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Manuel Rossi desempolva el camino de Uclés

Este viajero introduce a Rivas en una ruta del camino de Santiago descubierta por él tras años de investigación: la ruta de Uclés. Ésta es su historia.

Manuel Rossi desempolva el camino de Uclés

Texto: Patricia Campelo Fotografía: Luis García Craus

Cuenta la tradición medieval, en una de sus versiones, que el apóstol Santiago el Mayor llegó a Hispania en el año 33 d.c., y empezó a recorrer la península tras desembarcar en Cartagena. Su misión era predicar el Evangelio, y atravesó caminos, pueblos y ciudades de lo que hoy es Castilla-La Mancha en su itinerario hasta Galicia.

En el pequeño pueblo de Uclés (Cuenca), una antigua fortificación árabe convertida en monasterio tras la Reconquista fue donada por Alfonso VIII a los caballeros de la Orden de Santiago, en 1174, fruto de los vestigios que dejó el apóstol por la zona.

Un camino conectaba este monasterio con la iglesia de Santiago, en el centro de Madrid. En medio: 144 kilómetros por los que dejaron sus pisadas desde los cruzados al cartero real, pasando por los viajeros que accedían a la capital desde el este del país. Menéndez Pidal describía esta antigua vía en sus textos como uno de los caminos medievales más importantes de España.

Nueve siglos más tarde, un ripense ha desempolvado el trazado original, ha situado el viejo camino en el mapa conectando Madrid y Cuenca con parada en doce pueblos -Rivas entre ellos- y ha enlazado el denominado camino de Uclés con el de Santiago. Manuel Rossi es el peregrino, de 54 años, que ha conseguido este hito con mucho esfuerzo y horas de dedicación, empezando desde cero.

«Vi un reportaje sobre la presentación del Año Santo en Caravaca de la Cruz (Murcia), en 2010, y me propuse hacer el camino andando desde Madrid hasta allí», relata al otro lado del teléfono un atareado Manuel, que a principios de julio ya preparaba las maletas para echarse a andar, esta vez, por sendas de Francia.

«Por el camino paré para sellar las credenciales de peregrino en la iglesia de Horcajo de Santiago (Cuenca), y allí el padre Julián me preguntó si había pasado por el monasterio de Santiago Apóstol, pero yo no sabía ni dónde estaba», confiesa. «Me dio un repaso de cuidado, y me invitó a cenar en su casa tras la misa para contarme la importancia de este monasterio en el camino». Así se despertó en Manuel la curiosidad por conocer el imponente monasterio ubicado en la cima de un cerro por el que atraviesan las aguas del rio Bedija y del camino que lo conectaba en su día con la iglesia del apóstol en Madrid.

«El monasterio de Santiago de Uclés es el más importante de los dedicados al apóstol después de catedral de Santiago (A Coruña). De hecho, muchos pueblos de La Mancha son de la Orden de Santiago», argumenta Manuel.

LOS OBSTÁCULOS

Con toda esa nueva información tintineando en su cabeza, este vecino de la calle de la Sierra del Cadí (en la zona norte de Santa Mónica) comenzó a bucear entre libros, legajos y planos parcelarios del Ministerio de Fomento para devolver el camino de Uclés al peregrinaje. Fueron meses de intenso trabajo, hasta su inauguración, en abril de 2011.

«Me documenté con tomas aéreas donde vienen todas las parcelas, caminos y demarcación de terrenos. Aunque puede haber un camino que ves por el sistema parcelario, luego llegas y hay una puerta con candado de una finca y no puedes pasar», explica sobre algunos de los escollos que afrontó. Otro tropiezo que se saldó con algunos meses perdidos fue la investigación del camino por el margen derecho del Manzanares exclusivamente.

«Pretendía que la gente no tuviera que cruzar la autovía [de Valencia] hasta el último momento, pero no había nada. Al final, el camino marcado cruza varias veces la autovía por abajo, por sitios sin peligro alguno ni tráfico», apunta Manuel. Al igual que en el camino de Santiago, el de Uclés tiene sepultadas bajo los actuales trazados de autovías las viejas sendas medievales. Pero la demarcación que ha identificado Manuel discurre al lado de la vía original.

EL ITINERARIO

La sencillez, la belleza y la simbología caracterizan esta ruta con punto de salida (o de llegada) en la iglesia de Santiago, en la calle del mismo nombre ubicada en el corazón de la capital. Desde ahí, el peregrino accede a la plaza de Ramales, con el cruceiro del pintor Velázquez -caballero de la Orden de Santiago-, atraviesa el palacio de Oriente topándose con la puerta de Santiago -la más grande, con barrotes dorados-, y bordea la catedral de la Almudena, donde se puede sellar la credencial, hasta bajar por la cuesta de la Vega.

Después, y tras cruzar el parque de Atenas, el caminante llega al paseo de Extremadura donde halla el acceso al parque Madrid Río. «A partir de ahí empieza un paseo precioso, con fuentes, bancos y ajeno al tráfico», describe Manuel. Esta vega urbana del Manzanares termina a su paso por la glorieta de Cádiz, y da comienzo el parque lineal. Las orillas del río capitalino se tornan salvajes, y comienza el desfile de patos, garzas o comadrejas a escasos kilómetros de la Puerta del Sol.

«Ahí las señales te sacan a una bifurcación hacia las huertas del río, y ese sendero termina en la escuela de Protección Civil de Rivas. Una carreterita te conduce a la iglesia de San Marcos, en el pueblo, donde sellas la credencial y finalizas la primera etapa del camino», aclara Manuel.

Rivas es la primera parada del itinerario que discurre por La Poveda, Arganda, Morata de Tajuña, Perales, Tielmes, Carabaña, Estremera, Vallestán , Barajas de Melo, Huelves y Uclés. Este mes, Manuel prepara con la asociación Amigos del Camino de Uclés un encuentro de alcaldes de estos municipios para informarles sobre esta senda que realizan cada año cerca de un millar de personas de entre 4 y 84 años, algunas de ellas con algún tipo de discapacidad física.

 CREDENCIALES, MOJONES Y SEÑALES

Manuel, empresario retirado, dedica todo su tiempo a trabajar en el camino. Diseña las credenciales y las imprime -ya ha entregado más de 400 ‘uclesianas’-, aunque lamenta que aún haya gente que transita sin credencial.

También atiende y guía a los peregrinos, mostrándoles las atracciones turísticas o medioambientales próximas al camino de cada pueblo, y coloca las señales -lleva unas 6.000- con la cruz roja de Santiago. Ahora trabaja en los mojones. «Ya tengo puestos 34 kilómetros desde el monasterio hasta Madrid. Cada uno señala los kilómetros que quedan a Uclés, por un lado, y a Santiago por el otro», concreta sobre una labor en la que invierte un mes por mojón.

Manuel estima que llevará más de 6.000 euros gastados en este proyecto. «No me gusta el fútbol ni los toros, soy peregrino. Me gusta el camino. Lo que gasto aquí no me duele, es mi pasión», concluye.

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