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Víctor Manuel: «No me gustan la banderas»

Entrevista con el asturiano, que regresa a Rivas para presentar su nuevo disco, 'Casi nada está en su sitio', y cantar temas de siempre (viernes 21, 21.00).

Víctor Manuel:

«Ni de joven había escrito tantas canciones seguidas»

Entrevista: Nacho Abad Andújar  Fotografía: Paco Navarro

– Publicada en el ‘Rivas Cultural’ de diciembre 2018.

Es el autor de algunas de las canciones más hermosas del repertorio musical español: ‘El abuelo Víctor’, ‘Soy un corazón tendido al sol’, ‘Nada sabe tan dulce como su boca’ o ‘Por la luz de tus labios’. Víctor Manuel (Mieres del Camino, Asturias, 1947) regresa al auditorio Pilar Bardem, donde ya actuó en 2010 con su gira ‘Vivir para cantarlo’. Interpretará temas de siempre y otros de su nuevo disco, ‘Casi nada está en su sitio’.

El asturiano sumaba 10 años sin editar trabajo con canciones originales. Y ahora vuelve a los escenarios sin la compañía de su tropa (Ana Belén, Miguel Ríos, Serrat o Sabina). Llevaba cuatro temporadas sin cantar en soledad. Eso sí, le escoltan seis músicos: dos guitarras, saxo (y flautas), bajo, batería y teclados (entradas a la venta: 18 y 25 euros).

De todas las cosas que no están en su sitio, ¿cuál le solivianta más?

Como uno tiene que ir a la actualidad para demostrar que casi nada está en su sitio, la sentencia de los jueces sobre las hipotecas, por ejemplo. Son cosas que uno no se explica muy bien por qué ocurren. Te ataca la perplejidad de que en esta vida no controlamos nada y lo controlan otros desde algún sitio.

Pregunta a la inversa: ¿qué cosas sí están donde deben permanecer?

Lo físico está en su sitio. Pero todo lo movible, desde las comunicaciones hasta la información, pasando por presidentes de determinados países, tiene pinta de no estar en su sitio.

¿De qué presidentes hablamos?

El más obvio es el rubio [Donald Trump]. Pero en Europa también damos demostraciones estupendas de hasta qué punto un cierto tipo de fascismo, que no es como el de los años 30, puede ensañarse de nuevo. Hay un fascismo latente y agazapado, esperando a ver qué pasa.

¿Italia, por ejemplo?

Italia y partidos muy xenófobos en países centroeuropeos como Austria, Hungría o Alemania.

¿Y cuál es el sitio de Víctor Manuel?

Trato de tener un cierto equilibrio, de ver la vida no como cuando tenía 20 años, porque es imposible, pero sí con ojos para admirarse de las cosas que pasan en el mundo y cómo éste es capaz de reinventarse. También me asombra la abyección de cierta gente, como cuando alguien dice que se quiere sacar a los muertos de las cunetas por dinero. No se puede ser más malo al decir algo así.

La memoria histórica vuelve a figurar en su nuevo disco.

Es que es un tema presente. En los últimos diez años se han sacado miles de cuerpos enterrados en fosas comunes. Pero el apercibimiento que tiene España de la ONU es ya muy antiguo: recuperen ustedes a sus 120.000 muertos, denles identidad y entréguenlos a sus familias. Somos el segundo país del mundo, después de Camboya, con más muertos desaparecidos.

Debería ser una cuestión de estado.

Es una cuestión de estado. Pero nunca se ha abordado como tal. No se hizo cuando correspondía, en las primeras mayorías del PSOE. Es cierto que entonces, y no es una disculpa para ellos, no había demanda social. En los años 80 persistía un miedo cerval a no tocar nada ni remover las cosas. Después han llegado los nietos y han preguntado por los abuelos. Y cuando se han enterado de lo que les pasó y dónde estaban, se pusieron latosos y han reivindicado lo que había que reivindicar.

Hablando de reivindicaciones: se le ha visto en las manifestaciones de pensionistas.

No voy como jubilado porque no lo estoy todavía. Pero vaya toda mi solidaridad con el colectivo. Es una lucha ejemplar y una lección de vida. Como dicen, no pelean tanto por lo suyo, sino por todo lo de los demás, por quienes vienen detrás.

