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Ron Lalá: «Teníamos ganas de género negro»

La compañía, que llena cada vez que actúa en Rivas, inaugura la temporada de abono del auditorio con 'Crimen y telón' (sábado 29, 20.00).

Ron Lalá:

«El humor es un lenguaje estupendo para contar sin vender la moto a nadie»

Entrevista: Nani Cores / Fotografía: David Ruiz

Más de 20 años de carrera, cientos de funciones en España y una docena de países, dos premios Max en su poder y una fórmula infalible en su caso: teatro, humor y música en directo.

Tras dos coproducciones con la Compañía Nacional de Teatro Clásico para revisitar la obra cervantina, la compañía Ron Lalá se lanza a la piscina abordando el género negro en ‘Crimen y telón’. Un espectáculo con asesinato incluido, donde todos y cada uno de los espectadores están bajo sospecha. De él hablamos con uno de sus integrantes, el actor Juan Cañas. Se trata del montaje inaugural de la temporada de abono de otoño 2018 del auditorio Pilar Bardem.

¿Cómo nace la idea de embarcarse en el género negro que se desliga radicalmente de lo hecho en anteriores espectáculos?

Como dices, venimos de una serie de espectáculos de corte más clásico. En este caso queríamos pegar un giro, volver a una clave más contemporánea conservando los ingredientes ‘ronlaleros’: mezcla de teatro con música en directo, con bastante humor, en una clave con mucha energía, intentado ser críticos y hablar del mundo que nos rodea. El género negro era una asignatura pendiente y le teníamos muchas ganas.

¿Cuáles son las principales influencias dentro de este género?

Hemos leído mucha novela negra: Mike Hammer, Raymond Chandler, Agatha Christie¿ También hemos visto mucho cine clásico, series modernas como ‘Los Soprano’, ‘Breaking Bad’¿ Nos gusta que en nuestros espectáculos haya muchos guiños porque creemos que les dan enjundia y, en cierta manera, también es un homenaje a los grandes de los que bebemos todos.

El teatro es la víctima mortal de esta historia, ¿cuál es el móvil de este asesinato?

Has llegado justo hasta el límite del spoiler [destripamiento del argumento]. Una cosa que nos hemos encontrado con este espectáculo es que en cuanto empiezas a contar de qué va, ya te metes en camisas de once varas.

Pero en realidad es una metáfora del estado actual del teatro y una manera de reivindicar sus problemas.

Siempre intentamos que la trama sea una excusa para hablar de temas más importantes. El humor es un lenguaje estupendo para contar cosas con peso sin ser dogmático ni vender la moto a nadie. Lo que hemos hecho es crear un futuro distópico en el cual las artes están prohibidas y son perseguidas. Lógicamente, a esa idea llegamos tirando un poco del hilo de la actualidad, donde a veces parece que en determinados sectores estamos dando algún que otro paso atrás. Más que plantear que ésta es la situación a la que vamos a llegar, que en eso somos más optimistas, utilizamos la caricatura para plantear la pregunta.

Una de las señas de identidad de Ron Lalá es el humor, algo, en principio, muy alejado del género negro. ¿Cómo consiguen unirlos sin que chirríen?

Pues era uno de lo grandes retos y también nos lo preguntábamos antes de empezar. Todos los espectáculos anteriores de Ron Lalá siempre han tenido un aire muy festivo, muy de venirse arriba, que también lo tiene éste, pero precisamente por tocar el género negro es visualmente más oscuro y no puedes afrontarlo desde el mismo lugar. La duda era cómo iba a funcionar el humor dentro de ese tono, y la verdad es que la sensación es que está funcionando bien.

También es importante el papel del público en este montaje: se le da pistas que ni siquiera los propios personajes conocen.

El público es un elemento participativo en nuestros montajes. Siempre hay un momento en que rompemos la cuarta pared y nos gusta hablarle directamente a la cara. Es un sospechoso inclusive, ya que todos los que estamos ahí metidos podemos haber sido los asesinos del teatro. Además, estamos en un futuro en el que las artes están prohibidas, por lo que el público, en realidad, está asistiendo a una representación clandestina.

Llevan medio año rodando con este espectáculo. ¿En qué ha evolucionado el montaje en este tiempo?

Una de las principales dificultades a las que nos enfrentábamos es que se trataba de una propuesta totalmente diferente a las anteriores: primero, porque es una obra de principio a fin, no una sucesión de números breves; segundo, por el choque entre tono oscuro y humor¿ Con el paso de los meses todos estos elementos han cogido más frescura, todo fluye con más naturalidad que en las primeras funciones y el equipo se va engrasando. O sea, que llegamos a Rivas rodadísimos.

¿Cuánto tiempo de trabajo supone la creación de una nueva obra?

En los últimos espectáculos, el proceso entero ronda el año, un año en el que solemos estar de gira a la vez.

Compaginar la creación de un nuevo montaje con la representación de otro, ¿no es un poco esquizofrénico?

Estamos acostumbrados al cambio de chip. Lo difícil sería compaginar la escritura de un espectáculo con ser ingeniero naval por la mañana. A veces, la cantidad de cosas que tienes en la memoria es enorme, pero cuando entras en un nuevo espectáculo es imposible que se te mezcle con otro papel. Lo importante es que tenemos el privilegio de que nos podemos dedicar a ello y vivir todo el día en ese mundo de ideas.

Han adaptado con éxito los textos de Cervantes. ¿Por qué ese interés por acercarlo a las nuevas generaciones?

Porque tiene lo que tienen los grandes de la literatura. Fueron capaces de tocar las emociones del ser humano desde un lugar de verdad y sabiduría tan profundo que es imposible quedarse fuera de eso. ¿Cómo no van a ser eternos? Los clásicos son clásicos porque siguen siendo actuales. Ha cambiado el entorno, pero el ‘abecé’ de lo que somos sigue siendo idéntico.

‘Siglo de oro, siglo de ahora (Folía)’ (2012) ha sido una obra fundamental dentro de su carrera. Con ella disteis el salto fuera del circuito underground. ¿En qué ha cambiado la compañía desde entonces?

Ese espectáculo supuso un punto de inflexión, a partir de ahí nos ha conocido mucha más gente, fue el que nos abrió las puertas del Teatro Clásico, las representaciones han sido mayores, vinieron los Max, muchos viajes internacionales¿ Más que cambiar han mejorado las cosas. Nos conoce parte de la crítica y de los programadores y eso es una ventaja a la hora de vender las funciones porque llegas con una corriente favorable. Es una suerte que en muchos sitios ya no sea necesario tener que ganarte a cada uno en cada función. Luego, por supuesto, tienes que refrendarlo cada vez y estar a la altura para no volver a la casilla de salida.

Tienen el privilegio de que vuestros espectáculos seducen a gente de todas las edades. ¿Cuál cree que es el secreto para engancharles?

Nunca nos hemos hecho un planteamiento de qué cosas pueden enganchar más a unos que a otros, es algo más general: si hacemos espectáculos donde lo que cuentas y las acciones están vivas, ocurren de verdad en escena, tienen relación con lo que somos como seres humanos y están bien hechos, tienen que engancharte tengas la edad que tengas. No hay que gustarle a un montón de gente por ser facilón sino por hacerlo bien.

Tras 22 años de trayectoria, ¿cuál es el secreto para seguir juntos?

Uno de los grandes logros es la cohesión del equipo, siempre hemos supeditado los egos personales al resultado del equipo. Ese es uno de los grandes capitales de la compañía y mantenerlo es fundamental para seguir juntos. Ser conscientes de que esto es una carrera de fondo y nunca se deja de aprender.

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