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Entrevista: Fran P. Lorenzo
Han pasado cuarenta años del estreno de ‘Ocaña, retrato intermitente’. 1978. La Ley de Peligrosidad Social, que penalizaba a las minorías sexuales, aún no había sido derogada en España. Ventura Pons halló en aquella figura provocadora e iconoclasta del underground barcelonés, pintor y performer andaluz, Ramblas arriba y abajo, semidesnudo o vestido de flamenca, el espíritu libertario de una ciudad y de una sociedad que se debatía entre la violencia política y la ilusión de la recién estrenada democracia.
El próximo lunes 25 de junio se emite este clásico del cine documental europeo en la primera Semana del Orgullo LGTBI de Rivas. El director catalán acude a Rivas, cuatro días después, el viernes 25 de junio, para la proyección de otra película suya: ‘Barcelona (un mapa)’. Ambas cintas se proyectan a las 20.00, en la sala Pedro Zerolo del Ayuntamiento.
Su película ‘Ocaña, retrato intermitente’ se emite en la Semana del Orgullo LGTBI de Rivas. Este retrato, que usted hizo en 1977, aún hoy resulta transgresor, quizás más que cuando se filmó. ¿Es la sociedad de hoy menos tolerante que entonces?
La segunda mitad de los setenta, muerto el dictador, Barcelona era la alegría, la transgresión, la fiesta. 40 años después la sociedad es más tolerante y la catalana muy democrática.
‘Ocaña’ es el retrato de un artista-performer pero también el retrato de una ciudad vibrante, Barcelona, que abandonaba una etapa muy prolongada de opresión. ¿Qué paralelismo observa entre el personaje y el lugar-escenario en que se rodó la película?
Las teatralizaciones en la calle eran su fuerte, lo pasaba en grande, gritaba, llamaba la atención y la gente se reía con sus gracias. Y así se daba a conocer. Además de gracia, que tenía un montón, la virgen de la Asunción de Cantillana le había concedido una cabeza muy bien equipada, con una capacidad de análisis y de respuesta rápida: una lengua ágil, como muchos andaluces. Al verlo, tuve un coup-de-foudre. De Ocaña me interesaba más el subconsciente que lo aparente, y precisamente esto es lo que yo quería expresar. Ocaña era la plaza Real, ahora la plaza de los guiris. Los escenarios de todas las ciudades han cambiado mucho.
La ciudad de Barcelona es una protagonista destacada de sus películas, también en ‘Barcelona (un mapa)’, que se podrá ver en Rivas. ¿Cómo ve la Barcelona de hoy, epicentro de un conflicto político que cuestiona las bases de aquel ‘régimen del 78’ que se inició en el año de ‘Ocaña’?
Sí, claro todos los directores vemos y miramos a nuestra sociedad. La Constitución del 78 fue, vista con la distancia, una gran estafa.
Ocaña representaba, en su momento, un afán libertario y de transgresión que se daba la mano con la muerte del franquismo. Cuarenta años más tarde, 2018: Ley mordaza, raperos encarcelados, juicios por chistes y blasfemias¿ Como creador, ¿cree que la libertad de expresión hoy está más comprometida que entonces?
Evidentemente, hay una regresión del poder central que muchos no esperaban. No es mi caso.
El colectivo LGTBI ha ganado en derechos y presencia en la sociedad durante las últimas décadas pero la discriminación y la homofobia no han desaparecido. ¿La homofobia es directamente proporcional a la visibilidad del colectivo LGTBI?
Se ha ganado mucho, con sangre, sudor y lágrimas. Falta memoria y pedagogía.
¿Cree que hay una satisfacción desmovilizadora en el seno del colectivo LGTBI, una despolitización de sus reivindicaciones?
Lamentablemente la gente joven lo desconoce.
En su cine ha habido siempre una celebración de la tolerancia y de la diversidad del amor. Está rodando una nueva película. Se ha atrevido con su primer musical. La música ya era un elemento central de su película ‘Manjar de amor’. ¿Qué le ha llevado a probar con este género?
El deseo de hacer un musical en cine. En mis tiempos de teatro había dirigido varios.·
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VIERNES 29 JUNIO / 20.00.
PROYECCIÓN ‘BARCELONA, (UN MAPA)’ de Ventura Pons
Sala Pedro Zerolo del Ayuntamiento. Entrada gratuita.