Todas las canciones compuestas entre el 10 enero y 23 de marzo. ¿De dónde brotó ese arrebato creador, de los 10 años sin disco con canciones originales?

Supongo que eso tiene que ver. No escribo canciones entre disco y disco, salvo algún encargo. Se ve que tenía ganas. Salieron todas en tromba. Hubo un momento en que me obligué a parar y dejar algo para pasado mañana. No me había pasado nunca. Ni de joven había escrito tantas canciones seguidas.

53 años en la música. Y eso que usted aspiraba a cantar en Madrid, ganar unas pesetas, volverse a Asturias y abrir una cafetería.

Fue la idea primigenia, la más pobre que uno puede tener de sí mismo: a ver si me gano unas pesetillas y me vuelvo al pueblo con un coche muy grande. Eso fue cambiando con los años. Formas también una familia en otro lugar; en este caso, Madrid. Te cambia la visión. Y de pensar que estaba aquí de paso me he convertido en un perfecto madrileño. Pero me gusta mucho mi Asturias. Se ve en cada disco que compongo: Asturias entra por cualquier lugar.

¿Cómo lleva lo de cantar de nuevo sólo en el escenario, sin la compañía de Ana Belén, Serrat, Miguel Ríos o Sabina?

Es mucho más esforzado. Ana lo explica gráficamente cuando canta sola y dice que no le da tiempo ni a beber agua. Estás más urgido, pensando en cómo va todo, si las proyecciones funcionan bien, en la presentación de la siguiente canción. Hacía casi cuatro años que no cantaba en solitario y estos primeros conciertos noto la presión. Pero con otras pocas fechas más que hagamos, estará todo perfecto.

Serrat, Sabina, Aute, Víctor Manuel… Una generación musical irrepetible. ¿Casi nadie posterior ha situado la canción de autor donde la pusieron ustedes?

Es otra época. Es difícil juzgar a la gente que viene detrás con nuestros parámetros. Nosotros veníamos de otro sitio, de una cultura insumergible. Por muchos palos que te dieran, ciertos o figurados, no eran capaces de hundirte nunca, porque había algo más profundo en ti: la convicción del trabajo que estabas haciendo y que contribuías a hacer mejor este país. Esos mimbres ya no pueden darse. La gente tiene todo conquistado. Cuando le explicas ahora a un chaval lo que era la censura, te mira con ojos de qué me cuenta este abuelete. Sin embargo, el tiempo de ahora es mucho más envenenado. Obliga a la gente a cuidarse de lo que dice y hace. No hay la espontaneidad de antes. Todo está muy pautado y controlado. Son otros tiempos. Ahora hay grandísimos autores, gente que escribe canciones extraordinarias y que, seguramente, les falta la posibilidad de acceder a medios masivos de comunicación: Pedro Guerra, Jorge Drexler…

«Digo España y qué bien suena esa palabra. No la arrojo contra nada ni contra nadie», dice en uno de sus temas. ¿Qué es España?

Lo que me enseñaron que era y, después, lo que yo descubrí que podía ser también. En un principio hay unos límites, una geografía, pero luego hemos aprendido entre todos a construir otro país, un país con autonomías muy firmes. Gente que trabaja por su espacio natural. Y todo eso es nuevo para la gente que veníamos del pasado. Me gustaría vivir en una España federal, un poco más autónoma de lo que es ahora. Pero se ha avanzado mucho en ese sentido. En otros aspectos, la gente se queja de problemas de financiación, del desnivel tremendo que hay entre provincias o autonomías ricas y desfavorecidas. Ojalá con el tiempo se vaya subsanando.

En 1982 escribió ‘España, camisa blanca de mi esperanza’. Ahora canta ‘Digo España’. ¿Se ha desajustado mucho este país respecto a lo soñado hace 36 años?

