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Gimnasios municipales: «Te atienden bien y te sientes mejor»

Recorremos las tres salas municipales de fitness y musculación que existen en Rivas, en las que hay inscritas 3.000 personas. La Concejalía de Deportes aún dispone de plazas.

Gimnasios municipales:
Usuarios del gimnasio del polideportivo municipal Parque del Sureste de Rivas. JESÚS PÉREZ

Texto: Nacho Abad Andújar

«Te sientes mejor, te atienden bien y conoces a gente». Es la opinión que tiene Silvia Martín, joven de 25 años, de la sala de musculación y fitness del polideportivo Cerro del Telégrafo, uno de los tres espacios municipales que existen en Rivas y que prestan servicio a 2.950 personas.

La joven, fisioterapeuta de profesión y antigua aficionada al baloncesto, voleibol, kárate y atletismo, se ejercita una hora y media al día de lunes a viernes. «Y algún que otro sábado», añade mientras pedalea en una bicicleta estática frente a un ventanal por el que, a veces, cuenta, «corren conejos y gatos».

«Vengo a este gimnasio desde hace año y medio porque me pilla cerca de casa. Y muchas veces acudo con mi padre». Al no superar los 25 años, paga 21 euros al mes, precio que alcanza los 28 para quienes excedan esa edad y no posean el abono deporte (con dicho carné se queda en 15).

Para su rodilla maltrecha, Silvia trabaja cuádriceps e isquiotibiales. Para el hombro, también tocado, fortalece la espalda. «Para hacerlo bien, Paco ayuda mucho». Paco es Francisco Pinardo, de 37 años, el monitor de mañana de la sala. Él mismo relata su tarea: «Prestar atención al cliente, estar pendiente de que haga los ejercicios correctos, corregirle si fuera necesario y configurar tablas personalizadas para cada uno según sus necesidades y posibilidades».

Pinardo estima que uno de cada dos usuarios pide una tabla. Su sala, la más antigua de las tres públicas, pero la última en beneficiarse de una remodelación el verano pasado, puede albergar 90 usuarios simultáneos (60 puestos).

«A primera hora de la mañana la ocupación media roza las 35 personas», calcula el instructor. Sobre las 13.30, la media desciende a 5-8 usuarios. Y entre 14.00 y 15.00 se produce un repunte hasta los 25. Las sesiones vespertinas reciben mayor afluencia, especialmente a partir de las 19.00, donde pueden juntarse hasta cien personas. Una de las ventajas que ofrece la red municipal de salas de fitness es su distribución geográfica. En el oeste, la del polideportivo Cerro del Telégrafo; en el centro, la del edificio Atrio (sede de la Empresa Municipal de la Vivienda); en el este, la del polideportivo Parque del Sureste.

«A pesar de tener casi 3.000 usuarios, la Concejalía de Deportes aún dispone de nuevas plazas», explica Carlos González, coordinador municipal de actividades deportivas. «Quien quiera apuntarse solo tiene que pasar por las oficinas de la concejalía de cualquiera de los dos polideportivos», añade.

La matrícula es gratuita para titulares del abono deporte; el resto paga 10 euros. Y los precios mensuales se quedan en 15 euros para abonados; 21 euros para menores de 25 años y 28 euros para los demás. «Pueden hacer uso de todas las instalaciones los siete días de la semana. El pago es mensual y no se pide una anualidad previa [como suceden en algunos centros privados]», explica Carlos González.

«Y si un usuario causa enfermedad o baja y lo acredita con parte médico, ese tiempo no se cobra», prosigue el coordinador deportivo, que califica de «buena» la relación calidad precio. Las salas de los dos polideportivos abren todos los días: de lunes a sábado de 9.00 a 22.00 y los domingos y festivos de 9.00 a 15.00. En la sala del edificio Atrio las máquinas funcionan de 8.00 a 22.00 de lunes a viernes; y los sábados, de 9.00 a 22.00.

En total suman aproximadamente 700 m2. «Ningún municipio de los alrededores dispone de tanta capacidad», advierte González. El técnico de Deportes insiste, además, en la «alta cualificación del personal» deportivo a disposición de los usuarios. El mencionado Francisco Pinardo tiene, además, un currículo meritorio: dos veces subcampeón de España en 50 kilómetros marcha, mundialista en París 2003 y quinto en un Europeo. Un hombre pausado que rompe estereotipos sociales respecto al gimnasio. «No es un lugar para ponerse cachas, que también, sino para estar bien. Al gimnasio se viene a fortalecerse, perder peso o ganar tono muscular. Pero no conviene confundir fortalecer con hipertrofiar. Se trata de un trabajo que normalmente no se puede hacer en la calle y se realiza aquí».

