- Texto: Irene Piedrabuena. Fotografía: Jesús Pérez. Publicado en Rivas Al Día febrero
«La intervención social no es un astronauta que de repente llega y hace cosas por la vecindad, sino que somos parte del barrio. Somos vecinas y compañeras que nos esforzamos por mejorar el lugar en el que vivimos». Carla Díaz, 24 años, es una de las jóvenes seleccionadas para este proyecto piloto municipal en el que se combina participación juvenil, vivienda e intervención social.
ENSEÑA ALFABETIZACIÓN
En su rutina diaria, Carla debe hallar la forma de compaginar las 15 horas semanales que destina a este proyecto comunitario que se desarrolla en el Barrio de los Ámbitos, con el trabajo de educadora, éste remunerado, que realiza en un Centro de Día ubicado en otro municipio madrileño. Diplomada en Educación Social y estudiante de Pedagogía, esta joven ripense participa en el taller de alfabetización que se imparte a treinta mujeres del barrio: los martes, junto a una técnica de Servicios Sociales y una vecina voluntaria, lleva un taller destinado a mujeres extranjeras que desconocen la lengua, y los jueves tiene como alumnas a españolas que no pudieron ir a la escuela.
«Sobre todo, nuestra labor busca conseguir la cohesión social entre los distintos vecinos y vecinas del barrio»
«Sobre todo, nuestra labor busca conseguir la cohesión social entre los distintos vecinos y vecinas del barrio. Cada uno de nosotros se especializa en un ámbito distinto», relata. El taller en el que ella participa forma parte del proyecto Ágora, una iniciativa que puso en marcha el Ayuntamiento en 2004 para dinamizar el barrio. Un año antes, el Instituto de la Vivienda de Madrid (Ivima) había adjudicado 386 viviendas sociales en la zona que comprende las calles Juan Gris, Rafael Canogar, avenida de Velázquez, calle Antonio López y calle Rosa Luxemburgo (Rivas Centro).
«Al darnos cuenta de las necesidades del barrio, pusimos en marcha un programa de movilización vecinal, dinamización y acompañamiento para mejorar las relaciones entre quienes viven aquí», explica Vanesa Villarín, una de las coordinadoras del proyecto. Así surgió el proyecto Ágora, que junto al Comité de Barrio, promovido por los propios vecinos y vecinas, trabaja por mejorar las carencias que se detectan en esta zona. Siete años más tarde, se trabaja por consolidar la acción y participación vecinal para que luchen por sus propios intereses. Y en esta labor, Carla y Ana tienen mucho que aportar.
HABILIDADES SOCIALES
Ana Martínez tiene 21 años. A ella le toca distribuir las 15 horas semanales de voluntariado sin que le impida responder a la intensa agenda de sus estudios, cursa el último año del Grado en Trabajo Social. Y a esta intensa actividad se le une su trabajo remunerado en una empresa que organiza actividades extraescolares en un colegio de Rivas. Como le parece poco, también es monitora en la asociación scout ripense MB-68. Ahora, en su primera experiencia de emancipación fuera del hogar familiar, colabora en el taller de teatro del proyecto Ágora.
«Se detectaron problemas de convivencia en la comunidad, por lo que a través de esta herramienta lúdica buscamos desarrollar habilidades sociales que mejoren la relación entre ellos y ellas», cuenta desde la puerta del centro de Servicios Sociales. De momento sólo hay seis personas apuntadas a este taller lúdico, por lo que Ana realiza, junto a una educadora, visitas a domicilio a vecinas del barrio con el fin de animarlas. ¿
«A través del teatro se desarrollan habilidades sociales que mejoran la relación en la comunidad»
«Es muy difícil que sientan que el ocio es parte de su vida. Así que nos toca convencerlas de que hay una vida más allá de la rutina del hogar», asegura. «Son personas que no tienen experiencia de participación en nada. De hecho muchas no han visto ni una obra de teatro», cuenta la joven sin poder ocultar la ilusión que le produce la tarea que realiza en su nuevo barrio.
