«Me encantaría interpretar a Fraga o Carrillo»
- Entrevista: Nacho Abad Andújar
Carmelo Gómez (Sahagún, León, 1962) y el equipo de ‘Elling’ se encierran unos días en el auditorio Pilar Bardem para ensayar antes de volver a girar por los teatros del país. Estrenada en enero de 2012, la función regresa a las tablas tras un cambio en el reparto: Jordi Aguilar, compañero de andanzas de Gómez, sustituye a Javier Gutiérrez. Esta permuta exige nuevas probaturas, que finalizan el martes 8 de enero con un ensayo abierto al público (20.00). Las entradas, que eran gratuitas, se han agotado.
‘Elling’ es un texto del noruego Ingvar Ambjomsen (1996), llevado al cine en 2001 por su compatriota Petter Naess. La cinta fue candidata al Oscar a la mejor película extranjera. Representada en numerosos países, la adaptación en España lleva la firma de David Serrano, guionista de ‘El otro lado de la cama’ y director de ‘Días de fútbol’. La dirección es de Andrés Lima (Animalario).
Gómez, que responde por teléfono a las preguntas, resume así su contenido: »Es la historia de dos estigmatizados sociales [él y Jordi Aguilar], llamados enfermos mentales, que se encuentran ante la disyuntiva de ganarse su libertad demostrando que pueden comportarse como la ‘gente normal’. Cuanto más se esfuerzan por ser normales, más problemas de fe en ellos viven. Y cuando empiezan a ser ellos mismos desarrollan cualidades hasta entonces escondidas».
Hay quienes comparan al dúo protagonista de ‘Elling’ con otros literarios como Quijote y Sancho o Max Estrella y Don Latino.
Es ese tipo de dúos con una travesía iniciática que por el camino evoluciona positivamente de mano de la libertad y la autogestión. En el caso de don Quijote, se trata de un personaje con extraordinarios conocimientos y cultura que, sin embargo, se deja llevar por la ficción. Y su forma de mirar no tiene lugar en el mundo considerado normal. Aunque una mirada aviesa en el camino bien podría explicarnos qué es lo normal y lo anormal, quiénes somos nosotros para arrogarnos la capacidad de estigmatizar a gente como el Quijote, que finalmente era un sabio, una persona capaz de mirar más allá de lo que tenía delante. En este mundo de cuerdos, los locos son un problema. Y lo mejor es encerrarlos. Max Estrella me parece demasiado terrible, un camino hacia el final. ‘Elling’ supone una vía hacia un horizonte nuevo, hacia el mar, como el Quijote.
Para esta segunda etapa, ¿se ha cerrado ya una gira?
Como está el país cogido por los pelos, en este momento estamos esperando quién se lanza y quién se raja de todo lo comprometido, que era mucho. Pero ahora no te puedes fiar de casi nada hasta que no está firmado. Ya hicimos una gira [primer semestre 2012]. Ahora estamos en la segunda parte. Teníamos 29 funciones aseguradas. Ayer nos encontramos con 20. Y quién sabe si dentro de unos días son menos. Todo está fluctuando demasiado.
Y eso que al principio de la crisis se decía que el teatro aguantaba.
No hay nada que pueda aguantar con este panorama. Sería un milagro con estos IVA y caldos. La gente está muy asustada. Y siempre oyes decir: ‘Si tenemos que recortar, recortamos del cine y el teatro’. ¡Pero qué vais a recortar si no ibais nunca al cine y al teatro! Todo es una pose. Se está haciendo mucho daño a la cultura. Estábamos a punto de desaparecer y ya veremos en qué acabamos. Ahora vamos a ver mucho monólogo. Es la única forma de hacer teatro sin perder dinero.
¿Ese maltrato cultural es reciente o un mal estructural?
Las dos cosas. No es algo que estos muchachos del PP se hayan inventado ni tampoco viene del PSOE de Zapatero. Hace mucho tiempo que la cultura es residual. Y se utiliza como tal. Tengo sobre la mesa un libro que puedo aconsejar, pero que no podrá leer cualquiera: ‘La sociedad del espectáculo’, de Guy Debord [1967]. Ya desde hace dos siglos se veía que esto iba a pasar en Europa. Esto tiene que ver con la crisis de los valores. El único valor esgrimido ahora e incuestionable es el objeto. El objeto es el gran triunfo del capitalismo. Compramos y compramos. Hacemos dos cosas: ganar dinero y gastarlo.