SALA DEL EDIFICIO ATRIO

«No hace frío, hace calor. Si llueve no te mojas. Y el ambiente es estupendo», corrobora Francisco Castilla, jubilado de 70 años con 11 kilos menos desde que hace ejercicio. Este exconductor de taxi, y boxeador aficionado hasta 1964, vive en la zona de Santa Mónica. De lunes a viernes camina 25 minutos de ida (y otros tantos de vuelta) hasta la sala del edificio Atrio (avenida de José Hierro, 36), donde quema calorías durante tres horas. Su mujer, también usuaria, complementa el gimnasio con la natación, y por eso acude a la sala del polideportivo Cerro del Telégrafo.

«Por las mañanas, cada uno en su sala. Luego, comemos. Siesta de dos horas. Y a caminar juntos 11 kilómetros de lunes a viernes por las tardes. Y los fines de semana recorremos ocho kilómetros por la mañana y otros ocho por la tarde», relata Francisco Castilla subido a la máquina elíptica. Y animoso, recomienda: »A la gente de mi edad, a los que se jubilan, les digo que no dejen de hacer deporte. Hay que venir al gimnasio, que no solo es andar».

«A su edad tiene la tabla más difícil de la sala», señala Aitor Iriondo, monitor matutino de 23 años del equipamiento del edificio Atrio, que abrió en 2011. Es el más reciente de los tres, el más amplio [con capacidad para 130 usuarios simultáneos] y el único que dispone de tres salas diferenciadas: musculación, cardiovascular y estiramientos y abdominales [los otros dos disponen del mismo tipo de maquinaria pero reunida en un mismo espacio].

«Agarra abierto, codos apretados, pie dominante delante y flexiona bíceps sin llegar a bloquear articulación», aconseja Aitor a un joven dispuesto a foguearse con las mancuernas. «La función principal de un monitor es aportar bienestar al usuario y mostrarle que este es un servicio para su salud, apartando la imagen del típico cachas que se parte la espalda cada vez que entrena». «Los monitores están atentos y enseñan muy bien. Por las mañanas nunca hay problemas con la ocupación de las máquinas [el reportaje se realiza entre las 10.00 y las 14.00 del jueves 15 de noviembre]», declara Montse Delgado, de 50 años.

Ella curte su cuerpo cuatro días a la semana durante dos horas por jornada. Habitual del recinto desde su apertura, le encanta el ambiente que se genera entre bancas ajustables, cintas, bicicletas indoor y demás aparatos. Ese ‘buenrollismo’ provoca cenas navideñas. En la de esta sala, ya se han apuntado más de 30 personas, incluidos monitores: »Ahí estaremos», se compromete Aitor.

SALA DEL PARQUE DEL SURESTE

La tercera sala municipal de este recorrido se ubica en el polideportivo Parque del Sureste, recinto inaugurado en 2002. Con capacidad para 68 puestos y un centenar de usuarios coincidentes, entre sus máquinas figuran tres adaptadas para personas que utilizan silla de ruedas. En la zona aeróbica se emplea Susana Lara, de 40 años, habitual desde 2008. «Me encuentro mucho mejor. Tuve un hijo hace año y medio y vine hasta un mes antes de dar a luz», recuerda.

«Conoces a gente y al final se crea una pequeña familia de gimnasia», explica. Califica de «razonable» la relación calidad precio, aunque sugiere «que las máquinas podrían cuidarse un poco más». Y como repiten otros entrevistados cuando se les pregunta, se encuentra «muy contenta con la monitora», Silvia Pérez, trabajadora municipal con 17 años de servicio a quien ya tuvo como profesora de aeróbic años anteriores. «Lo que más me gusta de un gimnasio es que vas a tu ritmo. Si un día te encuentras más cansada, aflojas. Si tienes más ganas, te metes caña». ¿Y si no puede venir? «Se echa de menos, sí», replica.

Frente a ella, y en una bicicleta estática, mueve piernas y corazón Guillermo Feito, de 45 años, habitual de esta morada desde hace cinco temporadas. Juega de delantero en la liga municipal de fútbol 7 de veteranos, con el equipo Parque Sureste. Pasa por la sala tres o cuatro días a la semana, con una o dos horas de ejercicio. «Hago mucho aeróbico. El motivo principal, cuidarme. Gracias a esta actividad me mantengo ágil, con más fondo y mejor peso. Y sin recurrir a ninguna dieta».

Guillermo sí es abonado. «Las instalaciones están bien. Para lo que yo necesito, me sobra». Y lanza una recomendación: perseverancia. «A la vuelta del verano se apunta mucha gente. Y las paredes se llenas de carteles: ‘En la constancia está el éxito’. Y eso es lo que falta luego. Constancia». Ya lo saben. Si quieren sanear su cuerpo, eliminar toxinas y fortalecer el ánimo bajo supervisión profesional, pueden inscribirse en cualquiera de las tres salas municipales de musculación y fitness. Ya lo han hecho 2.950 personas.

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