Su construcción supone un hito en el aspecto medioambiental porque, tanto el auditorio como el parque que lo rodea, se levanta sobre lo que fue uno de los mayores vertederos incontrolados de España. Durante once años (1967-1978), la ciudad de Madrid depositó en esta zona 8 millones de metros cúbicos de basura.
Casi 30 años después, el Ayuntamiento decidió descontaminar la zona, encapsular los residuos en celdas bajo tierra y crear un inmenso parque de 36 hectáreas, entre cuyos equipamientos destaca el auditorio Miguel Ríos y el recinto ferial.