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Creatividad: jóvenes que diseñan robots

La Asociación de Robótica de Rivas, formada por cuatro profesionales de la ingeniería, imparte cursos a chicos y chicas entre 9 y 15 años.

Creatividad: jóvenes que diseñan robots

Texto: Patricia Campelo

El vecino Javier Sahuquillo (47 años), ingeniero superior en informática y apasionado de la robótica, comenzó a trasladar a sus hijos su afición por la programación y la tecnología, impartiéndoles clases particulares. Poco a poco se fue corriendo la voz, y se sumaron otros chavales que también querían aprender a construir robots. Cuando el grupo ya era lo bastante numeroso, Javier echó mano de sus amigos Ángel Rojo, Carlos Ortiz y Antonio Vázquez para dar respuesta a la creciente demanda juvenil.

Los cuatro adultos que bordean la cincuentena recondujeron así su hobby hacia la docencia, y desde 2011 imparten clases a dos grupos de siete chicos y chicas de entre 9 y 15 años los viernes por la tarde en la Casa de Asociaciones. Con lista de espera. Así nació la Asociación Robótica de Rivas, creada de manera formal en 2016.

Sus miembros, Javier, Ángel, Carlos y Antonio, se han formado y trabajan en el ámbito de las ingenierías, y dedican su tiempo libre a compartir su afición enseñando desde un enfoque lúdico e independiente. Las clases se dividen entre el grupo de iniciación, para menores de entre 9 y 11 años, y avanzado de 12 a 15.

«Con los pequeños somos tres profesores porque cada niño es un mundo y tiene un ciclo de aprendizaje que puede ser más rápido o más lento, por lo que hay que estar más pendiente. Las clases son muy libres, no tienen que estar sentados todo el rato siguiendo al profesor, y se orientan a la evolución de su aprendizaje», explica Javier.

El objetivo, «que pasen un buen rato haciendo algo que les gusta, que aprendan y se lleven conceptos que adquieren sin darse cuenta». «Lo importante es que sean capaces de hacer cosas por sí mismos, que digan ‘este robot lo he hecho yo’. Eso les ayuda mucho», añade.

La robótica bebe de diversas disciplinas como la informática, la electrónica, la mecánica o la inteligencia artificial y, según anota Javier, en clase se explican estas nociones desde sencillos ejemplos.

«Primero les enseñamos a programar con un lenguaje de cuarta generación como es Scracht, que les permite realizar creaciones básicas pero muy aparentes. Con esa base, podemos programar comportamientos en los robots», detalla.

El siguiente paso tiene que ver con la mecánica, un aspecto que estos docentes aficionados enseñan con el kit educativo Lego WeDo. «Aprovechamos para explicarles conceptos muy básicos de mecánica como el engranaje, la palanca o el puente de levas. Así ya tendríamos dos pilares, programación y mecánica. Nos faltaría la electricidad», avanza Javier.

Para ello, comienzan viajando a los orígenes del descubrimiento de esta energía y relatan la historia de Frankenstein en su versión cinematográfica de James Whale (1931), en la que el personaje vuelve a la vida con descargas eléctricas [elemento que no figura en la novela original de Mary Shelley].

«Luego hacemos circuitos muy básicos, como encender o apagar luces LED o emitir sonidos. Con componentes muy básicos y muy baratos del mercado chino, ellos realizan sus propios circuitos y luego, gracias a la programación y a herramientas abiertas como Arduino, programan el comportamiento de los mismos». Uno de los ejemplos con los que ilustra Javier esta fase del aprendizaje es el encendido de luces cuando el circuito cuenta con un sensor que detecta la oscuridad.

«Después aplicamos inteligencia a todo eso. Una vez que tenemos las tres patas ya podemos crear robots más complejos», asegura. La motivación que pone el alumnado en sus diseños les valió, en 2016, su puesto en la final del Desafío STEM, de la Fundación Telefónica, compitiendo con colegios, institutos y organismos públicos y privados de todo el país.

«Echaron horas y quedábamos en casa fuera del horario de clase. Fue muy motivador para ellos quedar entre los diez primeros», recuerda Javier. Durante el curso que finalizan este mes, el grupo veterano trabaja en una fuente inteligente. «La controlamos desde el móvil para que siga una coreografía con música y efectos de luz, agua y sonido», describe.

«Además le estamos añadiendo un escenario de mecatrónica, con un dios Neptuno que abre los ojos y mueve los párpados», detalla. Con el grupo de iniciación diseñan un sencillo robot casero con motores y sensores.

FUTURO DE LA ROBÓTICA

La consultora de investigación tecnológica Gartner asegura que en 2020 hablaremos más con robots que con nuestras propias parejas, una aseveración que no extraña a Javier. «La robótica la aplican todas las grandes empresas. Por ejemplo Google, que tiene elementos robóticos para hacer el reconocimiento de voz con el móvil. Aplican técnicas de inteligencia artificial para esas tareas. Hoy hay un montón de aplicaciones que hacen uso de ello», apunta.

«Eso es algo que forma parte de nuestro mundo y en unos años vamos a tener muchas conversaciones con elementos robóticos y ni nos vamos a enterar», apostilla. Todo ello favorecido por el bajo coste de las piezas, algo que, a juicio de Javier, ha «universalizado» y «democratizado» el acceso a la robótica.

«El mercado chino se convirtió hace años en el gran fabricante, y bajó los precios. También están las tecnologías ‘open’ [abiertas], que no pertenecen a ninguna empresa ni corporación, lo que significa que tú como particular puedes formar parte de esa comunidad, aportar y además hacer uso de ellas.

ASOCIACIÓN DE ROBÓTICA DE RIVAS

Casa de Asociaciones

Web: http://roboticarivas.org/

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