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Rivas pretende convertirse en un bosque

Numerosos países celebran hoy el Día del Árbol para recordar la importancia de proteger las superficies boscosas. Rivas se suma a esta eferméride y recuerda la cita ecológica del próximo domingo, 25 de marzo, en la que miles de ripesenses plantarán ejemplares en el entorno del arroyo Los Migueles.

Rivas pretende convertirse en un bosque

Texto: Patricia Campelo/ Irene Piedrabuena Fotografías: Jesús Perez

Reportaje disponible en la revista municipal ‘Rivas al Día’ marzo

Una sola encina ubicada en una calle de 100 metros es capaz de absorber el dióxido de carbono que expulsan mil coches a lo largo del día. El ser humano necesita oxígeno y produce dióxido de carbono. Los árboles, consumen dióxido de carbono y emiten oxígeno.

La dependencia vital es obvia, por ello, cualquier iniciativa encaminada a profundizar en la conciencia medioambiental de la ciudadanía es una inversión de futuro. Como lo son también los parques y jardines que purifican el aire en Rivas. En primavera, esta ciudad acostumbra a vestirse del verde del chopo, del blanco del cerezo, del rosado del pruno y del resto de colores que vierten en las calles los más de 55.000 árboles que integran el inventario de arbolado  urbano.

Entre ellos se encuentran los ejemplares más viejos del municipio: dos encinas ubicada en la finca de la Partija y los árboles más altos de la ciudad: dos chopos del parque de Asturias y otro en la avenida de Covibar.

«Los parques públicos son inversiones de futuro a medio plazo». Así lo señala el profesor de Jardinería y Paisajismo de la universidad de Sevilla Alberto Juan y Seva, que ha estudiado la importancia del efecto de las sombras que producen los árboles en entornos urbanos.

Pero Rivas, además de su nutrido arbolado metropolitano, se beneficia también de los entornos naturales aledaños al municipio, como son los ecosistemas que integran el parque forestal de Mazalmadrit, el arroyo de Los Migueles y el parque regional del Sureste.

La proximidad con estos parajes otorga a la ciudadanía ripense el beneficio de respirar un aire purificado a tan sólo 14 kilómetros de la capa de contaminación que cubre el cielo de la vecina ciudad de Madrid.

La masa forestal de Rivas incluye una parte de las más de 30.000 hectáreas que comprenden el parque regional del Sureste, cuyos corredores naturales se adentran en el municipio. Mazalmadrit, con sus 80 hectáreas de terreno, y el parque forestal de 24 hectáreas a orillas del arroyo de Los Migueles [donde la previsión es que llegue a tener 118 ha y 12.240 ejemplares entre pinos, encinas y almendros] integran esa masa forestal que, en proporción al número de habitantes, resulta de 42,61 metros cuadrados por ripense.

Los esfuerzos del Consistorio por ‘oxigenar’ la localidad y luchar contra el cambio climático se realizan bajo la perspectiva del Plan de Emisiones 0 para 2030, una iniciativa con la que se pretende compensar las emisiones de gas de efecto invernadero hasta neutralizarlas.

El ratio de árboles por ciudadano en Rivas contribuye a lograr ese propósito: 0,7 ejemplares por vecino, mientras que en la capital madrileña hay un árbol por cada 14 habitantes, según los datos que obran en el catálogo de arbolado urbano del Ayuntamiento de Madrid.

Desde la premisa de que los árboles funcionan como auténticos sumideros de carbono que contribuyen a neutralizar las emisiones de CO2 y, por tanto, juegan un papel clave en la lucha contra el cambio climático, el municipio apuesta por promover una educación en valores medioambientales ligada al desarrollo de la urbe.

Un kilómetro cuadrado de bosque genera mil toneladas de oxígeno al año

Bajo el paraguas de la concienciación, tienen lugar numerosas actividades en las que la ciudadanía ripense se involucra y se organiza para contribuir al crecimiento sostenible de la ciudad. Todo ello sin perder de vista la máxima de que la tierra «no es una herencia de nuestros padres, sino un préstamo de nuestros hijos».

GENTE NATURAL

En el catálogo de actividades al aire libre está incluida la bellotada popular que, desde hace siete años, se realiza en el entorno natural ripense. Los últimos años ha tenido como escenario las laderas del parque forestal de Mazalmadrit.

En la pasada edición, celebrada el 12 de febrero, numerosos ripenses volvieron a compartir una fría mañana invernal de ocio saludable plantando coscojas, encinas y retamas. Muchas personas repetían le experiencia, otras en cambio se dejaban sorprender por primera vez. Entre ellas, Marian, una asidua a las actividades al aire libre propias del Día del Árbol o del Día de la Bicicleta.

