Texto: Patricia Campelo Imágenes: Luis García Craus
Un partido de fútbol que se ha celebrado cada año en las últimas cinco décadas constituye ya una de las tradiciones más duraderas del municipio. Se trata del trofeo que organiza la Agrupación Deportiva y Cultural de Rivas Vaciamadrid.
Cuando comenzó, en 1968, este colectivo acababa de sustituir su anterior nombre, ‘Equipo Rivas Vaciamadrid’, a favor del conjunto de mujeres que competía al balonmano y que se identificaban de la misma manera. Era uno de los primeros pasos para regularizarse como club aficionado y poder jugar en las ligas de la región, su principal actividad, además del trofeo anual que tiene lugar cada año siempre durante las fiestas de San Isidro.
Sobre los orígenes de esas primeras carreras tras el esférico se acuerdan bien dos jugadores del primer equipo, dos nombres, además, ligados ya a la historia de Rivas: Antonio Martínez Vera y Pedro Olivares, alcalde y concejal, respectivamente, tras los primeros comicios municipales celebrados después de la dictadura.
«Al principio jugábamos en un campo donde ahora está el parque de San Isidro [Casco Antiguo]. Justo al lado del muelle del tren de Arganda, donde llegaban los camiones que cargaban los vagones de la piedra caliza que traían de las canteras, y con las que luego se iba alargando la vía», explica Pedro Olivares, de 77 años y vicepresidente de la agrupación.
La proximidad del campo al área de carga del ya extinto tren de Arganda sembraba de guijarros la zona de juego, «si te caías te desollabas», añade. «Había sido una gravera y era todo de tierra, muy duro, pero ahí empezamos. Colocamos unas porterías de madera que nos dio un hombre de Bilbao y montamos el local de la asociación en la casa del cura», describe Antonio Martínez (82 años), presidente de la entidad.
El primer trofeo se celebró en 1968, pero la juventud local ya se entregaba a la competición futbolera casi una década antes, con el recién estrenado pueblo de Rivas Vaciamadrid, que este 23 de julio cumple 59 años desde su inauguración.
«Por entonces íbamos a las ligas de los pueblos, por nuestra cuenta, en bicicleta. Jugamos en Chinchón, Perales, Morata, Colmenar, Vallecas o Velilla.», enumera Pedro, quien prefirió trabajar como conductor de camión en lugar de autobús público, cuando tuvo la oportunidad, para poder consagrar los domingos al fútbol. «Poníamos todo para salir a jugar: la ropa, el botiquín¿ Luego ya íbamos de pueblo en pueblo con nuestros coches y la familia o amigos», aporta Antonio. «Llegamos a tener 200 y picos socios y en alguna ocasión pusimos hasta dos autobuses para ir todas las familias de los jugadores», recuerda Pedro sobre los tiempos de mayores éxitos.
Entre los hitos, ambos ex jugadores identifican la vez que vino a Rivas un equipo del Atlético de Madrid. «Llegaron por mediación de uno que tenía un sobrino en juveniles», esclarece el vicepresidente.
De los años 60, estos vecinos del Casco recuerdan los torneos que organizaba el periódico As o el Trofeo Victoria. «Íbamos por la mañana y regresábamos por la tarde. Entraban muchos equipos de Madrid», según Pedro.
De su memoria rescata el partido contra La Poveda, cuando los visitantes se presentaron en Rivas con sólo nueve jugadores. «Les tuvimos que ceder dos. Y yo fui uno de los que jugó junto a La Poveda. Metí dos goles, y gané con ese equipo», relata entre risas.
DE LA GRAVA A CASAGRANDE
Con el paso de los años y el desgaste de caídas en el campo de afiladas piedras, los jugadores buscaron alternativa y pusieron sus ojos en una finca del Casco, propiedad del procurador a Cortes franquistas Dionisio Martin.
«Tras una conversación con él logramos que nos la cediera, y nos buscamos los medios para allanar el terreno, poner las porterías y colocar una valla de tubos de hierro. Los vestuarios los teníamos en el Casco, donde el centro médico. Todo muy pobre pero teníamos algo», resume Antonio.
El pacto consistió en que si alguna vez el procurador franquista quería disponer del terreno para levantar viviendas, los jugadores se marcharían. Pero fue pasando el tiempo. Los veteranos como Agustín, Faustino, Salva, Luis, Juan o José Antonio fueron dejando paso a las siguientes generaciones de futbolistas ripenses aficionados.
Y aquella finca constituye hoy los campos de fútbol de Casagrande, de titularidad municipal. Allí se juega el trofeo que, este año, en su 50 aniversario, ganó por cuatro goles la Agrupación Deportiva Cultural Rivas Vaciamadrid.·
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