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Blanca Portillo: «No puedo prescindir del teatro»

Entrevista publicada en enero de 2007 en 'Rivas al Día', antes de que la actriz representara 'Afterplay' en el auditoio Pilar Bardem. 

Blanca Portillo:

«Siempre me he considerado una actriz de teatro»

Entrevista: Nacho Abad Andújar / Publicado en ‘Rivas al Día’ de enero de 2007.

Teatro dentro del teatro. Al que probablemente sea el dramaturgo irlandés de mayor éxito, Brian Friel, se le ocurrió devolver a la vida dramática a dos personajes chejovianos olvidados: Sonia (‘Tío Vania’) y Andrei (‘Las tres hermanas’). ¿Resultado? La obra ‘Afterplay’, publicada en 2002, donde los reúne en un mismo escenario, pero ambos con 20 años más y una incertidumbre por resolver: ¿qué pasa con los personajes después de una obra?

Juan Caño Arecha ha adaptado al español el texto del irlandés. La función la dirige Juan Carlos Plaza, que ya pasó por Rivas con ‘Yo, Claudio’, protagonizada por Héctor Alterio. La trayectoria de Plaza es alargada: 59 obras teatrales, 25 óperas y director del Centro Dramático Nacional entre1989 y 1994. Ahora, en ‘Afterplay’, tutela los trabajos de Blanca Portillo y Helio Pedregal. Ella revive a Sonia, la sobrina del tío Vania; él, a Andrei, el hermano de ‘Las tres hermanas’. Todo el peso de la función recae sobre ambos, que se asoman al paso del tiempo con la amargura de la felicidad robada.

En ‘Tío Vania’, Sonia era una chica joven y pura, apenas maleada por la vida. Y es, quizá, uno de los personajes olvidados de Chejov. ¿Cómo es la Sonia de Brian Friel?

Hay aún en la Sonia de hoy algo de aquella joven. Sigue conservando una cierta dosis de candor e inocencia. Sigue creyendo en las cosas que le dicen. Mantiene una energía y una importante capacidad de trabajo y sacrificio, siendo sensible a los dolores ajenos. Pero la amargura se ha instalado en su alma. Se ha convertido en una mujer insatisfecha, que siente rencor hacia la vida y hacia las personas que le robaron la posibilidad de ser feliz.

Para representar el personaje de Sonia, ¿ha indagado en interpretaciones anteriores o lo ha encarado eludiendo esa perspectiva para no contagiarse?

Es imposible entender a esta Sonia sin aquella que creó Chejov. Es una gran ventaja, porque en ‘Tío Vania’ están todos los antecedentes del personaje, con lo cual, tienes la mitad del trabajo hecho. Lo hermoso ha sido inventar el proceso vital que le ha llevado a ser como es hoy.

¿El espectador se encuentra con una obra plenamente heredera del universo chejoviano?

Creo que sí. Friel es prácticamente el traductor oficial de Chejov al inglés, conoce plenamente su obra y su espíritu. Los personajes de ‘Afterplay’ están totalmente impregnados de la poética chejoviana. José Carlos Plaza [el director] ha trabajado en esa dirección. Se conserva ese espíritu de los personajes de Chejov, pequeños héroes cotidianos, llenos de energía vital, de sentido del humor y de dolores profundos.

A pesar de sus éxitos cinematográficos, apuesta ahora por una nueva obra de teatro. ¿Tanto veneno inocula el teatro para estar siempre sobre las tablas?

El teatro es algo de lo que no quiero ni puedo prescindir. Hacía nueve meses que no pisaba un escenario, desde ‘Hamelin’ [con el grupo Animalario], y ya no podía más. Siempre me he considerado una actriz de teatro. Me da algo que ningún otro medio me da. Es la responsabilidad de salir ahí cada día, delante de un público exigente, a darle lo mejor de ti. Eso no tiene precio.

Como directora, actriz y persona, ¿cuál es el teatro que le interesa?

Me interesan las cosas que me agitan el corazón y la conciencia. Me gusta el teatro que no se lo pone fácil al espectador, que le invita a imaginar y a reflexionar. Me interesa el teatro comprometido, arriesgado y exigente. Eso abarca tanto autores clásicos como contemporáneos. Lo importante es el punto de vista, el discurso que ofrece para el espectador y para mí misma.

¿Consigue despegarse de sus personajes una vez que abandona el escenario o se le adhieren de alguna forma?

