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El mejor copiloto madrileño de rally de tierra

El ripense Miguel García Martín consigue, con 25 años, el título regional en 2011 a bordo del Toyota Celica que condujo el campeón del mundo francés Didier Auriol.

El mejor copiloto madrileño de rally de tierra

Texto: Nacho Abad Andújar (reportaje publicado en el ‘Rivas al Día’ de febrero).

Copiloto desde 2007, el ripense Miguel García Martín se ha proclamado, a sus 25 años, campeón de Madrid de Rallyes de Tierra 2011. Al volante, negociando las curvas y los cambios de rasante que él cantaba, Manuel Jesús García, con tan solo 21 años. Juntos han conducido más rápido que nadie a bordo del antiguo coche oficial del francés Didier Auriol, campeón del mundo en 1994: un Toyota Celica GT Four 185, de 3.400cc y 350 caballos de potencia.

Ambos fueron más veloces que 40 vehículos, tras completar las siete pruebas del calendario madrileño (Paracuellos del Jarama, Ajalvir, Navalcarnero, Cobeña, Villaconejos y, ya fuera, Cuenca y Plasencia, en Extremadura). Pero no es la única proeza de García Martín.

Este ingeniero técnico industrial, que reside ahora en el nuevo barrio de La Luna, ha conseguido el subcampeonato madrileño de copilotos en asfalto en la clase ‘Clásicos deportivos’ [máquinas anteriores a 1985], con un Porsche 911 conducido por el torrejonense Francisco Casas. Solo el copiloto de Antonio Sainz, hermano del célebre campeón mundial Carlos Sainz, le superó en puntuación [las clasificaciones son distintas para pilotos y copilotos: éste último, por ejemplo, puede cambiar de vehículo a lo largo del campeonato. En el caso del Porsche 911, el piloto de Miguel García quedó tercero].

Con estas dos actuaciones, el copiloto ha cerrado su mejor campaña desde que debutara en un rally, el de Cerceda, hace cinco años, cuando tenía 20. Entonces, confiesa, no durmió la noche previa a la carrera, que discurría por asfalto. Y se zampó tres biodraminas por la mañana para prevenir el mareo que puede causar la lectura en carrera del libro de ruta (road book).

García Martín se prepara ahora para la nueva temporada, que comienza en marzo. Y espera propuestas de pilotos. Son estos los que sufragan los gastos: vehículo, mecánica, alojamientos en hoteles, dietas… El patrocinio se convierte en un elemento fundamental para la supervivencia de los equipos.

«Me encantaría poder completar un campeonato de España, pero no dispongo de tiempo por temas laborales», explica este joven que estudió en el colegio El Olivar para seguir luego en el instituto Las Lagunas y acabar en el Europa. «Probablemente repita con Francisco Casas en el Porsche 911. Trataremos de ganar en la clase ‘Clásicos deportivos’ y escalar lo más arriba posible en la absoluta», comenta. ¿Y en tierra?: «Depende de los patrocinios y del presupuesto que reúna Jesús García. La idea es mantener el mismo plan que en 2011 y correr algún rally del campeonato de España para ver nuestro nivel real», aventura.

La afición por los rallyes le viene de padre: «De pequeño ya me llevaba a carreras como espectador, al circuito del Jarama e incluso al rally de Cataluña [puntuable para el mundial]». «En la infancia quería ser piloto», recuerda, «pero luego me he dado cuenta de que hace falta algo más que pasión. Hace falta dinero». Se interesó por el copilotaje después de pasar por un curso de formación. Y ya no lo cambia por nada: »Si me tocase la lotería y tuviese dinero para comprarme un coche de rallyes, no sería piloto, seguiría siendo copiloto».

En su vida deportiva ha sufrido dos accidentes. Ninguno de gravedad: «El primero, en Cadalso de los Vidrios, con un Peugeot 106. El segundo, en Murcia, en la siguiente carrera». Se cayó por un terraplén de cuatro metros. «Venía de dármela con uno [piloto] y me la dí con el otro. Hicimos un trompo y acabamos en una huerta murciana. Era terreno de cosecha, blandito», rememora con humor.

LAS CLAVES

La importancia de su puesto la resume así: «Tomamos, escribimos y cantamos las notas, que son los ojos del conductor. Llevamos el libro de ruta [la guía para desplazarse entre tramos] y el control de tiempo. Menos conducir, el copiloto se encarga de todo lo que ocurre dentro del vehículo. Un copiloto nunca puede hacerte ganar un rally, porque para eso cuenta la genialidad del piloto, pero sí puede hacer que lo pierdas», asegura este admirador de Luis Moya, Marc Martí y Carlos del Barrio.

Un factor fundamental para triunfar surge de la química entre la pareja. «Hay casos en que piloto y copiloto no duran un rally porque no se aguantan». Se comparten, según los casos, hasta doce horas en el interior del automóvil. Más el tiempo de convivencia, que puede prolongarse varios días, según el tipo de prueba. Y las jornadas de entrenamiento [en asfalto, un día entre semana previo al fin de semana de la carrera; en los de tierra, el mismo día].

El reconocimiento anticipado del itinerario también resulta primordial. «El piloto te dicta lo que luego quiere oír. Un piloto puede enumerar las curvas del 1 al 5. Otro, del 1 al 10. Hay quien no usa números, sino palabras. Y tú tienes que cantarle en el momento oportuno para que no cometa errores». Y los hay austeros y barrocos: «Algunos solo quieren que le cuentes la curva y punto. Otros, que les señalices la curva, cómo entrar, cómo salir, dónde frenar y dónde abrirse».

Cantar en un rally es un arte. El que tiene Miguel García Martín. El mejor juglar madrileño motorizado sobre tierra en 2011.

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