«YO LO QUE HAGO BIEN ES ESTAR A LA IZQUIERDA DE SABINA»
Entrevista: Nacho Abad Andújar
Ya lo dice él: siempre a la izquierda de Sabina. «Yo lo que hago bien es ser segundo de a bordo». Lugarteniente de lujo, el guitarrista, compositor (para Ana Belén o Luz Casal) y productor (Estopa o Luis Ramiro) Pancho Varona (Madrid, 1957) lleva tres décadas con el de Úbeda, creando la música de muchas de sus canciones, arreglando otras y siempre escoltándolo en el escenario (ver vídeo entrevista en ‘Rivas al Día TV’).
Él y Antonio García de Diego, teclista, guitarrista y otro ‘pájaro’ de la banda, se inventaron hace cinco temporadas un concierto para interpretar las canciones de Sabina pero sin Sabina. Son las ‘Noches Sabineras’, un repaso memorable e ilustrado -se desvela el origen de algunos temas y cómo se cocieron- por el repertorio de uno de los mejores letristas de la música española.
Aterrizado de Argentina y antes de reemprender la gira ‘La orquesta de Titanic’ por el ruedo ibérico con Sabina y Serrat, Varona, camisa con rayas azules -y no rojiblancas, como las de su amado Atleti-, pantalón vaquero y verbo matutino fresco, responde a las preguntas en un café de la calle de los Coloreros, a un palmo de San Ginés.
Son las 11.00 de la mañana. A Pancho, ahora, lo que le gusta es subir al tren en la estación de Aravaca, donde vive, apearse en Príncipe Pío y pasear por el viejo Madrid, esa ciudad «invivible pero insustituible», que cantó el autor de ‘Princesa’, y en la que tantas noches murió de amor bajo el amanecer ardiente: «Y si amanece por fin / y el sol incendia el capó de los coches».
¿Qué son las ‘Noches Sabineras’? Algo que nos hemos inventado Antonio García de Diego y yo para seguir cerca del público de Joaquín Sabina. Cantamos canciones que nosotros hemos compuesto con él. Es una forma de apearnos de las grandes giras y bajarnos a escenarios pequeñitos, de seguir cantando esas canciones desde el punto de vista del compositor de la música. Es un invento, una necesidad de enseñar otra versión de la canción, una especie de divertimento, un capricho.
¿Cómo surge la idea? Este capricho viene de hace unos años, cuando nuestro manager, Rubén, nos dice que grupos como los Rolling Stones tocaban en un bar el día antes de un concierto en una gran ciudad. Que por qué no hacíamos eso nosotros. Y así fue cómo un día antes de un concierto de Joaquín en Barcelona (Palau Sant Jordi) nos metimos en un bar e hicimos la primera noche sabinera. Dijimos: ‘Vámonos a una sala sin Joaquín a cantar un rato sin Joaquín’. Eso sería hace cinco años.
¿Cuál es el repertorio? Son grandes canciones que hemos hecho con Joaquín: ‘Y sin embargo’, ‘Contigo’, ‘Peces de ciudad’ o ‘Peor para el sol’ y caras B de discos, las no tan famosas, como ‘Corre dijo la tortuga’ o ‘Cuando aprieta el frío’. Hacemos una especie de repaso al repertorio en lo más conocido y lo no tan conocido.
¿Y canciones propias, porque ambos componen? Nos salimos del repertorio de Joaquín en un apartado del concierto que llamamos ‘Hay vida después de Joaquín, pero no es vida’. Entonces Antonio García de Diego canta ‘Como la cigarra’, de María Elena Walsh, y yo ‘No me importa nada’, que hice con mi hermana para Luz Casal.
A Rivas vienen en formato dúo. Hay un formato de concierto con toda la banda. Y otro en acústico: piano y dos guitarras, Antonio y yo solos. No es por nada, pero casi nos gusta más este porque es cantarle al oído a la gente. Es más cercano. Se bromea más, es más divertido, se oye respirar a la gente y, como dice Joaquín, se oyen hasta los mocos.
Usted sostiene que a veces impacta más cantar ante 50 que ante 50.000. Cuando te metes en un estadio como La Bombonera [Buenos Aires] con 50.000 espectadores, casi no ves las caras de la gente. En cambio, en un sitio pequeño sí las ves. Y te pone más nervioso ver qué cara pondrá esta o aquella persona que ver a una multitud en un estadio. Ponen más nervioso los 50 que los 50.000.
Y se definen como dos tipos «tímidos e inseguros». Cada día, antes de salir al escenario, me digo ‘Virgencita, virgencita, por qué no habré sido fontanero’. El momento previo a la salida es de inseguridad. Yo no soy cantante, pero como he hecho esas canciones, aprovecho para cantarlas. Pero realmente no las canto bien. Claro que soy un inseguro. Antonio es un inseguro de otro tipo. Canta muy bien, pero tiene otras inseguridades. Joaquín, un gran artista, también tiene las suyas. Por suerte, las inseguridades nos hacen pisar el cielo y no volvernos tontos con el éxito y la fama.