Al sur del municipio, a las orillas del arroyo de Los Migueles, un grupo de estudiantes de bachillerato regresó hace unos días junto con su profesor al lugar que repoblaron en el Día del Árbol 2011. «¡Ahí están nuestros árboles!», gritaron orgullosos al aproximarse a la zona desde la que se observan imponentes los cortados yesíferos de Casa Eulogio. Patricia, Paula, Jorge y Leire, junto a su profesor Eduardo Talón, enseñaron a ‘Rivas al Día’ la zona que repoblaron el año pasado.

María Paz Alba, técnica municipal de Parques y Jardines, conoce al dedillo los árboles de Rivas reunidos en el inventario. Esta herramienta de gestión e información incluye todos los ejemplares ubicados en zona urbana: 55.177, una cifra que no comprende los del parque forestal Mazalmadrit ni los situados en el arroyo de Los Migueles.

Los datos incluidos en el inventario tienen que ver con la edad de los árboles, su diámetro y la floración, entre otros. «Conocerlos implica también cuidarlos», opina María Paz. Los ángeles de la guarda del arbolado ripense son los jardineros.

Desempeñan un papel fundamental de mediadores entre las necesidades de las especies naturales en el área metropolitana y las acciones y exigencias de la ciudadanía. Fernando Muñoz (39 años) es jardinero de Rivamadrid, la empresa municipal de servicios generales. Aboga por convertir la ciudad en una continuidad del parque regional del Sureste, con parques lineales que recuerden el entorno natural y privilegiado de Rivas.

El grupo de estudiantes con su profesor, Marian, María Paz y Fernando presumen de conciencia ecologista y son ejemplo de conciliación entre el ocio y la sostenibilidad. Son la prueba de que cuidar el medioambiente no solo es necesario, sino que además puede llegar a ser un acto social divertido. Ellos son también los protagonistas de este reportaje.

RIVAS A LA SOMBRA

La transformación que realizan los árboles del dióxido de carbono en oxígeno es el aspecto más positivo que repercute directamente en la vida humana. Pero existen otros.

El profesor universitario Alberto Juan y Seva ha determinado a través de un estudio el ahorro de radiación solar que se consigue gracias al tapiz vegetal urbano.

«En las zonas que sombrean los árboles, la temperatura se puede reducir hasta en tres grados», explica. «Con las calles sombreadas la sensación térmica en verano descendería considerablemente«, añade sobre las conclusiones de una investigación hecha sobre especies arbóreas que también hay en Rivas, una ciudad que conoce bien ya que fue el primer técnico municipal de Parques y Jardines.

«La sombra de un árbol puede reducir hasta en tres grados la temperatura»

Bajo su trabajo se realizó la expansión de las zonas ajardinadas de la ciudad. «Toda la conexión entre el casco antiguo y las urbanizaciones fue creciendo a la vez que las zonas verdes».

El resultado de aquellas incipientes plantaciones se respira hoy por toda la ciudad. Coníferas, frondosas y arbustos, entre otras muchas, son las especies que pueden evolucionar en el tipo de suelo propio del sureste de la región.

«A la hora de ajardinar zonas metropolitanas se tiene en cuenta el clima, ya que el tipo de ambiente puede excluir a muchas especies, y el suelo, puesto que los terrenos de yeso y caliza limitan el número de familias arbóreas». Por ello, los árboles predominantes en el paisaje urbano ripense son los plataneros, una especie alóctona pero naturalizada en este tipo de terrenos. Cerca de 7.500 ejemplares de esta especie componen el inventario de arbolado en la ciudad.

3.304 acacias pueblan los diferentes parques y jardines de Rivas. Y el pruno es el tercer tipo de árbol en número de ejemplares: 2.952 según datos del catálago que no incluye las especies de los parques forestales Mazalmadrit, Los Migueles, ni del parque regional del Sureste.

Los parques urbanos que cuentan con una mayor densidad de masa arbórea son el parque de Asturias, con más de 2.000 ejemplares, seguido de Bellavista con 1.736 y el olivar de la Partija, donde crecen 1.366 ejemplares de olivos y algunas encinas, las más antiguas del municipio. «Aunque los miles de árboles que crecen en las zonas forestales no están inventariados, sus beneficios repercuten directamente en la ciudad» según observa Jorge Romea, jefe del servicio Medioambiental del Ayuntamiento de Rivas.

