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Agustín Sánchez Millán, el cronista de Rivas

Es de los pocos habitantes nacidos en el municipio, en 1925, en la finca de El Porcal. Ha escrito el libro 'Rivas Vaciamadrid. Mi pueblo'.

Agustín Sánchez Millán, el cronista de Rivas

Texto: Nacho Abad Andújar / Fotografía: Jesús Pérez  (publicado en el ‘Rivas al Día’ de enero de 2007).

Rivas Vaciamadrid tiene su cronista. Así como suena, como se decía antaño. Su nombre es Agustín Sánchez Millán. Y es ripense por los cuatro costados, por arriba y por abajo. Nació en la finca de El Porcal en 1925. Hijo de un obrero del campo, sólo vivió fuera de su municipio un año y medio, cuando las balas de la guerra civil silbaban por los páramos de la ribera del Jarama.

Este hombre, que vive con su esposa en una casa de dos plantas en el Casco Antiguo, ha escrito ‘Rivas Vaciamadrid. Mi pueblo’, un libro que resume en más de 200 páginas la historia ripense.

A sus 81 años, sigue recopilando documentos históricos. Hablar con él es asomarse al balcón de la historia local, que tan bien conoce. ¿Cómo era esto hace 200 años? «Todo sotos alrededor de la vega del río Jarama, territorio de leña, caza y pastos de ganado. Hasta que en el siglo XIX roturaron los sotos, convirtiendo el terreno en tierra agrícola. Luego, a mediados del siglo XX, llegaron las canteras, formándose las lagunas y los barrancos», relata en el cuartito de estar de su domicilio.

También conoce uno de los enigmas toponímicos que más conjeturas suscita: ¿de dónde viene el término ‘Vaciamadrid’? Existe la versión «incierta» que liga el nombre del municipio al hecho de que el río Manzanares «vaciaba» en el río Jarama -ambos confluyen en Rivas- los residuos que los capitalinos vertían en él.

Una suposición que décadas más tarde se vería reforzada cuando la ciudad de Madrid decidió instalar en el sureste madrileño la catedral de la basura, el complejo de Valdemingómez. La broma, por parte de los madrileños, estaba servida: Vaciamadrid, donde Madrid vacía sus desperdicios.

Pues nada de eso es cierto, según el entrevistado. Vaciamadrid procede del árabe. «Los madrileños del siglo XV utilizaban dos denominaciones: Mazalmadrit [y así se llama el parque forestal de la localidad] y Hacalmadrit», se lee en su libro. «Mazalmadrit responde a una terminología musulmana ‘Manzil Mayrit’, cuyo significado es parador de Madrid. […] El avance de la reconquista propició que los cristianos se apoderaran del parador y que castellanizaran el nombre y usaran la forma ‘Macalmadrit». Y que nadie se confunda: Vaciamadrid tampoco procede de la expresión «va a hacia Madrid».

Más datos nos brinda este hombre. Es el 23 de julio de 1959 cuando se inaugura oficialmente el municipio con el nombre actual: Rivas-Vaciamadrid, tras su reconstrucción después de la guerra civil. ¿Y cuáles son los vestigios más significativos? Además de los yacimientos -algunos de la Edad de Bronce, encontrados en los alrededores del Palacio del Negralejo, o los del parque Miralrío, de la Edad de Hierro-, Millán cita el convento del Cristo de Rivas (1603), el Palacio del Negralejo y la pila bautismal del siglo XVII, ubicada en la iglesia de San Marcos, la del pueblo. Crecido en El Porcal [la finca que fue, junto al río Jarama y al otro lado de la carretera de Valencia, el núcleo residencial y productivo principal de Vaciamadrid hasta la fundación del casco antiguo], Sánchez Millán fue administrativo de la finca hasta 1970, cuando vivían 110 familias y «aquello era un pueblo».

TODO EMPEZÓ EN 1995

Su pasión por la historia ripense surge una mañana de 1995, cuando un señor que merodeaba por la iglesia le preguntó por el palacio de Altamira. Al no saber concretar una respuesta, comenzó a investigar. De aquellos desvelos surgió su libro. Entre 1996 y 2000 se dedicó a recorrer bibliotecas («todas la de Madrid», aclara) y archivos. Y otros dos años más para escribir el material recopilado. En 2002, Sánchez Millán entregaba a la ciudad su obra: ‘Rivas Vaciamadrid. Mi pueblo’, con una segunda edición en 2004.

Desde entonces hasta ahora, porque él sigue redactando estudios. Los amontona sobre la mesa donde transcurre la conversación. Uno habla de cómo se cruzaban los ríos ripenses en épocas pretéritas. Otro lleva por título ‘El Porcal y sus transformaciones’. Hay uno de ‘Poemas y relatos’. Otro, ‘Los famosos toros bravos del Jarama’. Y sus últimas investigaciones se agolpan en ‘Remate de inventario’.

Lector apasionado de historia española contemporánea, en su librería descansan obras de Jorge Martínez Reverte (autor de ‘La batalla del Jarama’), ‘Los cuadernos de Azaña’ o ‘Vicente Rojo, retrato de un general republicano’, de José Andrés Rojo. Pero cuando se le pregunta por un libro, nombra ‘El hereje’, de Miguel Delibes.

Amante de su pueblo, porque Sánchez Millán sigue llamando pueblo a Rivas, este hombre recorre cada mañana, en compañía de su mujer, los alrededores de la laguna de El Campillo. Una hora y media de caminata. «Hoy la hemos aplazado porque veníais vosotros», dice al periodista y fotógrafo mientras se dirigen a la antigua Casa Consistorial de la plaza 19 de Abril para realizar la sesión fotográfica.

En los soportales del edificio institucional, dos trabajadores municipales de Medio Ambiente le reconocen. «¿Qué tal, Agustín?», le saludan. Conocido por muchos, Sánchez Millán, que sólo dejó de vivir en Rivas el año y medio que pasó fuera por la guerra civil, devuelve cordial la cortesía. Sobre la solapa luce dos insignias, una del Atleti y otra del Estudiantes. Ay, qué vida ésta, siempre del bando vencido.

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