Más información
Texto: Nacho Abad Andújar / Fotos: Jesús Pérez
Un sueño de altura. Por primera vez en la historia ripense, un equipo masculino de baloncesto juega en Liga EBA, la cuarta categoría nacional por detrás de ACB, Adecco Oro y Adecco Plata. El Covibar Rivas, entrenado por Alberto Rubio (Madrid, 1971) desde hace cinco campañas, debuta en una competición ultraexigente. Peleará por mantenerse. Un propósito arduo, pero no imposible. «Será difícil, pero se puede conseguir», relata el técnico.
Con la crisis, además, algunos equipos han desaparecido, y la liga ha pasado de cinco a cuatro grupos. «Al haber menos conjuntos, el nivel sube, porque hay más jugadores disponibles respecto al año pasado. Llegamos a EBA cuando más competitiva se hace la categoría. Para un equipo nuevo como el nuestro será complicado», explica Rubio, que a su cargo de entrenador añade el de director técnico de la cantera del club.
Encuadrado en el grupo B, que reúne a equipos madrileños, levantinos y canarios, el Covibar se mide a 14 rivales. Algunos «inaccesibles» como el Canoe. Otros con renombre institucional: Estudiantes [contra quien se perdió el primer partido de liga: 66-62] o Real Madrid. Rubio define a su plantilla como «peleona». «Nos falta un poco de calidad respecto a otros contrincantes. La idea es suplir esa carencia con trabajo, esfuerzo y mucha dinámica de grupo. Ser un colectivo más compenetrado. No tenemos mucha calidad, pero contamos con jugadores con experiencia en EBA».
La fase de ascenso la disputan los tres primeros de cada grupo, es decir, 12 equipos para solo dos plazas. Pero el infierno se respira más abajo: descienden directamente los cuatro últimos de cada grupo. ¿Peliagudo, no? «Es durillo, sí. Pero podemos esquivar el descenso. Tenemos un plus: entrenamos cuatro días a la semana [lo normal son tres sesiones]. Ese rodaje nos puede dar un puntito más de intensidad», advierte Rubio. Pero tanta exigencia ha implicado la fuga de algunos veteranos. Han preferido «colgar las botas» o seguir en una categoría inferior menos severa.
De hecho, los cuatro jugadores que continúan son los más jóvenes: el alero Pablo Giménez, el pívot Tristán Domeq, el base escolta Jorge Aguado y el único canterano, el escolta Miguel Zamora. Dedicar cuatro tardes semanales, más los desplazamientos ligueros de fin de semana, exige un compromiso deportivo que en el caso ripense no se recompensa con salario: Covibar, un club económicamente modesto, solo puede abonar pequeñas ayudas a los jugadores del primer equipo. «Sé que por seguir con mi filosofía de mucho trabajo he perdido la opción de fichar jugadores de más calidad, pero que te dicen que solo quieren entrenar tres días. A cambio, ganas en grupo y trabajo», se sincera.
Tres de los integrantes de la plantilla viven actualmente en Rivas: »Que un 25% del equipo» sea de aquí «no es poco en una categoría como ésta», sugiere Rubio.
Otro inconveniente es la falta de altura: solo un hombre supera los dos metros (el pívot libio Yahya El Shakmak: 202 cm). «Para Liga EBA somos pequeñitos. Nos falta un poste grande. Pero eso se puede traducir en mayor velocidad de juego. No podemos compararnos con el Madrid, por ejemplo, que tiene pívots de 210 cm. Trataremos de jugar rápido. Defender y correr. Me gustan los equipos tiradores que lanzan sobre la llegada en ataque. Otros querrán tener posesiones de 20 segundos. Nosotros, pequeñitos, pretendemos ser muy dinámicos».
DOBLE MILITANCIA
En su primer año en EBA, el técnico pide el compromiso de la afición: «Necesitamos el apoyo de la gente. Se va a disfrutar de un baloncesto de más calidad. Nuestro equipo se basa en el trabajo y el esfuerzo. Tener público en la grada seguro nos ayuda». Ya lo saben: este año pueden practicar la doble militancia: el Rivas Ecópolis, en liga femenina; Covibar Rivas, en la masculina.