CIUDAD NATURAL

Las actividades que se realizan en las zonas verdes, tanto dentro del municipio como en sus alrededores, tienen como objetivo último «sacudir la conciencia de la ciudadanía para observar la importancia de cuidar el entorno natural en que vivimos; si servimos a la naturaleza, ella nos servirá a nosotros», apunta el concejal de Medio Ambiente Fausto Fernández. Colectivos ecologistas locales como la Asociación para la Recuperación del Bosque Autóctono (ARBA) se pronuncian en esa línea de fomentar la conciencia medioambiental de las personas con acciones concretas en el entorno natural. Rubén de Pablo (1973), ripense miembro de ARBA, ha visto la transformación de la ciudad en los últimos 30 años e invita a conocer el entorno natural de Rivas.

«Mucha gente valora la sierra de Madrid pero desconoce el valor paisajístico que tienen al lado de sus casas», señala. Se detiene también en el valor simbólico que tienen las repoblaciones populares, actividades en las que suele partici par. «Desde la asociación organizamos acciones de reforestación pero tienen un carácter más reivindicativo; no tratamos de suplir la labor de las agencias medioambientales, sino concienciar», aclara, y apunta a la necesidad de que exista una continuidad por parte de quienes acuden a las plantaciones. «Hay que volver a regar el árbol y ver cómo va creciendo».

Los participantes de las bellotadas populares hacen gala de esa actitud y son frecuentes los paseos a pie o en bicicleta de los vecinos y vecinas que plantan coscojas y encinas cada año.

Antonio Gabriel, monitor del centro de recursos medioambientales Chico Mendes da cuenta de ello. «Desde el primer año hemos visto cómo se han ido formando grupos de repobladores que se traen ellos mismos las semillas», narra sobre la actitud comprometida de las y los ripenses.

En línea con Rubén de Pablo, está de acuerdo en que las repoblaciones sirven para concienciar sobre la deforestación y los cuidados del campo, pero siempre queda «algo más».

«Se trata de una ayuda extra para repoblar zonas que necesitan árboles», añade. El propósito de la concejalía de Medioambiente del consistorio ripense es plantar flora autóctona como la encina, la coscoja y la retama para «mejorar el suelo y que haya mayor diversidad», señala Antonio.

Aunque no es fácil que arraiguen los ejemplares plantados, el monitor del Chico Mendes asegura que el esfuerzo de la gente se va viendo cada año. «Siempre enraíza algo y en siete años se terminan viendo los resultados». Estas consecuencias de la repoblación influyen directamente en el suelo donde se realizan: «Se erosiona mucho menos y aumenta la transpiración, por lo tanto, mayor posibilidad de lluvias; además, no es lo mismo pasear por un erial que por una arboleda», ilustra Antonio.

«Con las erosiones se detiene la erosión del suelo»

La asociación local ARBA, bajo la misma premisa de acercar la naturaleza a la ciudadanía, ha elaborado un herbario detallado de especies del sureste de la región. El catálogo incluye unas 1.150 y, a través de la web de la asociación (www.arba-s.org), se puede conocer su aspecto y su descripción, además de comprobar las especies que ya se han extinguido. «Es importante dar a conocer lo que tenemos para saber qué es lo que debe ser protegido», sostiene Rubén de Pablo.

EN NÚMEROS

Un estudio de la Universidad de Sevilla impulsado por el catedrático Manuel Enrique Figueroa ha revelado las cantidades exactas de dióxido de carbono que consumen los árboles según la especie.

Así, ahora sabemos que un árbol de unos 20 años absorbe anualmente el CO2 emitido por un vehículo que recorre de 10.000 a 20.000 kilómetros. Las especies forestales más eficientes son el pino carrasco y el piñonero, que absorben 48.870 y 27.180 kilos de CO2 cada uno.

Una calle con diez árboles de esta tipología absorbería al día el dióxido de carbono emitido por más de 10.000 vehículos [cada uno libera 200 gramos por kilómetro recorrido].

Dos ejemplos ilustran la purificación del aire que hacen los árboles: un kilómetro cuadrado de bosque genera mil toneladas de oxígeno al año y una hectárea arbolada urbana produce al día el oxígeno que consumen seis personas.

Conocer la naturaleza es inherente a cuidarla, tal y como resuelven expertos como Alberto Juan y Seva, para quien el medio ambiente «es el medio metro que está a tu alrededor; si cada uno cuidara ese medio metro, sería mucho». Y ofrece algunas recomendaciones para proteger a los árboles: «No se les deben poner adornos navideños ni atarles cuerdas o encadenar bicicletas. Son seres vivos y hay que protegerlos».

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