TRES EN UNO
El proyecto surge para dar una respuesta integral a diversas iniciativas. «Por un lado, el Comité de Barrio de Los Ámbitos demandaba intervención social, y la implicación de la juventud y ciudadanía», explica la concejala de Servicios Sociales y Mujer Mari Paz Parrilla. Al eje social que articula el proyecto se une la inversión del Consistorio en vivienda pública y las iniciativas que desarrolla para promover una juventud participativa.
«Sobre todo nos procupa que los y las jóvenes del municipio al llegar a la Universidad se marchan fuera e invierten el capital social que adquieren en el municipio en otro lugar. Con este proyecto contribuyen a mejorar su ciudad», asegura el concejal de Infancia y Juventud Pedro del Cura.
En enero de 2011 la Escuela Municipal de Animación de Rivas (EMAR), en colaboración con la Comunidad de Madrid, impartió un curso de formación de voluntariado y mediación comunitaria desde la acción voluntaria. Constaba de 20 horas y estaba dirigido a formar a 30 personas. Al finalizar, los y las asistentes tenían que presentar un proyecto. Sólo 11 personas lo hicieron. «Para seleccionar a los y las agentes sociales, se baremó la participación, su experiencia y la idea del proyecto», explica Montserrat López, coordinadora junto a Vanesa de la beca social.
Se seleccionó a tres chicas, a finales de abril, y tras el parón estival una de ellas rechazó la oportunidad que se le presentaba por incompatibilidad con sus proyectos laborales. Fue entonces cuando Isaac Zúñiga entró a formar parte del proyecto. «La idea me parecía una utopía. Hice el curso previo porque no tenía formación reglada en intervención social y quería aprender», cuenta Isaac, el tercer componente del equipo que ahora se aloja en un piso de la EMV.
«APRENDO MUCHO»
A diferencia de Carla y Ana, Isaac no desarrolla su vida profesional en el ámbito de lo social. A las 5.45 de la mañana suena el despertador que le recuerda que le toca ir al aeropuerto de Barajas. Allí realiza labores de mantenimiento de aviones. En verano, colaboraba con la asociación ripense Jarit que realiza talleres y actividades con la infancia de la Cañada Real. Ahora, invierte su vocación social en el Barrio de Los Ámbitos.
«Es increíble lo que estoy aprendiendo desde noviembre y lo que me está aportado este proyecto», relata con entusiasmo.
Él acude tres días a la semana al Centro Socioeducativo Comunitario, donde se desarrollan actividades destinadas a niños y niñas de 6 a 12 años en situación de riesgo y vulnerabilidad social. Los martes y miércoles colabora con las educadoras de Servicios Sociales Ana, Carla y Patricia, de 16.00 a 19.30, y algunos viernes en actividades o excursiones especiales. «Realizamos un servicio de refuerzo escolar, desarrollo a través del juego y fomentamos hábitos de higiene», explica Isaac en conversión telefónica.
CERCANÍA
«Lo importante es que nos convertimos en un recurso cercano para las personas del barrio. La comunicación es muy fluida. Yo por la calle también veo a los chavales y hablamos con normalidad. Está claro que nuestra labor no consiste en trabajar y marcharnos», afirma Isaac un poco molesto por quienes sólo ven en el proyecto la subvención del piso.
Carla, Ana e Isaac son dignos representantes del modo de entender la vida que tienen muchos y muchas jóvenes en Rivas. En este proyecto piloto, es pronto anticipar el futuro. Pero de momento los objetivos a corto plazo están definidos. «Se van a convertir en un punto de referencia para la vecindad. Son la cercanía de los servicios sociales», concluye Montse López, una de las coordinadoras del proyecto.
De momento, seguirán un año más demostrando que el alquiler del piso que comparten se lo están ganando a pulso gracias al compromiso que han asumido con la ciudad en la que viven.