Las ‘Noches Sabineras’ no es un concierto tributo, dejémoslo claro. No lo es porque cantamos nuestras propias canciones. En todo caso es un tributo a nosotros mismos. En Argentina, por ejemplo, hay muchos grupos tributo a Sabina. Y algunos viven de eso. Nosotros nos dijimos, si en Argentina hay grupos que viven haciendo tributo a Sabina, nosotros podemos vivir haciéndonos el tributo a nosotros mismos, que hemos hecho las canciones con él. Por supuesto que no dejar de ser un homenaje a Joaquín.
«Las noches sabineras son una necesidad de enseñar otra versión de la canción»
¿Qué les pasa con Argentina? Buena pregunta. En Argentina están maravillosamente locos. Buenos Aires es una ciudad capaz de ir a vernos 19 noches al Luna Park. En Argentina hemos hecho una gira de 30 conciertos, algo dificilísimo. El amor y la pasión que existen por Sabina y Serrat es difícil de explicar. A mí y a Antonio García de Diego nos conocen bastante más que aquí. Joaquín no puede salir por la calle porque se lo comen, necesita escolta. Es un amor inconmensurable. Meter dos noches seguidas a 50.000 personas en La Bombonera. Son cifras difíciles de entender. Roger Waters [uno de los fundadores de Pink Floyd] ha hecho nueve noches en el estadio de River Plate [70.000 espectadores] con todo vendido.
1 de mayo de 1982. Hace 30 años cantó por primera vez con Sabina. 30 años con Joaquín. Debuté con él en una plaza de Alcalá de Henares. Y aquí seguimos haciendo, discos y giras. Esa es la mejor noticia en esta época tan mala para nuestro bendito país. Poder seguir viajando es un lujo. Todas las mañanas me levanto por ello dando las gracias a alguien o algo. Gracias por seguir viajando con Joaquín.
Ahora toca la gira con Serrat y Sabina. Estamos con la gira ‘Dos pájaros contraatacan’ [del disco ‘La orquesta del Titanic’]. Hace cinco años hicimos ‘Dos pájaros de un tiro’. Ahora estamos con la segunda parte por España y América. Benditos sean los pájaros y bendito el trabajo que nos dan.
‘La orquesta del Titanic’, metáfora del mundo actual. Es una broma que hacía Joaquín cuando estábamos con él en la gira anterior. Nos hacía llamar la orquesta del Titanic porque mientras él se hundía nosotros seguíamos tocando. Esa broma la han aprovechado él y Serrat para el disco actual. Mientras todo se viene a pique, Serrat y Sabina siguen cantando. Son dos genios, los más grandes de este país.
Y España se hunde. Este país parece un Titanic, parece que todo se viene abajo y se hunde. Me da mucho miedo. Nos hemos pasado en América 70 días viendo las noticias terribles de si nos rescatan o no, la prima de riesgo, el IBEX 35, y decíamos: ¡Dios míos, qué va a pasar, esto se hunde! Luego llegas a España y ves que todo sigue dando miedo, pero que, quizá, es un poco menos preocupante.
¿Alguna idea para salir de esta crisis? Tiene que haber una solución intermedia. Ya que esto no lo arreglan los mercados ni los socialistas ni los populares, hay que buscar nuevas soluciones, inventarse algo. Igual que en la crisis de la industria discográfica ha salido Internet, que parece habernos sacado a todos de un agujero, en política y en economía hay que inventarse nuevas soluciones y traer gente nueva que desempolve la situación. Lo veo todo muy negro, pero a la vez estoy esperanzado. Me llenan de esperanza movimientos como el 15M o Democracia Real Ya.
¿Se manifestó en la Puerta del Sol? Vine el año pasado todos los días, muy emocionado. El 12 de marzo [2012] estuve en el aniversario. Emociona ver que la gente sigue viva.
¿Se considera un ‘indignado’? Por supuesto que soy un indignado. Yo tengo un buen trabajo, no me puedo quejar. Pero tengo amigos, familia y una hija. Y la situación que vivimos es terrible. Nos estamos jugando el futuro.
Siempre componiendo para otros, en segunda línea. En un equipo hay jugadores estrellas y otros que ayudan a las estrellas. Yo me considero bueno en mi papel de ayudar a Joaquín y ser segundo de a bordo. Nunca tuve vocación de artista, solista o de estar en el centro. Yo lo que hago bien es estar a la izquierda de Joaquín.
