- Texto: Emilio Silva/ Foto: Jesús Pérez
El proyecto surgió en los años ochenta, cuando dos estudiantes cordobeses se trasladaron a Madrid para matricularse en la universidad. Querían relatar aquella aventura biográfica. «Comenzamos en 1988. Nuestra intención era hacer una revista que contara en Córdoba lo que pasaba en Madrid y viceversa», dice Gabriel Núñez Hervás. Eran tiempos de muchos cambios, de novedades, de nuevas formas de expresión. «Fuimos además de los pioneros en las publicaciones gratuitas, porque pensábamos que esa revista no podía competir en un quiosco».
Decidieron llamarla ‘Boronía’: pensaban que ese nombre representaba fielmente muchas de las características de su proyecto editorial. «El nombre viene de un guiso, una especie de pisto de origen árabe pero siempre con un componente dulce. Es una de esas comidas riquísimas de pobres, donde se mezcla lo que sobra y nosotros pensamos que nuestra revista se iba a elaborar con principios bastante similares».
La complicada vida del estudiante de provincias les llevó a aparcar el proyecto, después de haber editado varios números. Pero habían puesto una semilla y pasadas dos décadas, que no son nada, volvió a germinar. «Celebramos una fiesta para recordar la revista, veinte años después. Y ahí sentimos la necesidad de volver a editarla«. La olla de la cultura editada volvió a guisar ‘Boronía’, a fuego lento, en una combinación entre la inocencia de sus primeros números y la experiencia acumulada con el paso de los años. «Decidimos hacer una antología de lo que editamos en los ochenta, pero en el tiempo transcurrido habíamos aprendido cosas, habíamos conocido a mucha gente y se terminó convirtiendo en el número cero de un nuevo proyecto».
«Comercialmente es un proyecto suicida, pero editorialmente es un gustazo», afirma Núñez Hervás sobre ‘Boronía’.
Como todos los proyectos que en cierto modo nadan contra corriente el renacimiento de ‘Boronía’ supuso un gran esfuerzo. Así que Gabriel Núñez, al tiempo que la crisis comenzaba a devastar numerosas experiencias editoriales y el papel había iniciado una lucha de resistencia contra el mundo digital, decidió seguir adelante. «Comercialmente es un proyecto suicida, pero editorialmente es un gustazo. A través de la edición conoces muchas personas interesantes, porque a mucha gente le apetece colaborar en un proyecto de estas características».
300 COLABORADORES
Las «características» de ‘Boronía’ tienen que ver por un lado con la revista como objeto; está impresa en papel de alta calidad, con un formato y un diseño que la hacen objeto de coleccionistas. «En esta nueva etapa han colaborado con nosotros cerca de 300 personas. Ninguna de ellas ha cobrado un euro, pero han participado atraídos por la calidad de la publicación«. Entre la lista de colaboradores se pueden encontrar periodistas, fotógrafos, músicos, expertos en arte y cultura; gente muy diversa como: Miquel Barceló, Santiago Auserón, Suso 33, Dominique Abel o Christina Rosenvinge.
La revista se distribuye por correo y a través de su página web: www.boronia.es. «Hicimos un intento por llevar a cabo una distribución comercial pero fue una mala experiencia y la repartimos, la enviamos por correo y tenemos nuestros canales de distribución, un tanto alternativos».
La revista ha tenido colaboradores como Miquel Barceló, Santiago Auserón, Suso 33, Dominique Abel o Christina Rosenvinge.
De los números publicados hasta el momento hay dos que quizá tienen un significado especial, porque están dedicados a Enrique Morente. «Ahora estamos preparando uno sobre la crisis, una galería de retratos de todos los responsables de habernos traído a una situación tan difícil como esta. Serán ilustraciones y textos que señalen con el dedo a los banqueros y los políticos que han construido este momento». Hablando de ese próximo ejemplar el tono de voz de Gabriel se crece. «A mí me preocupa la impunidad de los responsables de la crisis, que quienes se están cargando el país no asuman ninguna consecuencia».
DE MADRID A RIVAS
Gabriel Núnez, el chef de ‘Boronía’, vive en Rivas desde hace algo más de año y medio. «Tuve una hija y eso supone un cambio de vida y de nuevas necesidades. Así que decidimos irnos de Madrid y teníamos gente cercana que nos hablaba muy bien de esta ciudad y realmente es un municipio con muchas ventajas». Gabriel es periodista. Tras haber estudiado sociología trabajó en diferentes medios, desde la Cadena Ser o el nacimiento de los informativos de La Sexta. También ha colaborado en medios escritos como El Europeo, Ajoblanco o Rockdelux. «Creo que el periodismo es muy dócil en España y tiene un futuro complicado. En la selva informativa donde hay tanta oferta lo que se necesita son periodistas con criterio que hagan una selección y faciliten el acceso a una información de calidad».
