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Pepín Tre: el hablautor que canta

Habla más que canta. Vive en Rivas y cuando se realizó la entrevista, en 2005, colaboraba en el programa 'La azotea de Wyoming' (TVE 1).

Pepín Tre: el hablautor que canta
Pepín Tre, en la barra de un bar del barrio Covibar. JESÚS PÉREZ

Entrevista: Nacho Abad Andújar

Es la hora de la caña y la tapa. O sea, una y cuarto de la tarde. El músico y cómico Pepín Tre, que pernocta las noches de los miércoles en ‘La azotea de Wyoming’, el programa de TVE 1, vive en Rivas Vaciamadrid desde hace trece años, «cuando sólo éramos 5.000 habitantes». Llega puntual a la entrevista, que se realiza en El Lagar, un bar camuflado entre los soportales enladrillados del populoso barrio de Covibar.

Pepín Tre viste camisa de pana azul. Su pelo blanco encuaderna un perfil de mirada aviesa y sonrisa maliciosa. Y, según cómo se le mire, aspecto de bucanero con buen corazón o profesor canalla-progre de facultad. Pero todo ese aura de malditismo se desvanece cuando pide una manzanilla. ¿Una infusión para este creador y trovador de las historias más enrevesadas y absurdas?

Le divierte posar para el fotógrafo. «Joder, merece la pena», comenta mientras da cuenta de los embutidos que va sacando el dueño, Valerio, que se apresura a agasajar al invitado para que el nombre del bar no pierda lustre.

Más que cantautor, este madrileño de 58 años, es hablautor. «Un espectáculo mío puede durar dos horas, pero hablo tanto que al final el público se marcha escuchando sólo un par de canciones», explica. ¿Y por qué tanta verbosidad surrealista? «Por timidez», se sincera. «Al principio, cuando trataba de hacer música, me ponía nervioso. Y me refugiaba en la palabra. La gente se reía con lo que decía. Y empecé a ser un charlatán-pop».

Cuenta este lector, que devora ensayos y novelas, que empezó en esto de la música a los 40 años. Muy tarde, y gracias al poeta y novelista estadounidense Bukowski, exponente del realismo sucio que elevó la embriaguez a categoría literaria. Pero no fue por imitar sus excesos etílicos. No. Pepín Tre renunció a sus trabajos en empresas de videojuegos para emprender la aventura artística por otros motivos. Él ya escribía textos para otros. «Y me ayudó saber que Bukowski decidió dedicarse a las letras a una edad tardía, cuando estaba a punto de jubilarse. Y me dije que, tal vez, yo podría hacer lo mismo con la música».

KRAHE, FAEMINO O CARBONELL

Han pasado 18 años desde entonces. Y este fumador empedernido -«todo lo que eche humo me gusta»-, amigo en sus días de gloria de las bebidas amargas -la manzanilla sin azúcar, por favor-, ha editado cuatro discos (incluido un directo, ‘Verdades como puños’). Prepara su quinto trabajo, que verá la luz en mayo. Será con el sello discográfico 18 Chulos, creado por la fauna más golfa de la contracultura celtibérica: Wyoming, Javier Krahe, Faemino, Santiago Segura, Pablo Carbonell y el mismísimo Pepín Tre.

El periodista le recuerda que el autor de Torrente dijo que se apuntaba a esta movida por cenar con Faemino. «Esa fue la idea. Pero Faemino nunca fue a las cenas. Es la decepción más grande que hemos tenido».

¿Y por qué se sumó él a esa iniciativa discográfica? «Para hacerme un buen plan de pensiones. Aunque no ha salido como pensábamos», bromea. Y recuerda los problemas que acechan al mundo musical: «Antes, en las gasolineras, había señores que servían gasolina. Ahora no. Y con las compañías discográficas pasará lo mismo. Llegará un día en que dejen de existir».

Ahora que sale por la tele surge la pregunta. ¿Qué es la telebasura? «Un reflejo del mundo basura. La telebasura es lo de menos. La putada es que el mundo se ha convertido en una auténtica basura». Reconoce que «los uniformes» le ponen de mala leche. «Me desazonan y desasosiegan. Creo que son un reflejo de mi juventud, corriendo delante de los grises».

Decía otro trovador, Joaquín Sabina, que a una edad tardía los artistas se retiran a su guaridas para beber con los amigos, renunciando a los garitos. «Es cierto. Empieza a ser agradable quedarse en casa con las malas compañías. Da pereza salir. Pero lo que dice Sabina es hasta cierto punto mentira. Sabina ha tenido un after hour en su casa toda la vida. Su casa no cerraba nunca».

EMBAJADORES Y MALASAÑA

Este histrión -dicho en el sentido más noble de la palabra- decidió venirse a vivir a Rivas cuando tuvo un hijo. Atrás dejó los barrios madrileños de Embajadores y Malasaña. «Madrid es muy complicado para tener chavales. Aquí era viable conseguir una vivienda. Y se vive bien: hay parques, espacios amplios, los niños van y vienen solos al cole. Los colegios están construidos cuando llegan los nuevos residentes. Eso son valores de la izquierda que no se han descuidado en Rivas».

Conoce la ciudad. Habla de los bares donde «tiran bien las cañas, como el Rodri, un clásico». Con su perro, «un chucho ovejero», sale de paseo por los cortados y lagunas de los humedales. Y le parece bien la última iniciativa municipal de crear la Filmoteca Joven: «Ya era hora de que pudiéramos disfrutar de cine de calidad sin tener que ir a Madrid».

La gente se preguntará de dónde surge el nombre artístico. Ahí va la respuesta: «Mi nombre es Pepín. Mi madre es asturiana, y allí los pepines son frecuentes. El Tre es de un Citröen modelo TRE. Era pequeño y de tres puertas. Y me dije: como modelo me sirve». Pepín Tre, como otros músicos -Pedro Guerra, Luis Pastor o Jorge Pardo- se vino a vivir en Rivas un día y, como cantaba Sabina, aquí quiere quedarse.

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