Mientras estás haciendo un personaje, de alguna manera, siempre te acompaña. Te habita y tú habitas en él, de forma que tienes como una sensibilidad especial para captar cosas que tengan que ver con él. Pero una vez que dejas el escenario sabes que de nuevo eres tú. Y que Sonia se queda dormida, latente, en tu interior.

Sergi Belbel, José Luis Gómez y Jorge Lavelli son tres referentes suyos en el teatro. ¿Qué ha aprendido de ellos?

Uf, eso requeriría una larguísima respuesta. Son tres grandes. Tres personas de un inmenso talento, con una imaginación teatral fuera de lo común. He aprendido millones de cosas de ellos. Pero sobre todo lo que tiene que ver con el compromiso del actor ante el trabajo. No olvidar nunca que somos vehículos de comunicación y eso es una inmensa responsabilidad. Ellos aman lo que hacen, les va la vida en ello, de alguna forma. Y eso es lo que yo quiero para mí.

Portillo es de las actrices que se lanzan a producir obras de teatro. ¿Por qué esa necesidad de poner en pie proyectos?

Porque me interesa el hecho teatral al completo, no solamente la posibilidad de interpretar personajes. Me interesa la idea de aunar esfuerzos, de crear equipos de trabajo, de levantar proyectos que respondan a mis necesidades y a mis deseos. Creo que es el mayor de los lujos: poder hacer lo que deseas con quien deseas.

¿Cree que la cartelera actual está compensada, que frente a obras ligeras como musicales de dudoso empaque, por ejemplo, existen otras de una calidad meritoria?

Creo que sí, afortunadamente. Y además cada vez es mayor el número de actores que nos lanzamos a poner proyectos en pie. En una cartelera debe haber de todo y, en estos momentos, hay bastante donde elegir.

Los guionistas para series televisivas abundan, ¿pero faltan autores que escriban expresamente para teatro?

Creo que ahora mismo empieza a haber unos cuantos autores interesantes. Pero siempre nos parecerán pocos. Cuantos más haya, mejor, evidentemente.

En su último trabajo como directora escogió ‘Siglo XX que estás en los cielos’, de David Desola. Esta obra, o la participación con Animalario en ‘Hamelín’, revelan cierta inquietud artística por acercarse a proyectos con cierto compromiso. El artista en general, ¿debe comprometerse con el tiempo que vive?

Yo creo que sí. Pero ésta es mi opinión, no tiene por qué ser una verdad inamovible. Para mí, cualquier persona que trabaje en el ámbito de la cultura debe ser un lector de la sociedad de su momento y trabajar sobre ello. Insisto, pienso que somos vehículos de información y si no miramos a nuestro alrededor difícilmente podremos ofrecer a alguien nada interesante.

La cultura, ¿debe ser una fuerza transformadora de la conciencia humana o simplemente un elemento de diversión?

El ocio y la cultura son cosas muy diferentes. El ocio es necesario, es necesaria la diversión y la posibilidad de escapar durante un rato de la realidad. La cultura es otra cosa. Es algo que nos ayuda a pensar, que nos abre puertas a las ideas, a los problemas, que activa nuestros criterios y nuestras conciencias, que nos enriquece y nos hace mejores personas.

Con su trayectoria ha logrado meterse en la piel de personajes muy heterogéneos entre sí, incluso en ‘Alatriste’ era hombre. ¿No es éste un país que encasilla muy fácilmente a sus actores y actrices, donde resulta complicado diversificar los trabajos?

Creo que el encasillamiento es algo que también tiene que ver con la actitud personal. Uno no debería dejarse encasillar. Eso tiene que ver con la elección de los trabajos, con la ductilidad, con el deseo de jugar a ser muchas personas muy distintas. Ése ha sido siempre mi criterio a la hora de seleccionar.

¿Qué le cabrea del mundo actual?

Bueno, esa sería otra larguísima respuesta. Muchas cosas. Me cabrea la falta de solidaridad con quienes sufren permanentemente el olvido de quienes están en el poder, me cabrea la incapacidad para dialogar, la cerrazón de los políticos, la pasividad, la obsesión por el «estado del bienestar» que nos están metiendo en las cabezas. No sé, miles de cosas.

La conciencia de uno mismo y la memoria están presentes en ‘Afterplay’. ¿Cree que vivimos en un mundo desmemoriado que olvida fácilmente los desmanes de quienes dirigen el planeta?

Creo que la memoria es un arma contra los errores del futuro. Olvidar no es siempre la mejor opción. Teniendo presentes los errores del pasado es más difícil volver a caer en ellos en el futuro.

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