- Entrevista: José Luis Corretjé// Foto: AquíseDanza
Estos dos bailarines profesionales, una donostiarra y un holandés, formados en compañías internacionales de tanto prestigio como la de la gran Pina Bausch, en un momento de sus vidas decidieron abandonar los escenarios para dedicarse a experimentar con el enorme potencial que alberga un grupo de seres humanos bailando juntos. Ahora llegan a Rivas para ensayar, durante una semana con 60 ripenses de todas las edades, y mostrar al séptimo día el resultado sobre un escenario.
«Si las personas pueden bailar juntas, pueden vivir juntas». ¿Ésta es sólo una bonita frase o han experimentado que puede convertirse en realidad?
- Wilfried: Desde nuestra experiencia trabajando con jóvenes en institutos, por ejemplo, te puedo decir que cuando allí hay gente que se molesta o se insulta y les ponemos a bailar juntos, seguidamente se abre la posibilidad de que hablen. Les pasa a otra gente que está involucrada en proyectos parecidos al nuestro: cuando la gente baila junta no tiene problemas en comunicarse. Hay un ejemplo que explica muy bien esta frase. En Jamaica, hace algún tiempo, había una calle conocida por ser un centro de tráfico de drogas y de violencia. La gente que vivía allí decidió juntarse, una vez a la semana, para bailar. Después de un par de meses de esta experiencia, esta calle se convirtió en la más preciosa del país.
A veces se tiene la idea de que sólo pueden mostrar su arte bailando los que han estudiado danza.
- W:No, no. Nosotros trabajamos con gente que no ha bailado nunca. Desde el momento en que tú tienes un cuerpo, tú puedes bailar, moverte, expresarte. Y eso es lo más importante.
- Amaya: Bailar es un acto ancestral. Podemos mover el cuerpo con más o menos expresividad, pero eso no es lo fundamental. Nosotros trabajamos para sacar lo máximo de cada persona. Independientemente de sus limitaciones técnicas, todo el mundo es capaz de transmitir una belleza expresiva.
¿Por qué nos cuesta menos tocar la flauta, cantar o recitar un poema en público, como se hace en los colegios, que bailar?
- W: A la gente le da vergüenza hacerlo porque expone su cuerpo. Moverse es algo normal: jugamos al fútbol, corremos Lo que da corte es expresar las emociones con el cuerpo. Contar que estás triste o alegre con movimientos es ponerte al descubierto. Hemos olvidado el lenguaje del cuerpo.
- A: Lo que dices es cierto, pero también pienso que todo lo que se obliga a estudiar al final no gusta tanto. Por eso nosotros nos negamos a dar clases en los colegios. Los niños pequeños se mueven con ganas y enseguida se les dice que se tienen que callar o sentarse, y es entonces cuando pierden su espontaneidad.
¿La danza consigue diluir las diferencias de edades, de intereses, de formas de pensar?
- A: Sí, pero no es sencillo lograrlo cuando trabajas con grupo grandes. Nosotros tratamos de ir a la raíz. Proponemos ejercicios muy básicos que entendemos que todo el mundo puede hacer. Cada edad tiene su potencial y su dificultad. Los pequeños se mueven mucho, pero les cuesta concentrarse. Los jóvenes pueden hacer mucho, pero la vergüenza les lleva a dar poco. Los mayores tienen barreras pero quieren hacer mucho. Lo más bonito es que unos aprenden de otros.
Venís a Rivas a trabajar con un grupo de 60 personas durante una semana. ¿Qué puede surgir de esta experiencia?
- W: Cada día trabajaremos seis horas. Siempre empezamos calentando para que la gente se centre en su cuerpo. Es un proceso artístico en el que se implica el grupo y que finalizará con una maravillosa coreografía dónde cada cual tendrá su papel. Les preparamos, como hacemos en todos nuestros proyectos, para que cada persona sea capaz de bailar delante de una audiencia. Buscamos a gente con la mente muy abierta.
- A: Van a vivir una experiencia que tiene mucho que ver con lo que se experimenta cuando uno viaja. No te sientes frágil cuando notas que formas parte de un grupo. No importa si sabes, el que está a tu lado te va a echar una mano. En la coreografía vamos a emplear elementos teatrales, visuales y de danza. Una de las novedades de nuestro trabajo en Rivas es que vamos a experimentar, por primera vez, con un grupo en el que la mayoría sus integrantes son personas adultas (el mayor número de los inscritos tiene más de 35 años) frente a los niños y jóvenes. Todo ellos pasarán por un gran abanico de emociones durante el proceso creativo. Y precisamente, lo que resulta más interesante de su experiencia será lo vivido en el trayecto. Mucho más que el resultado final. Lo que queremos es que disfruten en el sentido más auténtico de la expresión.
«Desde el momento en que tú tienes un cuerpo, tú puedes bailar. Y eso es lo más importante»
La coreografía que presentaréis en Rivas versará sobre la explotación laboral infantil. ¿Por qué habéis elegido este tema?
- W: En 2013 se cumplieron 150 años de la abolición de la esclavitud. Y pese a ello, ahora hay más esclavos en el mundo de los que ha habido nunca. Los niños explotados en las fábricas, las niñas esclavas sexuales o aquellos pequeños a los que se les obliga a empuñar un arma en la guerra, no deberían sufrir esa vida. Queríamos dedicar una coreografía a esta causa.
- A: No pretendemos dramatizar un tema que ya es suficientemente grave . Queremos denunciar y también hacer experimentar a quienes bailen la fuerza que impulsa a tanta gente a luchar en organizaciones por rescatar los derechos de millones de niños y niñas.
También en septiembre se proyectará en Rivas el documental ‘5 days to dance’ (Cinco días bailando) que habla de vuestro trabajo en los institutos y que luego irá al Festival de San Sebastián.
- W: El documental está centrado en las emociones que experimentan los chavales durante el proceso de montaje de la coreografía. Han hecho una obra emocionante y maravillosa. Era sorprendente la reacción de la gente que acudió al estreno del documental que se hizo en Barcelona. No pensábamos que les iba a interesar tanto.
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*Ya se habían cubierto las plazas para adultos (faltaban jóvenes, niños y niñas) para este taller.