Que no a la derecha. A la izquierda. La gente me ve a la derecha, pero yo estoy a su izquierda. Y es ahí donde soy bueno. Nunca tuve ínfulas. Si no las tengo, para qué me voy a arriesgar a perder lo que tengo por meterme en un terreno en el que no estoy seguro.
Pero hizo un disco en 1995, ‘Pancho Varona’. Ese fue el disco más rápido de la historia. Nació, vivió y murió el mismo día. Es posible que se reedite 17 años después, según conversaciones con la compañía. Pero yo voy a seguir con mis giras con Joaquín y mis ‘Noches Sabineras’. El plan no es hacer nada nuevo, simplemente reeditar un disco que la gente sabe que existe y no lo puede conseguir.
Las noches sabineras de ron y parranda, ¿dónde quedaron? Joaquín y yo vivimos los años 80 en una fiesta perpetua. Hasta que nos hicimos buenos. Joaquín sufrió un ictus y se tranquilizó. Se convirtió en bueno.
¿Y usted, también ha parado? Ya no cometo excesos. Ahora soy madrugador. Me gusta pasear por las mañanas, venir al centro de Madrid [vive en Aravaca]. Y termino el día agotado. Pocas fiestas hago. Solo cuando estamos de gira, la centésima parte de lo que viví en su día.
«Joaquín me hizo querer a [Bob] Dylan»
Le gusta trabajar o producir a jóvenes como Luis Ramiro o anteriormente Quique González. Ando siempre escarbando entre las maquetas que me mandan para ver si encuentro alguna joya. Estoy deseando enamorarme de nuevos músicos, canciones y grupos. Y está muy difícil. Últimamente me he enamorado de poca gente: Emite Poqito o Patricio Barandiaran. Quique González ya no es una promesa. Me enamoré de Pereza, Vetusta Morla, Niños mutantes, Eladio y los seres queridos. Y siempre intento echar una mano, si puedo y me dejan, claro.
¿Ve poco relevo generacional? Poco, sí. La generación referencia para mí sigue siendo la de Víctor Manuel y Ana Belén, Serrat, Sabina, Aute o Hilario Camacho. Es una generación maravillosa, irremplazable. No hay relevo posible a esa cantidad de talento de aquella época.
Las tres grandes ‘S’ de la música son Sabina, Serrat y Silvio. Yo soy muy de Silvio. Joaquín es más amigo de Pablo [Milanés] y yo le tengo mucho cariño. Pero yo a Silvio le escucho de rodillas. Lo dice un roquero. La gente me tiene más como cantautor o músico que va con un cantautor. Pero yo realmente soy roquero. Me gusta Arctic Monkeys o Keith Richards. Tengo un alma bien roquera.
Sabina le descubrió a Dylan. Yo conocía a Dylan, pero Joaquín me hizo querer a Dylan. Me enseñó a Dylan, me insistió con Dylan y aprendí a escuchar música en parte gracias a Joaquín. Y me hice más lector por Joaquín. Mejoré mi paladar en todos los sentidos.
¿Qué lee ahora? Estoy tras la pista de los Beatles, leyendo biografías de Lennon. Estoy muy lennoniano y beatleniano. Ayer leí a Elvira Lindo, por ejemplo. García Márquez me encanta.
¿Lennon o McCartney? Me gusta el Lennon travieso que maltrataba a McCartney y se reía de él. Soy más de Lennon que de McCartney.
¿Y qué ha aprendido Sabina de usted? Creo que a arriesgar más componiendo. Cuando empecé a componer canciones para Joaquín, le saqué de su mundo musical y le metí en otro más atrevido, arriesgado y roquero al hacer temas como ‘Pacto entre caballeros’, ‘Pastillas para no soñar’, ‘La del pirata cojo’, ‘Resumiendo’ o ‘Seis de la mañana’. Haciendo canciones un poco más duras puede que Joaquín se haya metido en un mundo más roquero que a él, realmente le gustaba, pero que no se hubiera atrevido a pisar sin mi colaboración. Pero estoy divagando y puede que no. Puede que no sea así.
Y sin que medie pregunta al respecto, Varona desea cerrar la entrevista con la siguiente declaración: «Admiro mucho lo que está pasando en Rivas. Es la ‘aldea gala’ que se resiste al invasor. Desde aquí, mi apoyo a la gente de Rivas y su Ayuntamiento por lo que hacen por la cultura, que nos llega a los que vivimos en otros barrios. Ojalá hubiera mucha gente como la que hay manejando los destinos de Rivas en otras zonas de Madrid». Dicho queda.
Quien quiera vivir una ‘Noche Sabinera’, el viernes 8 de junio tiene una cita con Varona y Antonio García de Diego: «Que venga la gente. Somos dos inseguros a los que da mucho miedo quedarse solitos en el escenario. A quien tenga el alma sabinera, le gustará el concierto».