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Víctor Manuel: «Escribir una canción da subidón»

Entrevista con el cantautor asturiano, que ha escrito algunas de las canciones más admirables del repertorio español de autor.

Víctor Manuel:

«Los asturianos saben que soy uno de los suyos»

Entrevista: Nacho Abad Andújar

Ha escrito algunas de las canciones más admirables del repertorio español de autor. Con 40 años en los escenarios y más de 30 discos en la maleta, a Víctor Manuel (Mieres del Camino, Asturias, 1947) le ha llegado el momento de explicarse a sí mismo ante el público. Con su gira ‘Vivir para cantarlo’ repasa temas conocidos -y reconocidos- y los combina con otros que pasaron más desapercibidos.

Quien quiera volver a escuchar piezas como ‘Planta 14’, ‘El abuelo Víctor’, ‘La romería’, ‘La madre’ o ‘Nada sabe tan dulce como su boca’ puede disfrutar de la velada musical que protagoniza en el Auditorio Pilar Bardem. De gira por América durante el mes de octubre, el músico respondió con puntualidad impecable al cuestionario que se le remitió por Internet.

‘Vivir para cantarlo’. ¿De dónde surge esa necesidad de explicarse?

Quería cantar y hacer algo que no hubiera hecho antes ni tampoco hubiese visto hacer a otros artistas. De ahí surge ‘Vivir para cantarlo’. Estrenamos el 14 de febrero de 2009 en el Teatro Palacio Valdés de Avilés, y hemos hecho 94 conciertos.

Este repaso biográfico, ¿modifica la imagen que tiene de sí mismo?

La completa para otros, no para mí, que ya me conocía. Lo que descargo en escena es una mínima parte de las canciones que tengo escritas y algunas de mis vivencias alrededor de esas canciones. Las sitúo temporalmente y explico los motivos que me invitaron a escribir ésas y no otras.

Dice que la «parte más áspera del concierto» comprende el tramo 1973-1979. ¿Es de los que piensa que la Transición está bien hecha y no se podía hacer de otra forma?

Es la parte mas áspera por varias razones. Mis canciones no sonaron en la radio entre el 73 y el 79, por tanto no hay nada especialmente conocido, solamente porque alguien pueda tener un disco de esa época en su casa. Los que hemos vivido de cerca la Transición supimos en su momento lo que nos estábamos jugando. Por eso se tragaron más ‘sapos’ de los necesarios. ¿Que las cosas hubieran podido ser diferentes? Es posible, pero no se pudo o no se supo. Salíamos de la oscuridad y la represión más absoluta. Y a la vanguardia, a los políticos, les puedes pedir un cierto grado de heroicidad, pero no más que el que uno puede exigirse a sí mismo. La Transición, en general, está explicada. Otra cosa es que haya, desde el presente, quien no la entienda, le parezca insuficiente o fallida. En ese momento no se veían mas caminos, y los que podían adivinarse eran mucho mas ásperos y de resultados más dudosos.

El pasado 18 de octubre, Rivas recordó a Saramago. ¿Qué le dice el nombre del Premio Nobel?

Lamenté no estar presente, estaba viajando de México a República Dominicana para cantar. Amo a José por su escritura, por su verticalidad, por su bonhomía. A cualquiera le gustaría poseer todos o algunos de los rasgos que le caracterizaban.

Escribió un obituario de Labordeta en el que decía: «Tardará en nacer, si es que nace, alguien más pegado a un territorio». Lo escribía alguien a quien también se le reconoce por su apego terruno.

José Antonio, por su trayectoria vital, vivió más Aragón de lo que yo he vivido Asturias, donde me siento siempre reconocido y bien querido. Los asturianos saben que soy «uno de los suyos», y alguna canción he escrito donde ellos son los protagonistas principales.

«Puedo vivir sin Álvarez ni Cascos (..) pero no puedo vivir sin memoria», canta en su disco ‘Sin memoria’ (1996). El ex ministro aspira a ocupar la presidencia asturiana. ¿Cómo se le queda el cuerpo?

Al enemigo, de frente. Mejor digamos al adversario, políticamente hablando. En Asturias siempre ha gobernado una coalición de izquierda, menos una legislatura en la que IU se puso exquisita. Era la época de la famosa pinza, y permitió que gobernase el PP. En ese período, y bajo la poderosa influencia de Cascos, el PP se partió en Asturias. Muchos de sus votantes lo recuerdan. Veremos.

Primero apoyó al PCE, luego a IU y después al PSOE. ¿Dónde se ve políticamente dentro de unos años?