Y si no se gasta, topamos con la crisis.
La cultura del objeto ha derribado otros valores. Pero la cultura no es una isla dentro del mundo, sino que debe estar al servicio de ese mundo. Pero el mundo la rechaza porque no quiere que nadie le ponga un espejo delante. Obviamente sobras y, si sobras, los políticos son los primeros que saben que hay que cargarse a alguien que ponga espejos delante. Los políticos piensan: ‘No nos van a decir a nosotros, que estamos haciendo la Ciudad de las Artes y la Ciencia, lo que tenemos que hacer, hasta ahí podíamos llegar’. Son tantas cosas que se han hecho que no sirven para nada, edificios vacíos, llenos de aire, de nada, donde no se puede programar.
La arquitectura milagrosa.
Cada ciudad quiere tener un milagro de construcción que luego está vacío, incluido el Guggenheim, con todos los respetos. Qué invento tan estupendo que un museo sea capaz de redimir toda una ciudad condenada al ostracismo. Toda esa nube metálica que tenía encima la salva un museo. Si la gente demandase cultura como una necesidad orgánica estaríamos hablando de otros caldos. Y esto no viene de ahora. Lo que ronda ahora por las cabezas es que la crisis es una justificación maravillosa para castigar a determinados colectivos.
Entre ellos el cultural.
No fuimos buenos chicos y pusimos un espejo allí donde no había que ponerlo. Tengo la sospecha de que además se añade que estos señores de la mayoría absoluta dicen: ‘Mira qué pretexto tan ideal para recortar’. Y si me está oyendo un médico sabrá que están cerrando hospitales. Y si me oye un maestro sabrá que están cerrando colegios. Y si me oye un juez… Y no me quejo más.
La obra tiene un componente sanitario. Ante la privatización de la gestión sanitaria madrileña, ¿comparte las protestas de los profesionales y la inquietud ciudadana?
Absolutamente. La sanidad es uno de los pilares fundamentales del estado del bienestar. Otro, que crea desarrollo, es la educación. Yo tengo mi camiseta de la ‘marea verde’ con la que voy a todos los sitios. La educación es fundamental para tener futuro y para que nuestros hijos no sean chorizos y ladrones perversos como los que nos han llevado a esta crisis. Y hablo de educación pública. No aquella que se paga y que consiste en que mis hijos se preparen para ganar más dinero que los otros, sepan más inglés y se metan en centros que luego conciertan con empresas salidas laborales. Tiene que haber cultura por la cultura, para que haya un espacio más abierto hacia la libertad.
¿Valdrán de algo las protestas?
Decir que esto no sirve nada es tan radical como la indiferencia con la que se está mirando el movimiento social. Todo esto sirve para algo e inquieta mucho. Todos los días hay una manifestación. De todos los colectivos. Quién nos iba a decir que los jueces iban a salir a la calle junto con los que abren las puertas de los juzgados. Estamos todos hasta el gorro. Y estas movilizaciones hacen pupa y daño. Y los presupuestos irán para que los policías den muchos porrazos. Y así se disuade a la gente de salir a la calle porque inquieta y va creando un submundo, una sinergia de pensamiento crítico.
¿Qué puede ocurrir?
Todo esto puede ser la cocina para un cambio necesario. Una forma nueva de mirar el mundo, de ser españoles y vivir en sociedad, algo que habíamos perdido y nos va a hacer falta. Y todo al margen de la propina subvención, de la propina del estado. Es necesario que el estado gestione bien, pero que no nos cierre la boca con dinero. En mi colectivo tenemos que aprender a ser capaces de hacer las cosas sin la necesidad de papá estado.
¿Se puede vivir sin el amparo de la administración?
Absolutamente. Esto se ha llenado de gente pasillera a quien le importaba muy poco el cine y el teatro. Simplemente hacían pasillos y amiguetes, les daban un dinero y era la gran fiesta. Al final no se ha cuidado ni el producto ni a la gente ni al público. Y nosotros tenemos un cine que contar. No tenemos que competir con EEUU ni nadie. Tenemos un país con unas tradiciones y unas historias que contar, con gente de aquí, en nuestro maravilloso y extraordinario idioma. Y todo esto se ha ido al carajo. La idea de la subvención, que es una ayuda, se ha convertido en la única posibilidad, y entonces no hay mercado. Y tampoco podemos vivir al margen del mercado. Tenemos que buscar nuevos lenguajes y horizontes.
