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Escolares científicos en el colegio El Olivar

El Laboratorio del colegio El Olivar surge con el objetivo de aficionar a la ciencia a la infancia y se familiarice con sus métodos.

Escolares científicos en el colegio El Olivar

Texto: José M. Fernández-Layos y Patricia Campelo 

«No se puede enseñar ciencias naturales sin mancharse nunca las manos», advierte Felipe Gutiérrez, el profesor que coordina el laboratorio del colegio El Olivar. En una de las prácticas, los profesores sacan un mejillón y, entre el olor y la viscosidad del bicho, los alumnos ponen cara de asco y, al principio, se resisten a tocarlos.

No pasará mucho tiempo para que la lucha de los profesores sea exactamente la contraria: que los niños paren un momento de meterles mano y espachurrarlos. Paula Zapata, de 12 años, y Jorge Carrera, de 11, son dos de esos alumnos que han pasado por el laboratorio. Paula cuenta cómo se desarrolla una sesión: «Los profesores nos explican la práctica que hay que hacer ese día y, a medida que la hacemos, vamos apuntándolo en una ficha que nos dan».

Y Jorge pone un ejemplo: «El día de los mejillones nos dieron una ficha con las partes del animal y nosotros teníamos que verlas en el mejillón de verdad. El tema del sexo nos lo explicaban: si es macho, es naranja, y si es hembra, es más clarito. Y esas fichas luego nos las quedábamos para saber lo que habíamos hecho».

También le han querido dejar espacio en el laboratorio a las ciencias sociales y montaron un museo arqueológico con piezas sugerentes y falsas, pero que se asemejaban a lo que se podía encontrar en una villa romana. Después de dar unas charlas para que vieran los objetos de culto, de la vida cotidiana, abalorios y demás, se recreó el supuesto yacimiento en el patio. Allí enterraron materiales y los niños tenían que buscar una serie de objetos para identificar en qué zona de la casa se encontraban.

A Paula le gustan todas estas prácticas porque «te lo pasas mejor, son diferentes y aprendes cosas nuevas». Mientras que Jorge destaca «que no sea siempre con un libro sino que podamos tocar otros materiales con las manos» , y recuerda que en la práctica de arqueología «nos dieron unas palas para desenterrar los objetos y un pincel con el que quitábamos luego los restos de arena, como si fuésemos arqueólogos de verdad».

SEMANA DE LA CIENCIA

El director del colegio, Ernesto Olivares, relata la apuesta clara que han hecho por la ciencia gracias al laboratorio: «Tenemos un grupo de trabajo destinado específicamente a diseñar actividades científicas, de tal forma que al menos haya una práctica al trimestre con todos los niños del colegio, adaptada a cada una de las edades».

Para ello, han aprovechado el material que ya tenían, además de adquirir nuevos materiales en función de la práctica que se vaya a hacer. Felipe reconoce que lo suyo sería hacer uno a la semana «pero para eso tendrías que tener un profesor que tuviese al menos un 50% de su tiempo dedicado a esa materia».

Pone como ejemplo la práctica con minerales que tienen este trimestre, en la que van a ver su composición con unos binoculares y hacer unos fósiles con unos moldes. «Preparar eso te lleva un tiempo y los profesores tenemos también nuestra clase. Entonces, puedes hacer lo que puedes hacer».

Para organizarse mejor, lo hacen todo en una semana, que llaman Semana de la Ciencia. «Hacemos un horario, y hay que dejar disponibilidad a los profesores del grupo de laboratorio para que estén haciendo la práctica con los niños y no estén a esa hora en su clase, sino que ese día otros les sustituyan» señala Ernesto. Felipe cree que, por desgracia, la ciencia se ha convertido en una especie de María en este país: «Tanto es así que se puede enseñar en inglés, y así se aprende lo justito, porque en el fondo el contenido se ha desvalorizado, y tener un mínimo contacto con las experiencias es fundamental, porque al final es lo que se te queda».

HIPÓTESIS: QUE TODO EXPLOTE

El método que propuso Felipe en las prácticas es el método científico, es decir, que lo alumnos primero planteasen una hipótesis de lo que ellos creían que iba a ocurrir y luego viesen lo que realmente ocurría, para confirmar o no la hipótesis.

«Por ejemplo, en un globo metíamos cierta cantidad de bicarbonato, y luego con una pipeta íbamos echando vinagre, y preguntábamos ¿qué es lo que va a ocurrir? Algunos decían que iba a explotar. Para ellos, todo se supone que va a explotar. Otros decían que se iba hinchar el globo, y otros que se iba a salir. Y después hay que preguntarse por qué se infla el globo. Hasta que se da con alguna que se aproxima. Y luego ya finalmente les explicas la razón, pero no la adelantas, que la prueban ellos».

Para Felipe, la ciencia puede ser muy atractiva para los niños, por eso surgen ‘shows’ como ‘El Hormiguero’, aunque a diferencia de ellos, en el colegio las prácticas tienen una relación con la materia que se está dando e intentan aplicar el método científico.

«Estamos acostumbrados a que todo tiene que ser espectacular, pero alguien que está en el laboratorio ocho horas al día trabajando, de espectacular no tiene nada, es un trabajo sistemático, y eso es lo que hay que entender, que la ciencia se basa en el trabajo y la observación, y desmitificar otras cosas, como que la ciencia es una cosa de científicos locos».

Interrogados sobre qué otras cosas les gustaría hacer, Jorge lo tiene muy claro: «Lo único que nos falta es coger los productos de química y meterlos todos a la vez». La ciencia y los niños puede ser una combinación explosiva.

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