Fui militante del PCE del 75 al 82. No he vuelto a militar en otro partido. Cuando se creó IU, la voté varias legislaturas, y siempre haciendo la salvedad públicamente de que la votaba «a pesar de Anguita». Yo sólo tengo una cosa clara, que no votaré nunca a la derecha. ¿Que dónde estaré políticamente hablando en el futuro inmediato? Es fácil de averiguar, más en mi casa que en ningún otro sitio. Yo nunca he dejado de quemarme políticamente cuando he pensado que merecía la pena y era bueno para el país. Lo que pasa, y ya me ha ocurrido tantas veces, que la fe se me convierte en mueca cuando las cosas no van como a uno le gustaría. Aunque siempre hay ocasiones puntuales por las que merezca la pena dar la cara. De eso no me quito.

Respaldó a Zapatero en las elecciones generales. ¿Cree que sigue representando la mejor opción política?

¿Comparado con qué? La alternativa es Rajoy. Apuesto, como siempre, por un gobierno de izquierda, con Zapatero o sin él.

Ha sido blanco de ataques de los medios vinculados a la derecha extrema. Jiménez Losantos siempre se mofaba de «los víctor manueles y los bardemes».

Tengo demasiadas escamas para que esas cosas me afecten. Me preocuparía más si no me dieran caña. Hace 40 años que vivo esa situación. Sé cómo convivir con ella. Sé con quién no debo tratar. Y hace muchos años descubrí que para gustar a todo el mundo hay que hacer algo diferente a lo que yo hago. Me hace libre poner una entrada a la venta y que alguien la compre. No cambiaría esta época por los setenta, cuando no sólo tenía problemas para cantar, sino que los cachorros de la extrema derecha te ponían bombas en casa.

¿Por qué es percibido socialmente como un compositor ‘melancólico’?

Es la marca de la casa. Supongo que otros autores te dirán que no saben por qué escriben unas canciones y no otras, yo también. Lo que me llama la atención de algunas canciones es que parece no afectarles el paso del tiempo. Será porque el sufrimiento, el amor, la agonía, el esfuerzo o la solidaridad no la hemos inventado nosotros, viene de atrás y va más lejos.

En 2008 tituló un disco ‘No hay nada mejor que escribir una canción’. ¿No es una declaración de principios un tanto exagerada?

Escribir una canción te da un subidón que no puedo comparar con nada más. Ojalá la gente que no escribe canciones pudiera hacerlo por una horas, estoy seguro que tratarían de perpetuar ese momento para siempre.

Víctor Manuel, Serrat, Sabina o Aute han compuesto algunos de los mejores temas de la canción española. Pero con el paso del tiempo, sus discos más recientes parecen menos convincentes.

Yo creo en el desgaste de los materiales, en un cierto agotamiento de las ideas. Puedo mirar dentro de este país, pero también fuera, y encuentro lo mismo. Los compañeros que citas siguen escribiendo excelentes canciones, tan buenas como pueden ser las de Guerra, Quique González, Drexler o Gastelo. Lo que ocurre con las canciones de los primeros artistas, compuestas en otras décadas, es que trabajábamos sobre territorio casi inexplorado y mítico, ‘la nueva canción’. Entonces la música era la más poderosa e inmediata transmisión artística. Eso hizo que tantas canciones se instalaran en el disco duro de varias generaciones. Cuando ahora vemos un concierto de Sabina, Serrat o Aute, escuchamos temas que abarcan períodos de 30 o 40 años. Por tanto ahí hay una selección ganadora. Cuando escuchamos su último disco encontramos dos o tres canciones que nos llenan. Las demás tienen un alto nivel de exigencia, pero se van a quedar en un segundo plano, comparado con lo que conocemos de ellos.

En Rivas ha cantado en sus fiestas (2005) y en el concierto homenaje a los republicanos (2004).

Cuando aun no existía Rivas como la realidad que ahora es, y sólo existía un pequeño casco histórico, Ana Belén y yo cantamos en un solar. Era un concierto organizado por la primera cooperativa, Covibar. Había gente que ya había empezado a pagar su casa y otros muchos a los que querían convencer para que se instalaran allí. Siempre que vuelvo a Rivas lo recuerdo. Para mí, Rivas es lo que puede hacer gente progresista, honrada y con la cabeza bien amueblada. Para uno que viaja y ve cómo se planifica y se construye, Rivas es de esas cosas que salen bien, que te reconcilia con tus semejantes.

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