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SUSO33: «Los espacios me tienen que hablar»

Entrevista con el artista plástico SUSO33, un referente del arte urbano español, que creó una pintura mural sobre la escalera de la avenida de Covibar en 2013.

SUSO33:

Entrevista: Nacho Abad Andújar.

Rivas podrá presumir de tener en su espacio público una obra de un artista plástico de reconocido prestigio internacional, precursor del arte urbano en España: el madrileño SUSO33 (Jesús Manuel Pinto García), nacido en 1973 y uno de los creadores que mejor ha sabido estampar las ‘ausencias’ urbanas [siluetas rayadas de personas] sobre edificios abandonados o muros de solares sin uso. Para Rivas propone una pintura mural sobre las siete paredes de la escalera peatonal que comunica la avenida de Covibar (a la altura del ascensor) con la plaza de Clarín.

Esos murallones, actualmente teñidos de rojo, mudarán su aspecto por otro mucho más sugerente. Durante varios días, la ciudadanía podrá verlo trabajar, y merece la pena contemplar a SUSO33 en acción: será el viernes 13 de septiembre [de 2013], a las 20.00, cuando la obra quede finiquitada. Su propuesta fue una de las seis elegidas por el Ayuntamiento para exhibirse en el primer Concurso de Intervenciones Artísticas (el certamen recibió 63 proyectos), una nueva sección del Festival de Cultura en la Calle que cada septiembre celebra la localidad.

Cuando a mediados de julio se le entrevistó, el artista aún no se había decidido: «Estuve en Rivas la semana pasada para familiarizarme con el espacio. Se me ocurrieron muchas ideas. Casi fue peor ir allí», bromeaba por teléfono el creador de la ‘plasta’, la célebre mancha de pintura con la que selló en los 80 las paredes de Madrid y otras ciudades, y que luego se convertiría en su emblema.

«Suprimir en aquellos años las letras por un icono fue una apuesta muy innovadora», ha confesado en varias entrevistas este Leonardo da Vinci del arte contemporáneo, que combina sus pinturas de calle con performances, happening o live paintig en salas, galerías y museos (sus exhibiciones se han visto en Nueva York, Sanghai o Londres; en España lo han reclamado instituciones como el Reina Sofía, el Thyssen o el Teatro Real).

Rivas podrá presumir de tener en su espacio público una obra de un artista plástico de reconocido prestigio internacional

A pesar de ser un artista tan solicitado, SUSO33 no renuncia al hábitat que lo vio nacer: la calle. «Sigo saliendo mucho. Lo llevo haciendo desde mediados de los 80. No tienes más que pasearte por el centro de Madrid. Es mi forma de vida. Lo que empezó siendo una inquietud sigue siéndolo», confesaba un día después de plasmar su arte por varios edificios clausurados de la Gran Vía [a la altura de la calle Montera] y los alrededores de la plaza de Santo Domingo [solo interviene en lugares que «no hacen daño»].

SUSO33 conoce Rivas. Actuó en la sala Covibar mientras el músico Nacho Mastretta y su banda daban un concierto, ejecutando lo que él denomina ‘escenografía en progreso’: improvisaba una obra según las propuestas del público. También ha pintado sobre el escenario del auditorio Miguel Ríos, durante el festival de hip hop BOAFEST.

¿Cuál es su propuesta para Rivas?

Tengo varias ideas y aún no me he decidido [la entrevista se realizó en julio]. Estuve la semana pasada para familiarizarme con el espacio. Estando allí se me han ocurrido muchas más. Casi fue peor ir [bromea]. Aproveché, además, para dar vueltas por la ciudad, viendo otras posibles localizaciones, pero a título personal, porque me gusta trabajar en el espacio público.

¿Qué le dijo la ciudad?

No ví excesivas localizaciones para intervenir. Es una ciudad más a lo ancho que a lo alto. Ya la conocía. He trabajado durante muchos años en Arganda del Rey y tengo conocidos en Rivas. Estuve con Nacho Mastretta y la compañía de Impro Madrid Teatro en la sala Covibar, realizando una ‘escenografía en progreso’. Y he actuado en el auditorio Miguel Ríos, durante el BOAFEST [cita anual de hip hop].Uno de los lugares que me ha llamado la atención son los laterales de la autovía de Valencia (A-3), con sus distintas alturas de arena. Estoy desarrollando ideas para ese lugar.

¿Intervendría sobre la arena?

Sí. Esos taludes no son un terreno natural, sino un lugar sobre el que el hombre ya ha intervenido y escalonado para evitar derrumbes sobre la carretera. Había pensado resaltar algunas zonas, los entrantes y salientes, jugar un poco con el bajorrelieve y altorrelieve. Y como la arena se deteriora con el tiempo, aprovechar ese deterioro y pintarla con una pintura que va desapareciendo también con el tiempo, que no queda fija.

«Sigo saliendo mucho a la calle por mi cuenta. No tienes más que pasearte por el centro de Madrid. Ahora mismo por Gran Vía»

¿Qué ofrece la calle que no dé una sala, museo o espacio cerrado?