Ha mejorado en mucho. Veníamos de una España en blanco y negro, para pasar al color, a una España en transformación. Hay que mirar con perspectiva: lo que teníamos y lo que tenemos. Este país es infinitamente mejor al de 1982. Lo que pasa es que ahora tenemos enfermedades de ricos. Cuando tenemos casi todo lo básico, como una sanidad pública, tras un camino larguísimo, aparecen los tirones de la capa de España, gente que pide cosas que no están en la Constitución o gente que se considera presos políticos cuando en este país no hay presos políticos. Hay gente que desobedece la ley y, por tanto, va a la cárcel. Tampoco me gusta que haya personas en prisión provisional esperando un juicio que se puede hacer eterno. Pero me llama la atención por qué gente tan preparada, tan inteligente, en un momento determinado, decide desafiar al estado como si no tuviese al lado ningún abogado que les advirtiera de que podía pasar lo que ha pasado. Uno se asombra cuando escucha decirles que no pensaban que el estado fuera a ser tan duro. El estado es el estado en todos los sitios. Y es igual de hijo de puta en Francia, Gran Bretaña o Italia. El estado se defiende. Para mí, es una situación muy dolorosa, por incomprensible también. Hace poco me preguntaban en una entrevista en TV3 [televisión pública catalana]: ¿con qué no estás de acuerdo, con el método? El independentismo, como el canibalismo, se puede llegar a justificar, pero otra cosa es el procedimiento: ¿qué es esto de que me salto las leyes?

¿Cataluña tiene derecho a celebrar un referéndum?

Con la actual Constitución, no tiene derecho. Si se cambia, lo tendrá. Europa, que es lo que está como telón de fondo, tiene mucho que decir. Si España desfallece y autoriza un referéndum en una región suya tan potente como Cataluña, Europa se va a tomar por culo. Tardará más o menos tiempo, pero luego vendrán el Véneto, la Lombardía, Cerdeña… Europa no lo va a permitir. Y hay que contar con eso: ¿en qué marco queremos vivir? Cuando éramos jóvenes, defendíamos la autonomía de las regiones, que cada una pudiera definirse. Han pasado ya muchos años. Y aquella Europa no es esta Europa de hoy, con un marco legal que te protege para lo bueno y lo malo. Padeces lo malo y tienes acceso a lo bueno. Lo que no se entiende es que alguna gente, entendiendo esa complejidad, explique a sus posibles votantes que no se preocupen de eso. Lo que me asombra de casos como Cataluña o el Brexit es quiénes son los abogados que están detrás de esos procesos que no le cuentan a la gente lo que puede pasar. Esto todo como una historia de Disney.

¿Sigue siendo alérgico a las banderas?

No me gustan nada las banderas. Me da mucha pereza esta procesión de banderas que hemos vividos los últimos meses. Claro que me identifico con una bandera y una manera determinada de organizar un país. Pero eso de pasarle por los morros la bandera a la gente, da igual del color que sea, me parece un error infinito. Y la gente que lo alienta me parece todavía mucho peor.

¿Qué es la patria?

Un espacio. Amo este país porque lo conozco. He viajado muchísimos años por él, por cada rincón. Y hay cantidad de cosas atroces que me espantan. Y otras que me maravillan. Me gusta, sobre todo, la gente. La manera en que se entiende un asturiano y un gaditano, y son como el agua y el aceite si tú quieres, aunque no sentimentalmente, pero sí en su concepción de la vida. Si sueltan a la gente, se entiende muy bien. En cuanto hay mediadores, gente enredando con la política, todo se enmierda.

Votó al PCE cuando militó en él, luego a IU y más tarde al PSOE. ¿Seguirá votando en las próximas elecciones?

Yo voto siempre y lo seguiré haciendo. Por defecto, voto siempre. Me parece mucho más atroz quedarse en casa que ir a votar, aunque sea con la nariz tapada a veces.

En Rivas ha actuado en varias ocasiones. ¿Qué significa esta ciudad para usted?

Nos sentimos muy ligados a Rivas por diferentes circunstancias. Cuando no había nada allí, ni siquiera iluminación, cantamos en un descampado, en lo que iba a ser y ahora es Rivas. Recuerdo que estaba todo a oscuras, con un camión que daba luz y un escenario muy precario, con los primeros cooperativistas intuyendo lo que podía ser su casa. Cantamos una segunda vez cuando ya había una parte en construcción. Todo siempre muy cerca de la gente y de Armando Rodríguez Vallina. Gente que ha sabido construir una ciudad estupenda de la nada.

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