EL DICCIONARIO’. Sábado 9 marzo / 20.30 / Auditorio Pilar Bardem.
Venta: 15 euros (ver desceuntos) en taquilla del auditorio: jueves y viernes, de 19.00 a 21.00 / 15 euros (ver descuentos) más gastos de gestión en Telentrada o llamando al 902 10 12 12.
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Entrevista: Nacho Abad Andújar
Con cuatro premios Max en su carrera y el Nacional de Teatro de 2007, Vicky Peña (Barcelona, 1954) interpreta desde finales del año pasado un personaje que hasta ahora no había subido a las tablas: la bibliotecaria y lexicógrafa María Moliner (1900-1981), autora del imprescindible ‘Diccionario de uso del español’, «el más útil, coherente y profundo de la lengua castellana», según el director José Carlos Plaza, que ha puesto en pie el texto escrito por Manuel Calzada (‘Anna y Fiodr’, ‘El monstruo’, ‘Lux perpetua’ y ‘El inquilino de palacio’) para reivindicar una figura clave de la lengua española.
El reparto lo completan Lander Iglesias (marido) y Helio Pedregal, médico al que acude la protagonista para tratarse de la arteriosclerosis cerebral que la privó de lucidez y las palabras en el tramo final de su vida. La obra se estrenó en noviembre en el Teatro de La Abadía de Madrid. Y el sábado 9 de marzo (20.30) hace parada en el auditorio Pilar Bardem, como una actividad cultural más del programa ‘Marzo Mujer’.
Si quieren saber más sobre esta gran mujer, tan injustamente tratada por el franquismo primero y por la memoria después, echen un vistazo al diccionario de María Moliner que probablemente repose en alguna estantería de sus casas y después, acérquense al teatro.
Es la primera vez que se representa en teatro la figura de María Moliner. Es una injusticia histórica que haya estado tan lejos del conocimiento del público en general. María Moliner ha sido conocida por todas las gentes de letras: escritores, periodistas o literatos. También bibliotecarios y archiveros, para quienes es como santa patrona, muy apreciada. Pero para el público en general es una figura muy desconocida. De modo que esta obra sí hace una suerte de justicia poética. Tampoco creo que el teatro sea el encargado de recuperar este tipo de figuras por obligación. Pero en los últimos años de su vida, se dieron una serie de circunstancias que han permitido a Manuel Calzada, con muy buena mano y trazo, conjugar una serie de hechos, paradojas y contradicciones de momentos históricos y personales.
Se trata de una figura de gran relevancia cultural y, sin embargo, muy alejada del gran público. Y este texto la da a conocer no como una figura grandilocuente, sino como una mujer a pie de calle que vivió de una forma absolutamente ciudadana, sin pretensiones de grandeza.
Una mujer degradada laboralmente por el franquismo. Durante la República y la guerra civil, María Moliner llevó la cultura y los libros al Levante español, donde organizó una maravillosa red de bibliotecas populares, infantiles y rurales, yendo de pueblo en pueblo en trenes, camiones o furgonetas. Puso los libros en mano de la gente en un momento donde había un índice altísimo de analfabetismo. Ella, con archiveros y bibliotecarios, y como otras secciones de las misiones pedagógicas como las de Lorca y su barraca, acercó la cultura al pueblo, y de un modo muy efectivo.
«Durante la República y la guerra civil, María Moliner llevó la cultura y los libros al Levante español donde organizó una red de bibliotecas»
Además, la República le encargó el plan estatal de bibliotecas. Pero su publicación, a principios de 1939, coincidió con el final de la guerra y la victoria del franquismo. Y el plan fue relegado al olvido y al silencio. A ella, a pesar de que nunca militó en un partido político o sindicato, sino que simplemente fue una mujer de la cultura que había cumplido su trabajo como profesional, el tribunal de depuración de funcionarios le organizó un juicio.