Intento aprovechar las circunstancias de cada momento. En Rivas, el espacio sobre el que voy a intervenir me resulta bastante interesante. Son unas escaleras, con paredes en varias alturas. Jugaré con la profundidad de los espacios. La gente que transita ese punto va a estar pasando por entre medias de la obra, o la obra va a estar entre medias de ellos. Le veo posibilidades, por eso le estoy dando vueltas, porque se me ocurren tantas cosas que no sé por cuál decidirme. Por ejemplo, cuando trabajé en la sala Covibar hice lo que yo llamo ‘escenografía en progreso’: improvisar según propone el público. Entonces creamos un texto, con planteamiento, nudo y desenlace. Yo iba creando la escenografía en tiempo real, dibujándola, según las propuestas de los espectadores. Trabajar en otro tipo de espacios expositivos, como un museo, es distinto a la calle, ya lo hagas en ésta con permiso o sin permiso. Lo que intento es aprovechar las oportunidades que ofrece cada espacio para construir algo. Unas veces salen [obras] más llamativas o aceptadas socialmente; otras, quizá menos. Pero lo que me gusta es proponer y hacer pensar, no dar soluciones.

Le gusta cuestionar.

Y que el espectador, aunque no me gusta llamarle espectador porque para mí forma parte de la obra,  la continúe la obra. Hace años hice en el Círculo de Bellas Artes de Madrid una propuesta que llamé ‘Lanzadera de palabras’. La gente que pasaba por la calle de Alcalá lanzaba sus mensajes por un megáfono y subida a un escenario. Yo transcribía sus frases en las lonas de la fachada del Círculo. Y luego, con la suma de todos esos textos, construí una palabra a modo de gran caligrama. Fue un happening, la gente forma parte de la obra y participa, condiciona y puede cambiar su rumbo.

Que no es el caso de Rivas.

En Rivas no voy a hacer una performance, happening o live paintig. Realizaré una pintura mural contextual en el espacio público. Algunas de las otras propuestas del Concurso de Intervenciones Artísticas sí son más participativas o colaborativas. En cualquier caso, me siento muy afortunado de que me hayan seleccionado.

«A veces llegan más propuestas del extranjero. En España tengo perfil de artista urbano, que lo soy. Pero fuera se me relaciona más con el arte acción»

El nivel de lo que viene es impresionante, con colectivos de repercusión internacional.

Quizá algunos incluso tenemos más repercusión internacional que nacional, aunque también se nos conozca en España. Pero, a veces, como es mi caso últimamente, llegan más propuestas del extranjero que de aquí. En España tengo el perfil de artista urbano, que lo sigo siendo. Quizá por mi trayectoria inicial: empecé con el grafiti y el arte urbano. Pero ahora hago más performance, happenings o videoarte. Y en el extranjero se me relaciona más con el ‘arte acción’.

Ser ya una figura artística, solicitada por instituciones, ¿le aparta de la calle?

Sigo saliendo mucho por mi cuenta. No tienes más que pasearte por el centro de Madrid. Ahora mismo por Gran Vía o las arterias principales. Y tengo bastantes intervenciones, en lugares que no hacen daño. Hay muchos espacios en transición, que fueron local comercial o vivienda y ahora están tapiados. Solares, casas o locales en los que puedes intervenir, porque no son fachada. Se trata de lugares en proceso: han sido, iban a ser y se han quedado a medio camino. Imagino que por la situación general actual. En Madrid hay un montón de lugares así.

¿Cómo se definiría a sí mismo?

Un constante experimentador de los lenguajes, tanto en su forma como en su contenido. Investigo, planteo, cuestiono. De toda la vida me ha gustado dibujar y pintar. Pero siempre me ha interesado más el proceso que el objeto final resultante. Al trabajar en el espacio público, hay muchos factores que condicionan: el sol, la lluvia, el aire, la temperatura, las personas que pasan, los vehículos, la degradación del tiempo? circunstancias que me han ido interesando cada vez más. Es muy distinto trabajar en la calle que hacerlo en un estudio para luego decidir, pasado un tiempo, exponer una selección de tus obras. Gente como nosotros estamos constantemente expuestos a que nuestro proceso y desarrollo sea continuamente valorado o criticado. Y ahora más que nunca con las redes sociales, donde la comunicación es más abierta y fluida. Y eso me interesa bastante.

Entonces, SUSO33 pisará siempre la calle.

Para mí es algo natural. Llevo haciéndolo desde mediados de los 80. Ya ni me lo planteo. Es mi forma de vida. Empezó siendo una inquietud y una necesidad interior. Y sigue siéndolo. En el momento que deje de ser una inquietud, dejaré de hacerlo. Es una necesidad interior investigarme e investigar, cuestionar, plantear y ser contradictorio conmigo mismo. Quizá también ése sea el papel que cumple el artista en la sociedad: no dar soluciones ni respuestas, sino plantear posibles situaciones, pero nunca pensando que ésa es la solución. De ahí que cada vez me interese más el arte que el mundo del diseño.

