Entrevista: José Luis Corretjé
En 1977 inoculó ‘Veneno’, su primer disco, en la música española y desde entonces no ha parado de escribir letras sencillas, rellenas de humor, hechas para gente hambrienta de realidad. Kiko Veneno (Figueres, 1952) se ha convertido desde entonces y por derecho propio en uno de los ‘grandes’. A punto de publicar un nuevo disco, su voz aguardentosa y juguetona regala en la siguiente entrevista verdades como puños.
«No sé cantar difícil. Sólo estoy capacitado para hacer cosas sencillas», se sinceraba en ‘Rivas al Día’, en junio de 2008, en una entrevista que hecha antes de su concierto en la sala Covibar, este flamenco nacido en Cataluña y residente en Sevilla que se dio a conocer en la década de los 70 por cantar y componer canciones de gente como Camarón de la Isla (suya es la mítica ‘Volando voy’), Raimundo Amador o Martirio.
En 2009 volvió a Rivas para colaborar en el homenaje que se le hizo a la activista saharaui de derechos humanos, Aminetu Haidar, y que se celebró en el auditorio Pilar Bardem. Ahora retorna para actuar en el festival ‘En Vivo’. «Yo soy optimista, creo que se puede hacer algo para cambiar lo que no te gusta de la realidad. Veo que alrededor hay mucha gente buena. De hecho la mayoría de la gente es gente buena. Lo que pasa es que nos convertimos en impotentes frente a la cantidad de mafia que circula por ahí. La mayoría de la gente lo que quiere es vivir, tomarse una cerveza con sus amigos, disfrutar de la vida, no quiere estar todo el día protestando», reflexiona.
Dice en una de sus canciones que «no hay que hacer caso a las voces que no conocen» y, sin embargo, son estas las que más se escuchan en las tertulias. Los periodistas no pueden informar de la verdad porque los despedirían del trabajo, los fabricantes de coches no hacen vehículos de calidad porque durarían más que lo que deben. Pero la gente no es tonta. En el franquismo, teníamos que leer entre líneas para enterarnos de lo que realmente ocurría. Ahora pasa lo mismo: escuchas a la gente pero no te crees todo lo que te dicen. Sabes cuando te están vacilando, cuando están presumiendo, y le aplicas tu propio filtro. A los políticos, simplemente con ver cómo visten y escuchar cómo hablan ya sabes que están diciendo mentiras. A los que mandan de verdad ni siquiera les conocemos, no sabemos cómo son. Lo hemos visto en Margin Call, una película que describe muy bien el inicio de la crisis financiera. Ahí se ve cómo son esa gente sin piedad, que son los que dirigen el sistema.
«A los que mandan de verdad no les conocemos, no sabemos cómo son. Gente sin piedad son los que dirigen el sistema»
¿Preocupado por los mecanismos que tratan de confundir y aborregar a la ciudadanía? Todo menos creerse las mentiras del poder. Es lo último. Me parece más aceptable la posición rebelde, la revolucionaria, incluso hasta la cínica, antes que creerse lo que te cuentan en el Telediario, aceptar como cierto lo que te dicen los políticos y votar al sistema político actual. Me parecen bien sobre todo las posturas constructivas: la gente que es crítica con lo que está pasando, pero que es capaz de decirlo con un poco de alegría, con una postura positiva. Y eso es lo que yo intento hacer a través de mis canciones.
¿La política se ha convertido en un mal invento? Los que la han estropeado han sido los espabilados del mundo, los que controlan el sistema financiero. Ellos han sembrado la semilla de la codicia. Mientras, alguna gente sabia se dedica a sembrar el conocimiento, la armonía. Pero parece que la avaricia llega antes que nada, que destruye todo lo construido anteriormente. Los chiquillos a los quince años dejan (dejaban hace unos años) la escuela para trabajar en las obras y comprarse su BMW. Cada vez tenemos más información y más educación, pero la codicia trabaja con otros parámetros y se come el terreno que hayamos podido avanzar gracias a lo que sabemos.
Lo de entrar en un supermercado con dos carritos, llenarlos de alimentos y salir sin pagar, ¿es una acción llena de justicia o de impotencia? Es una acción totalmente ingenua. Fíjate que mientras le prestamos atención a lo que ha hecho Sánchez Gordillo y su gente, hay especuladores que siguen ganando miles de millones de euros con la deuda del Estado. Con esta acción lo que se quiere es llamar la atención sobre la existencia de cinco millones de parados y del hambre que nos acecha.