¿El cine y el teatro también vivieron por encima de sus posibilidades?
Al cine le ha pasado lo que a todo lo demás. Ha vivido con lo que le han dado y ha sido muy mal gestionado. Y ahora la culpa es de los que tenemos voz y rostro. Pero quienes callan son los culpables de todo lo que está pasando. Entre ellos sus amigos número uno: me colocas a este, yo te doy a ti, pero al otro nada. Así llevamos mucho tiempo. Si queréis estar en la foto, decid ‘sí, señor’. Y ahora no paran de insultarnos. Que si sois unos jueces peseteros, que si sois unos maestros vagos… Todo este insulto tiene que ver con esa miserable forma de defenderse en este país que es el ataque. Pero ya no nos pueden engañar. Todos sabemos lo que está pasando. Están destrozando todo lo que tiene que ver con lo público. Y lo público también es la cultura.
«Ya no nos pueden engañar. Todos sabemos lo que está pasando. Están destrozando todo lo que tiene que ver con lo público»
En una entrevista digital con lectores de un medio dijo que le encantaría interpretar a Fraga.
Lo mantengo. Fraga y Carrillo. Ví un documental maravilloso sobre Fraga y Carrillo. Ambos estaban vivos cuando se estrenó. Me parecieron dos personajes de nuestra historia tan recientes, que yo he conocido. Ahora que no existen, para mucha gente pueden ser dos desconocidos o irrelevantes, pero son parte de la historia de este país y que llevaron a mucha gente a muchos sitios extraños. Los dos. Me interesaría interpretar a cualquiera de los dos. Sin sus nombres no se puede contar nuestra historia reciente.
Volvamos a ‘Elling’. ¿Qué tal con Andrés Lima?
Es un director perfecto para una función como esta. Cualquier otra opción hubiera sido un error.
¿Qué aporta un piano en escena, con la música de Schumman, Brahms y Wieck?
La obra parece que es una comedia disparatada, pero tiene visos de puro romanticismo. Y eso lo vio Mikhail Studyenov, el pianista que hizo la selección musical [y toca en directo]. Él dijo que tenía que ser romántica. Y Andrés Lima respondió: ‘Adelante’. La música aporta candidez y dulzura. Le da al espectador la idea de lo que realmente está pasando. Puede que esté riéndose y, sin embargo, la música le advierte: esto es una historia de una ternura tan extraordinaria que se convierte en algo muy romántico.
¿Un ensayo abierto al público requiere la misma exigencia interpretativa?
Trataremos de que el espectador no note diferencia alguna entre ese ensayo y la función siguiente [reestreno en Santander]. Digo lo mismo que cuando estrenamos con Javier Gutiérrez [su pareja de reparto anteriormente]: la función no deja de estar viva y de recibir influencias hasta el último día. Yo ya sé cómo es la reacción del público. Jordi Aguilar se va a sorprender mucho de cómo funciona la obra, dónde hay que hacer las pausas para dejar que el público se ría y dónde se sobrecoge para dar esa pausa para volver a succionar la función. La representación de Rivas creo que será una función redonda. Espero que no haya que parar para dar unas indicaciones y continuar.
Aunque sea un cliché, la grandeza del teatro es que cada función no es idéntica a la anterior.
No es un cliché, es una verdad enorme. El cliché es cuando una función es igual vayas donde vayas y sea el tiempo que sea. Cómo va a ser igual si el público y el espacio son distintos, hace más frío o tienes un año y medio más que cuando la estrenaste. La grandeza del teatro es esa viveza.
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FICHA TÉCNICA:
AUTOR: Ingvar Ambjomsen. DIRECCIÓN: Andrés Lima. ADAPTACIÓN: David Serrano. INTÉRPRETES: Carmelo Gómez (Elling), Jordi Aguilar (Kjell Bjarne), Rebeca Montero (Reidun y la enfermera Gunn) y Chema Adeva (poeta Alfons y Frank Asli). PIANISTA Y SELECCIÓN MUSICAL: Mikhail Studyenov.