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Heliodoro Pascual: voluntario en El Parque

El 5 de diciembre se celebra el Día Internacional del Voluntario, una fecha en la que las personas mayores de Rivas dan ejemplo.

Heliodoro Pascual: voluntario en El Parque

Texto: Patricia Campelo

Sentado a la entrada del centro de mayores El Parque, con su pañuelo clásico anudado al cuello y las gafas de pasta negra bien podría pasar por todo un caballero inglés que sabe esquilmar bien los recursos de la elegancia. Además de su aspecto, lo que Heliodoro Arribas Pascual tiene en común con un ‘lord’ británico es su lustrosa educación.

Orgulloso de sus orígenes humildes y de sus ideas progresistas, explica a ‘Rivas al Día’ la trayectoria que le ha llevado a ofrecer el taller de electricidad para mayores ripenses que imparte dos días a la semana desde hace cuatro años. Heliodoro enseña a sus congéneres nociones básicas de electricidad en el centro de mayores El Parque.

Allí, su alumnado aprende a desatascar la lavadora, aislar una avería, instalar puntos de luz y cualquier otra situación sencilla relacionada con la baja, alta y media tensión. «Llevo toda mi vida dedicándome a esto y es una satisfacción poder enseñarlo», se sincera en una de la salas del centro de mayores.

Heliodoro es uno de los muchos voluntarios que comparte conocimientos con sus compañeros y compañeras de generación.
El programa de voluntariado para mayores promueve actividades que luchan contra la discriminación por razón de la edad.

El 5 de diciembre se celebra el Día Internacional del Voluntariado, una efeméride en la que personas como Heliodoro cobran un papel protagonista.

En Rivas, se imparten un total de 56 talleres que reúnen a más de 700 participantes. Cerca de la mitad de estos talleres los imparten 24 voluntarios y voluntarias mayores. «Yo enseño, pero también aprendo con ellos; lo que obtengo a cambio es que aprendan lo que les explico y puedan ejercerlo en su día a día», asegura este ripense que ha superado los 80 años de edad y lleva 30 viviendo en el municipio.

Cada vez que alguien acude a Heliodoro para contarle que ha logrado hacer una reparación con las indicaciones que aprendió en sus clases, se siente ampliamente pagado. «El otro día me dijo una mujer que logró arreglar la lavadora con lo que yo había contado en clase», relata con gesto de satisfacción.

Otra de sus alumnas cambió dos enchufes del garaje también con lo aprendido en clases y alguna instrucción de refuerzo de su profesor. «Le habían dado un presupuesto desorbitante», lamenta. Precisamente, esta es una problemática que Heliodoro trata de atajar: los engaños a las personas mayores. «Tengo mucho cariño por mi oficio y me fastidia que se trate de abusar y engañar».

Lo que Heliodoro realiza de fondo es una labor de refuerzo hacia su comunidad, fomentando la valía de las personas mayores. Este año tiene apuntados 15 hombres y tres mujeres en su taller de electricidad. «Ellas casi prestan más atención que los hombres», asegura esbozando una sonrisa pícara. El curso acabará el próximo junio, con un receso en diciembre, pero sigue abierto a la participación de las y los mayores.

El aspecto práctico de su taller es su mayor atractivo, aunque los conocimientos los explica desde la teoría. «Les entrego un librito donde están todos los esquemas para hacer instalaciones sencillas». También hace uso de su block de notas y el resto lo pone su memoria.

Heliodoro habla de lo que sabe, de aquello en lo que ha trabajado toda su vida, y que fue su afición desde antes de prestar el servicio militar. «Me mandaron a Badajoz y allí hice labores de electricista en una dependencia oficial».

En realidad era un buen puesto, logrado por la ignorancia de los oficiales pacenses que desconocían los orígenes de aquel joven que tan bien se manejaba con la corriente. «A los hijos de los fusilados nos ponían muchas dificultades en la ‘mili’, pero en Badajoz no sabían esta circunstancia de mi vida», rememora Heliodoro, a cuyo padre, defensor de las ideas progresistas que él ha heredado, lo fusiló el régimen franquista en 1941. A pesar de las dificultades no desistió nunca ni de sus ideas ni de su profesión.

Tanta experiencia vital a sus espaldas le otorga una visión muy crítica de la realidad. Heliodoro anima a la juventud a que conozca los derechos que se están perdiendo y a que luchen, como hizo la gente de su generación, por conquistar lo que ahora está en juego. Le gusta hablar de política. Sale de la entrevista y se queda en la misma entrada del centro de mayores, donde le espera Margarita, su mujer, con dos amigos. Probablemente, en su charla seguirán indagando sobre cómo arreglar el mundo.

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