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De alcaldes de Rivas a jueces de paz

Antonio Martínez (1979-1987) y Francisco de Pablo (1987-1991) fueron los primeros regidores democráticos del municipio. Ahora cumplen una nueva misión.

De alcaldes de Rivas a jueces de paz

Texto: José Luis Corretjé

Bautista Casa, juez de paz al que relevan estos dos exalcaldes ripenses y que lleva en el puesto desde hace más de tres décadas, fue nombrado por Antonio Martínez Vera (Guadalajara, 1936), y ratificado por Francisco de Pablo (Burgos, 1944) años después.

Esta figura encaja a la perfección con una localidad impregnada por la cultura de la intercesión: no en vano, Rivas cuenta con servicios de mediación vecinal, mediadores en los institutos, agentes enlace, etc. Su nombramiento como jueces de paz, adoptado unánimemente por el Pleno Municipal en enero pasado, «les honra e ilusiona».

De Pablo y Martínez Vera rememoran, en una conversación con ‘Rivas Al Día’, otras épocas en las que el juez de paz tenía mucha más faena: «En los ochenta, cuando la ciudad crecía a razón de dos mil habitantes al año, era normal recibir numerosas quejas de unos vecinos hacia otros», asegura Martínez Vera.

«Pero eso pasaba porque la gente no se conocía. Venían ‘en aluvión’ de todos lados. Al final conseguimos hacer de Rivas un pueblo en el que la gente se siente orgullosa de vivir en él», completa De Pablo.

De algún modo, la mediación entre partes enfrentadas es una tarea conocida para los dos entrevistados, una función que ya ejercieron cuando fueron alcaldes. «Hacíamos hasta de consultores sentimentales. Cuando había algún problema, la gente se dirigía directamente al alcalde. Te pedían consejo respecto a problemas matrimoniales, económicos y de todo tipo», describe Martínez Vera.

En una ocasión, recuerda, un vecino le fue a pedir 40.000 pesetas (corría el año 1984) porque tenía que dar la entrada de un piso. «Yo le dije que el ayuntamiento no era un banco y me puso de hoja de perejil», relata divertido.

A Francisco de Pablo le pasó algo parecido. Un día se presentó en su despacho un hombre mayor que le pidió un justificante para que la Guardia Civil no le pusiera problemas por recoger aceitunas que estaban abandonadas en los árboles. El olivar se hallaba en un terreno de propiedad municipal en el que ahora se asienta la plaza de la Constitución y el Ayuntamiento. De Pablo le hizo un justificante para que siguiera con una actividad que no hacía daño a nadie. «Ese, seguro que si ahora me presento a las elecciones, me vota», añade.

VIEJOS CONOCIDOS

No es la primera vez que Antonio y Francisco trabajan codo a codo. Ambos coincidieron en un gobierno de coalición, formado por independientes y PSOE, entre 1987 y 1991, en el que De Pablo (PSOE) ocupó el cargo de alcalde. Entre los dos suman tres legislaturas en las que les correspondió gobernar un municipio que pasaba por un momento «complejo y en el que todo estaba por hacer».

Martínez Vera, al frente de la Agrupación Independiente de Rivas, fue el primer regidor de la democracia: presidió los plenos municipales entre 1979 y 1987. «Empecé en el Ayuntamiento cuando la ciudad tenía 570 habitantes y un solo empleado municipal», recuerda.

«Cuando me iba a casa por la noche, cerraba la puerta del ayuntamiento con llave y luego lo abría por la mañana», dice entre risas, transportándose a un tiempo no tan lejano pero que suena a Pleistoceno. Aquel pueblecito que contaba con cuatro casas, una escuela, una iglesia y una Casa Consistorial, en tres décadas se ha convertido en una ciudad de 81.000 habitantes, lo que coloca a Rivas, por población, delante de varias capitales de provincia.

«No teníamos nada», sentencian como una sola voz. En su papel de alcaldes, les tocaba ir a Madrid a mendigar infraestructuras porque a partir de 1981 al municipio llegaron a vivir miles de personas, familias jóvenes con niños en su mayoría. Venían a habitar una ciudad donde no había ni centro de salud, ni colegios, ni metro, ni polideportivo. Al final de aquella década, en cambio, se llegó a construir con un ritmo de un centro educativo y medio al año.

Ahora Rivas cuenta con 29 colegios, institutos y escuelas infantiles financiadas con fondos públicos. «Cuando yo era alcalde y solicitábamos una nueva infraestructura, yo me cogía al consejero y me lo subía a lo alto del Cerro del Telégrafo. Después de señalarle, desde lo alto, las casas que se veían en miniatura, le decía: esto no es una playa, eso está lleno de gente viviendo que necesita hacer lo que hace el resto de gente», explica Paco de Pablo.

Ambos reconocen, desde la perspectiva que aporta el paso del tiempo, que la evolución de Rivas ha sido un éxito. «Nuestro propósito fue siempre hacer de Rivas un pueblo habitable en todos los sentidos: un lugar con servicios, parques, movimiento cultural, asociacionismo¿ Y creo que se ha conseguido ¿no? La gente está contenta de vivir aquí», explican.

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FE DE ERRORES: en el reportaje escrito publicado en la revista municipal ‘Rivas al Día, se decía por error que el gobierno de coalición ripense entre 1987 y 1991 estaba integrado por independientes, PSOE e IU, cuando sólo fue de independientes y de PSOE.

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