¿Sabe valorar la ciudadanía el arte urbano?

Creo que hay mucha sensibilidad ciudadana, pero poca desde el mundo del arte. Llevo trabajando mucho tiempo en el espacio público. Y hay gente a la que le llega y lo valora. Quizá sea el mundo del arte quien menos sensibilizado esté por pensar que el arte debe permanecer en ciertos lugares más definidos. Pero es algo que no me preocupa excesivamente. Lo que sí valoro es la sensibilidad de la gente. Si preguntas a gente joven de la calle, sí les interesa, conocen, saben y tienen cultura en torno a esta materia. O por lo menos ésa es mi sensación. También te digo esto porque es mi círculo social, lo que tengo más a mano.

«Creo que hay mucha sensibilidad ciudadana, pero poca desde el mundo del arte, [obsesionado] con que el arte esté en lugares más definidos»

¿El espacio público es cada vez menos público y más privado?

Me da la sensación de que el espacio público se vuelve cada vez más privado. Se hacen centros comerciales en la calle. En ocasiones se peatonalizan vías con una buena intención inicial pero luego acaban convirtiéndose en galerías abiertas o una sucesión de terrazas.

Como otros artistas urbanos insiste en que su manera de intervenir es alegal, no ilegal.

Más que lo legal o ilegal, me interesa lo alegal, lo que figura al margen de ambos. Es ahí donde quizá pueden desarrollarse cosas por sí mismas. Hay muchos espacios alegales en las ciudades. En los solares, donde han tirado un edificio y van a construir otro, se puede trabajar e intervenir. Las ventanas y puertas tapiadas, los locales comerciales tachados de madera por reforma pero cuyas obras se quedan paralizadas porque no hay dinero. Intervenir en lo que ya está perfectamente regulado supone atender a otros factores. Por eso continúo haciendo mi trabajo de forma autónoma e independiente, aunque también trabajo mucho institucionalmente con museos o festivales. En estos casos tienes que estar hablando con gente que hace de comisariado y marcan unas pautas de día, hora, lugar? Pero como tengo la posibilidad, y el saber hacer, de experimentar de manera independiente y autónoma, no valoro la eventualidad de renunciar a ello.

Le mantiene vivo.

A veces, cuando me embarco en un proyecto grande, por ejemplo la inauguración de La Laboral de Gijón, diseño una propuesta para que haya más de 100 personas en el escenario. Entonces tengo que llevar la dirección artística y técnica de luces y sonido, controlar los tiempos de entrada y salida, preocuparme de la maquinaria escénica? En ese caso, creas un guion y marcas unas pautas para que funcione. Pero cuando lo haces solo, tienes la libertad de no tener que justificarte ante nada ni nadie. Y es algo que queda expuesto. No es un trabajo que queda dentro de un estudio, sino que llega alguien, hace una foto, lo sube a una red social, lo mueve y se enriquece el proceso.

¿Cómo es el proceso creativo: pasa por el lugar, lo mira y remira, se lanza a intervenir según lo ve?

Necesito bastante tiempo de reflexión. Los espacios me tienen que hablar. No puedo llegar, marcar mi impronta e irme. Tengo que familiarizarme con el espacio, sentir algo. Hay espacios a los que voy y, aunque sean lugares posibles de intervenir porque no presentan problemas legales, no me evocan nada. Necesito pasar unos días hasta empaparme, sobre todo en ciudades que no son las mías. Necesito que los espacios me comuniquen. Me gusta mucho pasear, ver atardeceres y amaneceres. Las personas y las ciudades estamos vivos, comunicamos. No llego a los sitios con las cosas claras, sino con un cúmulo de dudas e interrogantes. Y me debato con ellas. Y si surge, lo haces. Y si no, nada. Y siempre trato de hacerlo con muchísimo respeto. Es verdad que a veces llegas y lo ves a la primera. O le das vueltas, vueltas y vueltas y finalmente optas por la primera sensación que tuviste. Yo me muevo mucho por la intuición y la emoción.

«Me gusta mucho pasear, ver atardeceres y amaneceres. Necesito que los espacios me comuniquen. No llego a los sitios con las cosas claras»

Y con Rivas le pasa eso de que no atina.

Me parece un espacio muy interesante. Y como sé que es una propuesta para la gente y la ciudad, quiero hacer algo que funcione, guste y comunique. Eso me supone un reto. Sé que hay cierta expectativa. Se trata de un proyecto propuesto desde el Ayuntamiento, detrás del cual imagino hay un trabajo e ilusión de mucha gente y ganas de llegar a la gente.

¿Por qué el 33?

Por muchas razones. De adolescente, pensaba que vivía en el distrito 33 de Madrid. Y no, vivía en el 34. Me dí cuenta después, con el tiempo. Además, vivía en el kilómetro 33 de la M-30. Y porque mi fecha de nacimiento en la numerología da el 33. Como me crié en un colegio de curas, de niño pensaba que 33 es el número de la resurrección, el número mágico. De chaval me sentí muy identificado con ese número. Y se quedó.

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