«Hay que defenderse del colonialismo cultural»
Texto: Nacho Abad Andújar [abril 2005]
La directora Chus Gutiérrez (‘Sexo oral’, ‘Insomnio’, ‘Alma gitana’ y ‘Poniente’) se pasará por el Festival de Cine de Rivas el próximo martes 5 de abril. Asistirá junto a Patricia Ferreira y Javier Fesser a la proyección de ‘En el mundo a cada rato’, un trabajo colectivo realizado por cinco directores ¿los citados más Javier Corcuera y Pere Joan Ventura- y auspiciado por UNICEF para promocionar los derechos de la infancia en el mundo.
Gutiérrez se trasladó a Argentina para filmar su historia, ‘Las siete alcantarillas’, que cuenta la vida de Maca, una niña de tres años que vive en la villa que da nombre a su relato. Tras la mirada aparentemente feliz de la menor, se esconde una realidad amarga y dolorosa, con situaciones sociales dramáticas.
Es Chus Gutiérrez una cineasta dispuesta. Cuando se la llama acude. Participó en 2003 en el proyecto ‘¡Hay motivo!’, la cinta que reunía a 32 directores que alertaban de la situación política y social que vivió este país en la última legislatura, entre 2000 y 2004. Cada una de las 32 piezas no duraba más de tres minutos. Y ahí estaba Gutiérrez para aportar su granito de arena.
Esta cineasta asegura que en España no existe cine independiente. «Aquí hacemos artesanía, no competimos con las mismas armas que la industria estadounidense», dice entre sorbo y sorbo de café. La entrevista se realiza en un café del viejo Madrid. Dice que el «cine es cultura, porque habla de nosotros, de nuestros sentimientos». «Llegar a un punto en el que sólo podamos ver cine norteamericano supone un empobrecimiento para nuestras sociedades. Tenemos que defendernos de este colonialismo cultural», comenta.
Esta mujer de 42 años cautivó a los espectadores con su último largometraje, ‘Poniente’ (2002), una historia de amor que transcurría en las áridas tierras almerienses con el drama de los inmigrantes temporeros como hilo conductor. Un trabajo oportuno, en un tiempo que en el que el oleaje de nuestros mares mece cadáveres de hombres y mujeres que emprenden el viaje a ninguna parte.
Inmigración y delincuencia. Un binomio muy manoseado por gobernantes retrógrados. ¿Qué tiene que decir al respecto alguien que ha abordado el drama de las personas que vienen a este país para vivir dignamente? «La inmigración ilegal es dolorosa. La pregunta es por qué tanta gente está dispuesta a morir en el mar. ¿Por qué vienen?». Y sigue reflexionando: «Hasta que los países pobres no mejoren su situación, el problema no se resolverá. No podemos parar la inmigración ilegal si no ayudamos a los países subdesarrollados».
Sigamos hablando de sueños. Si el cine pudiera cambiar algo, qué le gustaría que transformase: «Nada cambia nada. Nada de lo que hagas como cineasta va a cambiar el mundo. Lo importante es que seas coherente con lo que crees y te emociona. Y suscitar preguntas en la gente».
Mujeres en el cine
Chus Gutiérrez forma parte de la nueva hornada de mujeres cineastas que han impresionado a público y crítica con un puñado de excepcionales trabajos. Sus ingredientes son la sinceridad, el naturalismo y la cotidianeidad. Icíar Bollaín, Isabel Coixet, Gracia Querejeta y la propia Gutiérrez empeñan su talento en contar cosas que pasan en este mundo. No se evaden ni se pierden en el ensimismamiento. ‘Te doy mis ojos’, ‘Flores de otro mundo’, ‘Mi vida sin mí’ o ‘Poniente’ encierran toda la verdad que destila el auténtico cine.
El desembarco de las mujeres en la dirección cinematográfica es algo positivo, aunque la producción y distribución siguen en manos y bolsillos masculinos. «El hecho más importante del siglo XX en la sociedad occidental es la incorporación de la mujer a la vida pública. ¿La industria del cine es masculina? El poder es masculino. La misma sociedad es quien tiene una reacción patriarcal», explica.
Una de sus cintas que más sonrisas ¿y reflexiones- suscitó fue ‘Sexo oral’. Sobre la pantalla se sucedían hombres y mujeres de toda condición hablando de la sexualidad, desnudando intimidades, compartiendo apreciaciones. Un ejercicio inteligente, repleto de humor y lucidez.
¿No le vendría bien a este país una terapia social en la que se hablara más de sexo? «El sexo es importantísimo porque va unido a la comunicación con el otro, y unido a una forma de amar, ya dure un día o cien años. Pero en esta sociedad tenemos muy poco tiempo para el sexo. Hay una atrofia emocional. Cada vez somos más infantiles. Nos limitamos a decirnos: ‘Estoy bien’ o ‘ estoy mal’. Cada vez somos más simples».
La charla finaliza hablando de la juventud actual. Se pierde, bebe empedernidamente y deteriora el espacio público. ¿Le vale a Chus Gutiérrez este retrato o es un estereotipo interesado? Ella responde: «Si yo tuviera 18 años, lo tendría muy duro. Hemos creado una sociedad de mierda para la juventud. Están perdidos, pero no es su culpa. Les falta rabia porque no saben contra qué dirigirla. No saben contra qué enfadarse, aunque tienen mucha energía, y claro que beben».