Y salió malparada. Se la relegó de cargos públicos y de confianza durante mucho tiempo, se la degradó 18 grados en el escalafón funcionarial y se la destinó a la Escuela de Ingenieros Técnicos de Madrid, donde realizó una labor encomiable, pero donde sus ansias culturales quedaron muy constreñidas. Y parte de eso le separó de su marido, a quien también se le arrebató la cátedra y degradó. Fernando Ramón era un físico nuclear con una trayectoria muy prometedora al que mandaron a una plaza en otra ciudad. Tuvo que vivir lejos de su mujer y sus hijos, hasta que se jubiló. Fue un matrimonio de vacaciones y fin de semana. Sí, el franquismo le hizo mucho la puñeta a esta mujer.
Tal ensañamiento lo padecieron muchos intelectuales. Una virtud de esta obra es que permite intuir la cantidad de intelectuales y pensadores que se quedaron marginados por un régimen que relegó la cultura a un lugar muy secundario. Prefirieron tener a la gente distraída con fútbol y toros. El texto reivindica a toda esa generación notable que se nos ha escamoteado, silenciado y ocultado. María Moliner pertenece a ese exilio interior.
Un escamoteo que hoy paga este país con una subcultura democrática de moralidad deficiente. Claro, y en cuanto la cultura empieza a sacar un poco la cabeza, le vuelven a dar un paletazo, como es el caso de estas portentosas leyes culturales y educativas, o las subidas de IVA. El panorama pinta mal. Están desballestando circuitos teatrales que costó mucho conseguir. Se están retirando subvenciones a compañías que han hecho una labor maravillosa, retirando ayudas a la producción cinematográfica o apoyando proyectos mucho más frívolos. Los segmentos culturales que hacen pensar y dan instrumentos a la gente para tener ideas y criterios se están tratando de desarticular a través de las políticas culturales y de otros sectores como la ley educativa del ministro Wert.
¿La crisis y falta de dinero público es un pretexto para recortar ? Existe una intención ideológica. Que hay poco dinero es innegable. Pero hay que ver dónde va ese poco dinero. Se destina a salvar bancos y restañar heridas del sector mercantilista. Pero a la ciudadanía se no está dejando con el culo al aire en sanidad, vivienda, educación y cultura. Los dineros que llegan de Europa sirven para reestructurar bancos. Pero los responsables de este desaguisado se van de rositas. No hablemos ya de la amnistía fiscal o de las Sicav [sociedades de inversión de capital variable]. Hay poco dinero, pero no se hace una redistribución económica justa. La cuenta la está pagando el pueblo. Los caciques y señoritos de siempre siguen en sus dehesas mentales cabalgando a tutiplén.
Y todo se camufla en un neolenguaje: los recortes son reformas y las amnistías fiscales, regularizaciones extraordinarias. María Moliner tendría mucho que decir. La perversión del lenguaje está haciendo mucho daño. No se llama a las cosas por su nombre y se intenta disfrazarlo todo con expresiones generalistas que no explican el significado real de lo que pasa. María Moliner intentó redefinir las palabras, sacándolas de un contexto manipulado por el diccionario de la Real Academia Española durante el franquismo. Reordenó, además, el lenguaje con una cadena de categorías y esa fue una gran innovación en lexicografía.
«María Moliner intentó redefinir las palabras, sacándolas de un contexto manipulado por el diccionario de la RAE durante el franquismo»
¿En qué ha cambiado esta obra su relación con los diccionarios? Siempre he sido muy de diccionarios. He tenido varios en casa desde pequeña. En la de mis padres estaba la ‘Enciclopedia Espasa’, que yo leía. Me parecía maravilloso que una palabra encerrara tantas definiciones. También he tenido diccionarios de otras lenguas. Me gusta ver los significados de las palabras, las etimologías, leer cómo varían de un idioma a otro. Con esta obra se ha hecho más intenso mi amor por los diccionarios.
El texto toca un aspecto dramático: la enfermedad que roba a María Moliner las palabras. Es uno de los ejes sobre los que el autor ha tejido su trama dramática. Cómo a una persona que construyó su vida alrededor del lenguaje, los significados y las palabras, una cruel enfermedad, la arterioesclerosis cerebral, le va arrebatando el lenguaje.
FICHA TÉCNICA:
AUTOR: Manuel Calzada. DIRECTOR: José Carlos Plaza. INTÉRPRETES: Vicky Peña, Helio Pedregal y Lander Iglesias.