Reportaje disponible en la revista ‘Rivas al día’
Si hay una defensora acérrima del uso de los espacios bibliotecarios para fomentar los hábitos intelectuales, esa es Pilar López Salinas. Madre de dos niños de 8 y 10 años, esta vecina del municipio ocupa gran parte de su tiempo leyendo y haciendo consultas en la biblioteca Federico García Lorca.
Sus hijos acuden dos días por semana cada uno a la Escuela municipal de Música y, mientras están en clase, ella les espera en la biblioteca ubicada al lado de la Escuela, en el Centro Cultural. «No les coinciden todas las clases, por lo que, mientras uno está en el conservatorio, el otro hace los deberes en la sala infantil», explica.
Un total de cuatro tardes por semana son las que pasa esta ripense de 45 años nutriendo los hábitos culturales de sus hijos y manteniendo los suyos propios. «Desde que tienen 2 años les llevo a la parte infantil de la biblioteca, y les encanta. Se mueven como pez en el agua y ya son ellos mismos los que me reclaman ir«, se congratula Pilar.
Los servicios que más demanda esta familia son el préstamo de libros y la consulta de revistas e internet. En menor medida solicita DVD ya que prefieren «leer a ver películas o series». «En casa todos somos muy lectores; es algo que trato de inculcarles a mis hijos desde pequeños».
De los horarios de apertura no tiene queja aunque lamenta que algunos días no haya sitio para sentarse. «La única pega que tengo es que a veces está un poco masificada pero, en general, estoy satisfecha con todos los servicios que ofrece», subraya.
«Nos vendría muy bien porque muchas veces no tenemos sitio para estudiar en el resto de bibliotecas»
ESTUDIANTES
Más crítico es el punto de vista de los estudiantes, que demandan una adaptación real de los horarios bibliotecarios a las exigencias que los nuevos planes de estudios les requieren. «Tenemos exámenes y entregas de trabajos casi a diario, por lo que buena parte del fin de semana la empleamos estudiando en nuestras casas«, indica Eduardo Fernández Carracedo, estudiante de Medicina. Este ripense de 19 años acude a la biblioteca municipal Federico García Lorca con sus amigos.
«Estamos en carreras diferentes pero nos gusta venir juntos a estudiar», sostiene. Su reivindicación sobre los horarios la secundan sus compañeros. «Yo tengo los exámenes en diciembre y, por esas fechas, aún no abren las bibliotecas en fin de semana«, cuenta Claudia Varo, vecina del municipio y alumna de la facultad de Administración y Dirección de Empresas de la Universidad Rey Juan Carlos.
Más allá de las clásicas peticiones, este grupo de jóvenes se ha adaptado a los servicios que la red municipal de bibliotecas ofrece y saben sacarle partido. «Venimos a las 16.00 porque un poco más tarde no suele haber sitio», relatan Patricia Flecha y Diego Pedrero, compañeros de carrera de Claudia.
El servicio de internet wifi es uno de los más utilizados. «Nos viene muy bien porque lo usamos con nuestros portátiles o teléfonos móviles», subraya Alba Fresno, estudiante de Bachillerato.
El proyecto de la nueva Biblioteca Central les entusiasma y esperan que abra pronto sus puertas. «Es un gran espacio y nos vendría muy bien», adelanta Hanna Martínez, que reparte su tiempo de estudio entre la facultad de Comunicación Audiovisual y la biblioteca García Lorca. Para Alfredo González, futuro ingeniero en electrónica de comunicaciones, el centro al que acude a estudiar con sus amigos desde que empezó la carrera es su predilecto: «Aquí estamos muy a gusto y tenemos todo lo que necesitamos, libros, DVD, música, wifi», defiende.
EL PROYECTO
La Biblioteca Central abrirá sus puertas a lo largo de 2012. En los tres años que han pasado desde que arrancara la iniciativa, el germen del proyecto se ha ido desarrollando a pesar de los obstáculos. La financiación inicial fue a cuenta de los fondos del Plan Regional de Inversiones y Servicios (PRISMA) que la Comunidad de Madrid puso en marcha para fomentar instalaciones públicas en municipios de la región. Pero esta fuente de financiación se secó apenas terminada la primera fase del proyecto.
Otra rémora a esquivar para poder ofrecer a la ciudadanía un centro de igual dimensiones que las tres bibliotecas existentes juntas fue el concurso de acreedores presentado por la empresa adjudicataria del proyecto.
Con todo, a pesar de la prolongación de los plazos estimados, la realidad de un centro que resuelva el equilibrio territorial respecto a infraestructuras en el núcleo de la ciudad empieza a ser una realidad. El edificio, de 1.021 metros cuadrados, satisfará la demanda de una población consumidora de espacios de estudio, lectura y consulta. El nuevo centro impulsará la programación de actividades culturales e integrará nuevas tecnologías de lectura. Ubicada en el centro de Rivas, la Biblioteca Central dispondrá de 120 puestos de lectura, 15 de internet, wifi en todo el edificio y una capacidad para albergar una colección de 60.000 documentos.
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CONOCE EL RESTO DE PROYECTOS
- 550 viviendas públicas: «además de una vivienda, quiero construir un barrio».
- El Parque Agroecológico: «la agricultura ecológica tiene un potencial brutal».
- La ciudad deportiva: «Es una iniciativa de gran envergadura. Aunque tuviese que ir en coche, sería usuaria».
- La biblioteca central: «un gran espacio».
