailar a siete artistas: gente del teatro y bailarines y bailarinas.
Estrenado en octubre pasado en Las Naves del Español, y tras pasar por otras plazas de prestigio como El Matadero, ‘En el desierto’ plantea la desesperación de un grupo de seres sin rumbo, que navegan a la deriva sin saber qué les deparara el futuro y que transitan por el presente con la única preocupación de sobrevivir, cueste lo que cueste.
Durante el transcurso del espectáculo, los protagonistas de esta descripción descarnada de un mundo en el que nadie es amigo de nadie, se dan cuenta de que la mejor fórmula para seguir adelante reside en unirse y hacer causa común.
Destaca en la propuesta la entrega y valentía de Ernesto Alterio, un intérprete muy sólido, con una larga trayectoria actoral, tanto sobre las tablas como en la gran pantalla, y que en esta oportunidad ha asumido el reto de combinar su madurez interpretativa con la danza.
Tanto él como Maru Valdivieso, otra cara conocida del teatro, sorprenden en esta nueva faceta y superan con nota la prueba que se supone moverse en una disciplina artística que no es la suya.
En el caso de Alterio, cuentan que se preparó para el proceso de nueve meses de preparación para este montaje tomando clases de danza contact improvisación (una disciplina que nace de la danza contemporánea, a finales de años sesenta, en Nueva York) en un conocido estudio de la capital. La técnica contact está muy presente en varios pasajes de las coreografías de Muraday.
De la dirección teatral se encargan Guillem Clua y Pablo Messiez, otro de los directores teatrales jóvenes más valorados del momento, en una obra que se sustenta en una escenografía sencilla, basada en un artefacto que se va metamorfoseando según lo requiere la obra.
En la obra se suceden pequeños fragmentos de texto, al ritmo de una música siempre presente. Todo ello convive con un intenso trabajo basado en una investigación colectiva de las posibilidades del cuerpo en movimiento que lleva al espectador a interpretaciones diversas sobre lo que está viendo.